El 2024 que se viene

Carlos D. Mesa Gisbert

La evidencia cada vez más abrumadora del fracaso del proceso político iniciado en 2006, permite vislumbrar que el 2024 tendrá dos ingredientes dominantes: la economía y la electoralización.

El “modelo” económico del que se jacta el exministro Luis Arce, es un espejismo, el que le dieron al país los precios internacionales siderales de nuestras materias primas, muy especialmente el gas. La falsa nacionalización de Morales el 2006, apoyada en la errada Ley de Hidrocarburos promulgada el 2005, mostró que la lógica de “pan para hoy, hambre para mañana” termina siempre desnudando la verdad. Impuestos desmesurados y ciegos condujeron al agotamiento de nuestras reservas sobre explotadas y no repuestas. La caída vertiginosa de la producción condujo a la prematura suspensión del contrato con Argentina, la disminución de volúmenes a Brasil y el riesgo próximo de problemas para el abastecimiento interno. Hoy, se puede comprender porqué observé la Ley 3058 que desincentivó la inversión, alejó a las operadoras internacionales de hacer nuevas exploraciones, promovió un irresponsable y corrupto manejo administrativo de YPFB y descuidó la prioridad de incrementar los líquidos, al no entender que había que dar a los campos proclives a la producción de gasolina y diésel, un tratamiento impositivo y de desarrollo distinto a los megacampos que fueron exprimidos sin previsión alguna.

La adicción al extractivismo y al rentismo (a la que se suma la minería ilegal y la destrucción brutal de nuestros bosques), el contrabando y el narcotráfico, nos están cobrando una gran factura, que pone en cuestión la paridad monetaria y la subvención completamente irracional de los hidrocarburos para el mercado interno. Una sangría que se añade al déficit fiscal crónico de casi 8% como promedio, al desfonde de nuestras reservas, al fracaso de la ley del oro y al incremento exponencial de nuestra deuda externa.

En ese contexto, el esfuerzo del gobierno para que el “puente” de la estabilidad se alargue como un elástico hasta noviembre de 2025, parece cada vez más complicado. El señuelo del litio no es respuesta suficiente, porque no comenzará a funcionar como producción significativa hasta dentro de por lo menos cuatro años, y porque los ingresos potenciales no son equivalentes a las divisas que recibimos por el gas, sobre todo porque el IDH, clave para la regiones, no tendrá equivalente en el litio y sus regalías sustancialmente menores por la naturaleza del proceso extractivo y el menor retorno que implica para quien hace la inversión.

En el ámbito de la democracia el escenario no es mejor. La dictadura está instalada a través del control del Órgano Judicial y el Electoral. La podredumbre de la justicia, insostenible hace años, le permite al gobierno el control del poder total, la destrucción de los valores democráticos esenciales y la persecución y prisión de quienes se oponen al poder vigente, así como el quiebre de los derechos y prerrogativas del Órgano Legislativo, al que el Tribunal Constitucional, vulnerando sistemáticamente la Carta Magna, le ha cortado sus prerrogativas fundamentales. El gobierno ha decidido triturar la Constitución con la prórroga ilegal de los magistrados judiciales y el bloqueo de la elección de las cabezas de ese poder, sin el menor rubor. Para evitarlo CC da batalla y la seguirá dando.

En ese panorama aciago, prescindiendo de sus responsabilidades con el país, Arce y Morales comandan dos facciones del MAS, esgrimiendo una sola razón, el ansia de retomar o mantener el poder personal. Nada ya que los ate a principios, valores, propuestas y horizonte de país, todo en el rango de la mezquindad individual. El trance se agudizará el año que viene y su desenlace es todavía incierto.

En mi opinión, es un momento decisivo para la oposición. Nuestras opciones tienen que ver con aspectos claros y medulares. El objetivo es terminar electoralmente con el ya agotado gobierno masista. Pero eso no es suficiente. Se requiere una propuesta alternativa renovadora y coherente, que pase por una respuesta seria para recuperar la democracia que se está cayendo en pedazos, como la que hicimos en 2019 y 2020, pero adecuada a los grandes desafíos de 2025. Debemos, en este nuevo contexto, garantizar la independencia de poderes, la institucionalidad y el respeto a los DDHH. Trabajar para lograr solidez macroeconómica, encontrar respuestas en la diversificación, basar el crecimiento y el desarrollo en el respeto ambiental y en un cambio de matriz productiva con un giro en la producción y consumo energético.     

Finalmente, lo concreto. Ir a unas primarias abiertas y a un calendario electoral racional (año 2025: primarias en julio, 1º vuelta en septiembre, eventual 2º vuelta en octubre y transmisión de mando el 8 de noviembre). La legítima búsqueda de una candidatura única de oposición debe promoverse cuando esté claro el escenario de las personalidades y organizaciones con opciones reales de lograr el voto mayoritario de la ciudadanía, escenario que aún no ha cuajado. 2024 será el año de esa clarificación.

2 comentarios en “El 2024 que se viene

  1. Excelente visión del momento que se viene y precisión en contenido y oportunidad para dar a conocer al pais. Lo suscribo y felicitaciones a Carlos por su calidad y aporte

  2. Estimado ex presidente Gisbert, gracias por compartir una publicación reveladora. Soy un voluntario por la paz y me gustaría hablar con usted sobre el trabajo por la paz. ¿Puedo solicitar la oportunidad de conectarme con usted?

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