
1º fila: Julio Garrett, Juan Ignacio Siles, Carlos D. Mesa, José Galindo, Carlos Iturralde y Edgar Camacho. 2º fila: Agustín Saavedra, Carlos Saavedra, César Ruiz y Antonio Aranibar. 3º fila: Javier Murillo, Mario Velarde y Gustavo Fernández.
Hace algunos días encontré una memorable fotografía de la reunión con los excancilleres del país. Foto que tiene su historia.
Al comenzar el año 2004, dos hechos rompieron nuestra buena empatía inicial con el Presidente Ricardo Lagos.
El primero fue mi discurso del 4 de enero de 2004 en el que, como parte de un mensaje a la nación sobre el estado de situación del país que heredamos, agradecí los apoyos internacionales a nuestra causa y mencioné con claridad que la soberanía era el tema en discusión y que resolverla era la única forma de avanzar en este siglo XXI, hacia una agenda de futuro entre dos naciones complementarias entre sí como lo son Chile y Bolivia. La reacción de La Moneda fue, como siempre, la del rechazo sobre tablas a mis palabras. La rutina de la diplomacia chilena es tan contundente como falta de la mínima flexibilidad. Repetir el discurso del “no” se le ha convertido en un tic.
El segundo, fue una conferencia de prensa en Palacio sobre el tema, a los pocos días de mi discurso. Ante una pregunta sobre si íbamos a denunciar el Tratado de 1904, asunto que no estaba en nuestra agenda porque nos parecía y me parece un camino absolutamente inconveniente para los intereses bolivianos, respondí que en 1904 se había firmado un Tratado de “Paz y Amistad” entre los dos países, con el que se había logrado la paz, pero no la amistad. Afirmación que podía comprobarse recordando simplemente que teníamos las relaciones rotas desde 1978, que Chile había alfombrado la frontera con Bolivia de minas antipersonales y que la actitud chilena había sido de una ceguera y una inflexibilidad incomprensible durante decenios ante los reclamos bolivianos. Pero Lagos interpretó que me refería a nuestra relación personal y al momento que vivíamos ambos países. Dada la naturaleza cordial de la reunión de Santa Cruz (sostuvimos un diálogo franco en noviembre de 2003 en la Cumbre Iberoamericana), esta mención le pareció inaceptable. Quizás lo fue en los términos clásicos del lenguaje diplomático, pero creo que era tiempo de hablar con claridad. Por supuesto no hubo intención de menoscabo personal, cuestión que salía sobrando en la dimensión del tema bilateral. Lo hice además en términos precisos y sin retórica. Sea como fuere, el Presidente chileno se descompuso y alentado por su ministra de Relaciones Exteriores Soledad Alvear nos hizo saber que no habría ningún encuentro bilateral que tenga como tema la cuestión marítima
Una consulta a los ex cancilleres
En ese contexto trabajamos intensamente para analizar nuestra posición con un equipo pequeño en Palacio y con los ex cancilleres bolivianos en dos reuniones que hicimos también en la Casa de Gobierno. El 6 de enero de 2004 a las 09.00 tuvimos la primera de dos reuniones con un grupo de ex ministros de RR.EE. para consultas a propósito de mi discurso, la reacción chilena y la posición boliviana que debía llevar a la Cumbre de las Américas de Monterrey. Estuvieron ese día diez ex cancilleres de diez gobiernos anteriores. César Ruiz Velarde (ministro de RR.EE. de Ovando), Edgar Camacho Omiste (Ovando y Siles Zuazo), Gustavo Fernández Saavedra (Guevara, Siles Zuazo y Quiroga), Julio Garrett Ayllón (Gueiler), Agustín Saavedra Weise (Vildoso), Mario Velarde Dorado
(Siles Zuazo), Carlos Iturralde Ballivián (Paz Zamora), Antonio Araníbar Quiroga (Sánchez de Lozada), Javier Murillo de la Rocha (Banzer), Carlos Saavedra Bruno (Sánchez de Lozada) y por supuesto Juan Ignacio Siles del Valle, que presidió la reunión junto a mí.
Juan Ignacio recordó que los dos temas más sensibles en ese momento eran nuestra exigencia de un inmediato desmantelamiento de las miles de minas antipersonales en la frontera común y el diferendo del Silala, reafirmando la postura de que se trataba de un acuífero y no de un río de curso sucesivo. En el tema del mar, planteaba la discusión de nuestra posición y los elementos que siempre habían impedido un acuerdo, sobre todo los referidos al pedido chileno de compensaciones territoriales.
En líneas generales se coincidió en que el punto de partida era la cuestión de la soberanía como referente inexcusable de negociación con Chile y que la reanudación de relaciones debía condicionarse al encuentro de una solución definitiva a nuestro enclaustramiento forzado. Hubo voces que plantearon recuperar el camino de Quiroga y Sánchez de Lozada, basado en la Zona Económica Especial en un puerto chileno como un paso hacía la solución definitiva. Para otros la responsabilidad de la solución estaba en manos de Perú y no de Chile. Si no se lograba un cambio de actitud peruana, todo esfuerzo sería vano. Hubo también coincidencia en que el camino no pasaba por la denuncia del Tratado de 1904, postura muy bien explicada por alguno de los presentes. Los ex cancilleres coincidieron en que Bolivia debía mantener firme su posición y continuar con la lógica de que los escenarios de la discusión eran múltiples, tanto bilateral como trilateral y multilateral, y que no había que renunciar a ninguno de ellos.
Estas reuniones fueron muy importantes para apuntalar mi discurso en la Cumbre de las Américas de Monterrey en la que reposición con firmeza la reivindicación boliviana de un acceso soberano al mar y convoqué a Chile a un diálogo para buscar una solución definitiva al problema.
La historia demostró que había un nuevo escenario que entonces todavía no estaba en el tapete de la discusión, el planteado por el gobierno del Presidente Morales en 2011 y concretado en 2013 con la Demanda presentada ante la Corte Internacional de Justicia.
Sobre si Bolivia tuvo legalmente salida soberana al mar hay divergencias.El gran internacionalista peruano do Alberto Ulloa en su libro «Posición Internacional del Perú», Lima, 1941, señala qque la Audiencia de Charcas nunca tuvo salida al mar, que Sucre se la creó violando el «utipossidetis» para que tuvieran el Puerto de Cobija…que creo no sirvió de mucho..
Eso es falso, la Corona española estableció una nueva organización político – administrativa en América creando Virreinatos y Capitanías Generales. En 1542 se constituyó el Virreinato del Perú, el cual se subdividía en Reales Audiencias, una de ellas fue la Real Audiencia de Charcas (actual Bolivia), creada por Cédula Real en 1559, que incluía dentro de su jurisdicción al Distrito de Atacama y su costa. Éste abarcaba desde el río Loa en el norte hasta el río Salado en el sur, más allá del paralelo 25º.
Posteriormente al crearse el Virreinato del Río de La Plata en 1776, la Real Audiencia de Charcas, incluyendo el Distrito de Atacama, pasó a jurisdicción de la nueva entidad. Durante esta época, se hizo común la denominación de Alto Perú para hacer referencia a ese territorio. Asimismo, en 1782 el nuevo Virreinato fue dividido en ocho intendencias entre las que se encontraba Potosí. A su vez, ésta se subdividía en seis partidos, siendo uno de ellos Atacama, con costa sobre el mar.
14 de Febrero de 1879: Invasión de Antofagasta, fecha nefasta para Bolivia
Hace 137 años tropas chilenas invadieron, sin aviso, territorio boliviano sobre el Océano Pacífico y nos forzaron a vivir en la mediterraneidad y en un injusto enclaustramiento, después de una guerra ilegal que fue ganada con métodos barbáricos y atrocidades.
Muchas promesas chilenas incumplidas de componer esta tremenda equivocación histórica ahondan el sentimiento de que se haga justicia.
Es de esperar que de alguna manera se llegue al objetivo boliviano de retorno al Pacífico en forma soberana, esperanzas hoy en dia puestas en la demanda boliviana ante la CIJ.
Mar para Bolivia!!!