Uno de los éxitos incuestionables de quienes gobiernan generando fuertes pasiones a favor o en contra, es la aniquilación de un espacio plural para el debate. Quien ejerce el poder sin contemplaciones y rompe muchas reglas del juego democrático, cuya esencia es la circulación libre de ideas y el respeto por aquel que discrepa, crítica, fiscaliza o denuncia, acaba envenenado al contrincante, lo convence de que no hay posibilidad alguna de modificar el estado de cosas vigente. Por ello, sólo es posible usar las mismas armas: intolerancia, radicalismo, descalificación y sobre todo no reconocimiento de un solo hecho sujeto de elogio o aplauso.
La lógica de muchos de quienes se oponen al proceso político vigente es que, ocho años después de un universo de blancos y negros y de amigos o enemigos, cualquier postura de análisis serio, no hace sino reforzar la decisión evidente de eternizarse en el mando por parte de quienes gobiernan. Las palabras –dicen- tienen tal poder que acaban generando aquello que predicen, o afirman, o niegan. Es cierto, el lenguaje es un arma muy poderosa. Estos años de frases, consignas, palabras-fuerza que enaltecen o execran, parecen probarlo. Pero a la vez, precisamente porque las palabras tienen una inmensa fuerza, usarlas para expresar un pensamiento elaborado, un análisis legítimo, una visión distanciada del combate cotidiano, es indispensable.
La gran paradoja es tener que convivir con contradicciones que a fin de cuentas se convierten en dilemas éticos. Durante toda mi vida como historiador y como periodista, adscrito a las ideas nacional revolucionarias o de la llamada izquierda nacional, asumí que las transformaciones de 1952 y quienes las protagonizaron, contribuyeron de modo incuestionable a un cambio cualitativo (positivo) de una Bolivia anclada hasta entonces en la discriminación y la exclusión, a otra más dueña de su propio destino, más democrática y más justa.
Hoy, a diferencia de entonces (entre 1952 y 1964 se desarrolló mi niñez), vivo el proceso político liderado por Morales plenamente consciente de lo que este significa. Muy probablemente estos años pasarán a la historia de un modo muy similar a los del 52. La pregunta es ¿los muchos elementos negativos que conlleva son simplemente matices, o son cuestiones tan graves que ponen en tela de juicio toda la propuesta histórica? Otra vez el MNR. Cuando escribí sobre ese momento mencioné explícitamente los campos de concentración, la violación sistemática de DDHH, los fracasos de gestión (el desastre de COMIBOL, por ejemplo), las insuficiencias de la Reforma Agraria, los altos niveles de corrupción, la terrible inflación de mediados de los cincuenta, la dictadura de partido… ¿Esas puntualizaciones desbaratan lo que significó la Revolución? ¿En el saldo del debe y el haber, el debe descalifica el haber? No, no lo descalifica. El 52, a pesar de todo, es uno de los referentes más importantes de toda nuestra historia. La generación quemada por sus abusos y sus excesos es parte de un terrible precio que se pagó y que martillea siempre mi conciencia como intelectual.
Mi padre me escribió en 1970 -cuando víctima de la revolución universitaria de ese año tuvo que buscar trabajo fuera de Bolivia- la conocida frase de que “la revolución se come a sus propios hijos”. Es así como se sentía. De algún modo, yo mismo experimento el contradictorio sabor de lo que hice como Presidente basado en mi particular visión social, política y ética y su consecuencia, el actual gobierno de Morales.
Bolivia no vive hoy en estricto sentido bajo el imperio del Estado de Derecho, la arbitrariedad es el sino del poder vigente. El miedo bien administrado por quienes lo generan limita cuando no calla voces discrepantes, la corrupción campea, los valores se hunden, algunas organizaciones indígenas (la raíz del discurso oficial) son peor tratadas que en la democracia anterior. Podría seguir escribiendo sobre muchas cosas sobre las que he escrito abundantemente, pero mucho me temo que eso no logrará apagar la evidencia de que el 2006 trajo consigo un momento fundamental de la vida de Bolivia y que le tocó a Morales representar en el país un punto de inflexión de dimensiones incalculables.
Es imprescindible, con el sedimento de los años, asumir con coherencia el retrato de la paradoja, el reconocimiento de lo que significa este tiempo, a la vez que no cejar un minuto en denunciar aquello que en conciencia sabemos que es inaceptable. Pero lo que no parece justo es suponer en este ambiente envenenado por la polarización, que desde la oposición lo único posible es afirmar sin matices que todo, todo lo que se ha hecho desde el 22 de enero de 2006 es criticable, especialmente y por razones evidentes en este periodo electoral. En lo que a mí concierne, como expresidente y ciudadano digo lo que realmente pienso. Si lo hice siendo gobernante, con más razón lo hago ahora que estoy en el llano.
En una sociedad atemorizada, no existen ideas y el pensamiento es estéril.
Señor Mesa, quisiera establecer contacto personal con Usted, para conversar sobre una investigación arquitectónica que estoy segura le interesará. Un saludo.
sr. Mesa.
usted piensa que la polarizacion de la sociedad un fenomeno que se ha dado con este Gobierno? o que el mismo , es un resulltado de nuestra historia que se esta llegando a la lucha inevitable de 2 clases aue resultan de su antagonia. como lo dice Marx en su manifiesto?.
al parecer me parece que usted pinsa que es culpa de este gobierno. pues yo no estoy del todo convencido, porque creo que esta polarizacion siempre ha existido entre una clase dominante y una clases de dominados y pobres. lo que ha dado como resultados levantamientos armados, rebeliones o episodios de violencia a lo largo de la historia.
respecto a la libertad de expresar la verdar o sus ideas nos dice que es peligroso ahora.
si no mas lo recuerdo usted y su gobierno fueron victimas de ataques mediaticos perfectamente planeados por una clase dominante, con el objetivo de desacreditarlo a usted con menazas de conflicto y guerra civil, lo que alparecer funciono pues usted funciono. y estas perveciones no aparecieron en el 2006 si no antes. decho usted mismo lo denuncio en su auto documental de su presidencia.
bueno para concluir solo le queria decir que esto de la pervenciones de la polarizacion no es algo nuevo. pues esta claro que no todo el mundo se puede expresar sin miedo a represaria.
disculpe los errores de orthografia porfavor, le escribo con teclado extranjero.
Antes no existía polarización, los de abajo conocían muy bien su lugar, y los de arriba ejercían muy bien el poder, al mantenerlos muy bien en su lugar, un lugar similar al de una alfombra humana para su propios fines y estilo de vida con todos sus privilegios que ello implica. Los de abajo eran los «buenos» ciudadanos, es mas, en esos tiempos, SI que habían los indios «buenos», donde ellos nunca aspiraban siquiera gobernar una nación. O sea era un paraíso donde todos los estratos de la sociedad conocían su función, es decir, unos han naciod para gobernar y otros para ser gobernados.
Me encantaría encontrar un solo ejemplo de una sociedad (de cualquier época) que no esté o haya estado polarizada, la polarización es tan propia de la naturaleza humana como la necesidad de vivir en esa sociedad que nos polariza.
Desde la música que escuchamos al equipo de fútbol que seguimos, cualquier tema puede ser polarizador, por lo que la carga subjetiva (más que la propia realidad) será el único fundamento para que una determinada circunstancia sea considerada plausible o criticable.
Los que ayer criticaban hoy ovacionan y viceversa… y mañana no será diferente, sólo se intercambiarán los roles
Saludos
Antes no existía polarización, los de abajo conocían muy bien su lugar, y los de arriba ejercían muy bien el poder, al mantenerlos muy bien en su lugar, un lugar similar al de una alfombra humana para su propios fines y estilo de vida con todos sus privilegios que ello implica. Los de abajo eran los “buenos” ciudadanos, es mas, en esos tiempos, SI que habían los indios “buenos”, donde ellos nunca aspiraban siquiera gobernar una nación. O sea era un paraíso donde todos los estratos de la sociedad conocían su función, es decir, unos han naciod para gobernar y otros para ser gobernados.