CARLOS Mesa expone su tesis sobre la identidad boliviana en su libro La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje.
EL 19 de mayo de 2013, la revista «Ideas» del Periódico «Página Siete» publicó esta entrevista que me hizo el periodista Martín Zelaya. La transcribo en su integridad.
“El libro de Mesa muestra, desde distintos enfoques, que Bolivia es un país histórica, cultural, artística y socialmente mestizo, resultado de una combinación virtuosa, aunque haya comenzado con dolor, entre dos poderosas culturas: la hispana y la indígena”.
La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje el nuevo libro del historiador y expresidente Carlos Mesa.
En la presentación de la obra, hace un par de semanas, Mesa dijo que para el título se inspiró en un tallado del portal de la iglesia de San Lorenzo de Potosí en el que se ve a dos sirenas tocando charango lo que, a su entender, “resume literalmente el alma intensa ya mestiza (en el siglo XVIII) de Bolivia, en el lugar exacto, en el tiempo preciso, en la entraña profunda de la tierra que le dio sentido a la nación, germinada de la plata y la sangre del gran Potosí”.
El tema no deja de ser apasionante, sobre todo en la actual coyuntura del llamado “proceso de cambio” que, según sus impulsores, tiene uno sus pilares en la inclusión e integración étnica social del Estado Plurinacional.
– Usted propone que sólo la llegada de los españoles al Nuevo Mundo permitió el surgimiento de Bolivia como un todo, como una unidad. ¿Entonces el llamado Kollasuyo, las culturas prehispánicas que se sucedieron, que compartieron, que se interrelacionaron en este territorio no lograron una identidad conjunta y propia?
– Ése es exactamente el equívoco, suponer que se puede entender la construcción de una sociedad a partir de una de las partes de su historia. En ese tema está el corazón de mi libro La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje.
Es evidente que la(s) identidad(es) de Bolivia sólo se puede(n) explicar a través de una construcción en la que es imprescindible asumir el aporte de la cultura occidental con la llegada e irrupción violenta de los europeos en nuestro territorio, pero no como elemento suelto, sino como parte complementaria a un pasado preexistente.
El llamado Kollasuyo, por ejemplo, es una creación jurídico-política de los incas que, a su vez, invadieron el actual territorio boliviano. El mundo prehispánico, nacido mucho antes del Kollasuyo, es parte imprescindible de nuestro entramado de identidad.
Nuestra raíz indígena es fundamental, como lo es nuestra raíz europea. Por supuesto que los indígenas antes de 1535 lograron construir identidades propias. Esas construcciones, sin embargo, cambiaron irreversiblemente a partir de 1535.
– ¿Cuán similares, compatibles y relacionables en sus significados y connotaciones son los términos mestizo y pluricultural?
– Son dos conceptos complementarios. El salto cualitativo de la lectura sobre el mestizaje se dio en 1994, en la Reforma Constitucional. Entonces se entendió el mestizaje no como modelo de unidad (una cultura, una lengua, una religión) tal como lo propuso la revolución de 1952, sino como el reconocimiento de que la diversidad -muchas lenguas, muchas culturas- enriquece a la sociedad boliviana.
Esa lectura asume que la diferencia es un añadido y no una resta, pero ese reconocimiento no puede negar lo evidente, la cultura urbana (más del 70% de la población del país vive en ciudades) es en esencia una cultura mestiza.
Producto de la mezcla enriquecedora, esa riqueza es compartida. De igual modo, los pueblos indígenas han recibido y reciben influencias que los hacen distintos a cómo fueron en su origen antes de la conquista.
– Partiendo de sus planteamientos, ¿cómo define e interpreta la propuesta de descolonización que lleva adelante el actual Gobierno?
Uno no se puede afirmar negándose a sí mismo. Descolonizarnos de una visión eurocéntrica sí, pero no renegando de los valores occidentales que nos son ya consustanciales.
A la vez recuperar el valor de los saberes y las cosmovisiones no europeas, aceptar una administración de justicia distinta a la republicana, reconocer al “otro” indígena, entendiendo que nosotros somos también el “otro”.
– Más allá de la coyuntura política e ideológica, ¿será que en general el boliviano de fines del siglo XX y de este siglo XXI asume su condición mestiza?
El discurso “plurinacional”, paradójicamente, ha fortalecido la adscripción al mestizaje y está despojando a este término de su connotación negativa. La vieja execración del mestizo como ejemplo del “peor resultado” de la vinculación del mundo indígena con el mundo europeo, tiene cada vez menos fuerza.
Asumirse como boliviano con todo lo que ello conlleva culturalmente es un hecho más que una adscripción elaborada y consciente.
– ¿Se puede hablar de identidad boliviana dejando de lado lo mestizo?
Subrayo aquí, que incluso esos 36 pueblos indígenas reconocidos por la Constitución están fuertemente influidos por la cultura mestiza.
En una reflexión final, Molina -quien estudió el libro y, además de leer un comentario en el acto de presentación, publicó un artículo al respecto- señala:
“El autor intenta refutar el racismo indianista actual que reinterpreta la historia e intenta negar, sin éxito, el aporte hispano a la nacionalidad. Este nuevo racismo (véase Silvia Rivera) considera que lo mestizo es necesariamente la negación y la opresión de los indígenas”.
“Es un aporte valiente en el contexto actual. Lo que le falta, a mi juicio, es un enfoque más muticultural. La identidad es una elección, no un hecho objetivo. Aunque todo y todos seamos mestizos, siempre tenemos derecho a no considerarnos tales, a sentirnos indígenas, por ejemplo. Esto no necesariamente es racista, cuando se asume como no excluyente ni homogeneizador, como una de las múltiples posibilidades de la diversidad cultural”.
Felicidades por el libro y siga siempre adelante sr. Carlos Mesa, pero con el Cambio el verdadero cambio del país y del pueblo boliviano. me gustaría poder promocionarlo en el sitio web que tengo espero su respuesta.