Publicada el 9 de diciembre de 2012 en Página Siete, Los Tiempos, Correo del Sur y El Potosí
El pasado 7 de diciembre fui honrado con el Premio Nacional de Periodismo 2012, galardón que agradezco y que me obliga a hacer algunas reflexiones sobre la situación del periodismo en el país, hoy.
Irónicamente, en tiempos en que se habla de revolución democrática y cultural, de participación y miradas entre iguales, el periodismo boliviano enfrenta la realidad de una arremetida desde el poder, sin antecedentes en el periodo democrático inaugurado en 1982.
La estrategia del gobierno en este asunto es muy clara. Su proyecto de poder ilimitado, se apoya en la necesidad de un manejo unidireccional de la información, la propaganda y las ideas. La imposición de una hegemonía no es amiga del pluralismo. Un periodismo abierto y discrepante, con mirada crítica y con capacidad de interpelación, es la antinomia del discurso único, de la verdad política incontrastable convertida en dogma.
La táctica también es muy visible. Los medios del Estado, viejos y nuevos (el periódico Cambio o la red radial Patria Nueva, por ejemplo) son medios del gobierno, para el gobierno y por el gobierno, no medios públicos pagados por los contribuyentes destinados a responder a sus intereses de educación, cultura y entretenimiento.
“Si no puedes con ellos…”. Para reducir el espectro de la diversidad, a través de interpósitas personas o empresas, el gobierno ha logrado controlar la línea editorial e informativa de prestigiosas empresas de prensa, radio y televisión.
Lógica amigo-enemigo. Arremete contra los medios opositores. Son “neoliberales”, mienten, quieren desestabilizar al Presidente, están en contra de la dirección de la historia. Enjuicia a periodistas y empresas con acusaciones diversas bien o mal fundamentadas, basadas en nuevas leyes que permiten libre interpretación y acción discrecional. Fiscales y jueces contra periodistas. Resultado, el reino del miedo, el peor de los escenarios, la autocensura. Antes de ser acusado prefiero no decir lo que pienso, ser tibio…
Pero no nos equivoquemos. Parte de nuestros periodistas y medios de comunicación han pasado de la autocomplacencia al victimismo. De los años de oro de la libertad plena usada frecuentemente con un tremendo desbalance entre poder (mucho poder) y responsabilidad (muy poca responsabilidad), al tiempo de las palabras asustadas y en voz baja. Del vale a todo, al me siento amordazado. Un periodismo que luchó y contribuyó a la reconquista democrática y que muchas veces apuntaló los valores de la libertad, pero que otras tantas se regodeó con la idea de que se podía decir cualquier cosa contra cualquiera. Nació el curul electrónico y el estrado judicial electrónico. Acusación, juicio y condena sumaria desde una pantalla o un micrófono. ¡Y sálvese quien pueda! Ser autocríticos es hoy más que nunca un requisito imperativo.
¿Cuánta capacidad profesional tienen los periodistas del siglo XXI en Bolivia? No hay periodismo serio sin una construcción de idoneidad basada en la comprensión de que la noticia es un valor en sí, que es nuestra materia prima inexcusable. No lo hay si nuestra curiosidad de saber y aprender no es infinita. No lo hay si no entendemos que el conocimiento es una exigencia fundamental, más allá del dominio de instrumentos puramente técnicos. No lo hay sin un espíritu humanista. Desafío que nos liga a una ética individual y colectiva basada en valores y en el cumplimiento y comprensión de la ley con coherencia entre lo dicho y lo hecho.
Defensa de la libertad sí, idea de intocabilidad no. Contamos con una Ley de imprenta que se debe poner al día. Es preciso entender que por iniciativa del periodismo se deben establecer normas que regulen la propiedad de medios y que definan con claridad el rol de los medios del Estado. Instrumentos jurídicos que deben ser propuestos por nuestros gremios y debatidos con la sociedad y el Estado.
Este siglo, finalmente, nos encuentra en un momento de cambio de paradigmas que esta revolucionando de modo definitivo e irreversible al periodismo tal y como lo entendimos. Veamos el menú: la idea del multimedia, el fin de los límites que diferencian un periódico de una radio o de un canal de televisión, los “nichos” temáticos, el periodismo interactivo y horizontal, la lógica de redes, la inmediatez de la milésima de segundo, el imperio de las llamadas redes sociales, el fin de la superioridad del periodista sobre le resto de las personas, el ciudadano comunicador, el cambio de soportes, los nuevos ritmos, la noticia en cápsulas, el futuro incierto del periodismo de investigación, el netcast, y el Internet –en suma- como el gran espacio virtual que ha capturado a buena parte del a humanidad.
No corren en Bolivia vientos propicios para la libertad de expresión y es legítimo ser escéptico sobre la posibilidad de un debate de esta magnitud en el contexto autoritario que vivimos. Pero el momento de la historia no se puede escoger, lo que sí se puede escoger es la determinación para defender esa libertad que es siempre, a no olvidarlo, un camino de doble vía.
Carlos:
Cuanta verdad encierra su artículo, y felicito su valentía por decir lo que dice, y advertir al periodismo a no autocensurarse, a defender la libertad de expresar lo que uno piensa, a defender la democracia, a no callarse, porque como decía Orwell, “La cobardía es una amenaza tan grande para la libertad como la autocensura”, y en esta coyuntura vale el pensamiento de Dña. Domitila de Chungara “El peor enemigo es el miedo”, y retrotrayendo las palabras del Insigne Marcelo Quiroga santa Cruz, cuando el Gral. García Meza por entonces comandante de las FF.AA. le amenazó, decía que estaba consciente del peligro que representaba continuar con el juicio de responsabilidades al Gral. Banzer, “pero era peor tener una conciencia culpable y que no podría soportarse así mismo si no cumplía su deber”. Porque sin LIBERTAD, que sentido tiene ser de Izquierda, Derecha o Centro ???.
es verdad Sr. Mesa,estamos viviendo en nuestra Republica , como aquellos que vivieron en la otrora URSS y paises alineados a este sistema.
El menú que propone, Sr; Mesa, como resultado del cambio de paradigmas en la comunicación, es un tema para reflexionar y, sobretodo, una matriz donde los periodistas pueden encontrar los instrumentos para alimentar el avance de la sociedad abierta.
Una cosa a costatar -que de ninguna manera el un consuelo – : el actual gobierno no tiene los recursos intelectuales para desenvolverse al ritmo de la comunicacion global.
El viejo periodismo, sujeto al periódico, a la radio y a la televisión, con emision unidireccional, está vigente aún porque la gran mayoria de la poblacion no tiene acceso a internet, no utiliza efectivamente la red global, donde la comunicación es interactiva.
La brecha “digital” es en el presente lo que el analfabetismo fue hasta el siglo XX, en nuestra Bolivia como en el Congo.