Publicada en Página Siete, Los Tiempos, Correo del Sur y El Potosí
El peligro de la mirada intelectual sobre determinadas acciones del gobierno, es leer como un ejercicio de frivolidad, o una muestra palpable de la decadencia intrínseca de un proceso, lo que es, por el contrario, el resultado de un proyecto que está estrechamente ligado a la invención de un imaginario sobre el presente y el futuro, que se una fuertemente con el pasado y seduzca a la mayoría de los bolivianos.
Los ejemplos de procesos políticos del siglo XX que buscaban su perpetuación en el tiempo son muchos y elocuentes.
El gobierno del Presidente Morales ató su legitimidad como primer gobernante indígena de Bolivia a una cultura y a un lugar específico, el complejo arqueológico de Tiahuanacu. Su entronización en el templo de Kalasasaya el 21 de enero de 2006, fue el vínculo “fundacional” y simbólico con la grandeza prehispánica de los ancestros de Bolivia.
Como ocurre con frecuencia la necesidad política no coincide con la verdad histórica. El rigor y la mayor precisión posible en la interpretación del pasado no es un tema que preocupe demasiado a quienes han decidido hacer de Tiahuanacu la cuna del Estado Republicano Plurinacional. La primera premisa que quiere imponer el gobierno es que Tiahuanacu y cultura aymara son una sola cosa. De manera explícita, además, los gobernantes han hecho a un lado toda referencia al pasado inca (cultura quechua). A fin de cuentas los incas conquistaron y sojuzgaron el Collao, la Confederación Charca y penetraron de manera muy significativa en el norte y el este de nuestro actual territorio. Valga el paréntesis para decir que lo que piensen los bolivianos del oriente sobre este imaginario tampoco desvela a los ideólogos del MAS. Cuzco, el ombligo del mundo andino, está en territorio peruano; incas y Perú son un sinónimo. De ese modo los incas quedan fuera del cuadro.
Las investigaciones que han hecho hasta hoy arqueólogos, antropólogos e historiadores, coinciden en que hay un vacío entre el fin de Tiahuanacu y la aparición de los denominados señoríos collas (los aymaras) en el área de influencia del lago Titicaca. Si bien ambos pueblos se desarrollaron en torno al Lago Sagrado, hay varias preguntas en torno a la lengua y los testimonios materiales de ambas culturas. Las crónicas afirman que el idioma de los tiahuanacotas era el puquina, no el aymara. Los vestigios de una y otra cultura son formal y cualitativamente muy distintos, y no hay hasta hoy una prueba contundente que demuestre un nexo directo entre ambas. Tiahuanacu comenzó a declinar en el siglo X y desapareció entre el XI y el comienzo del XII. Los señoríos collas aparecieron en el siglo XIII y se enfrentaron a la invasión incaica en el XIV.
Pero, como se sabe, no es fácil que el trabajo académico riguroso y responsable llegue al conjunto de la población. En cambio, es extraordinariamente impactante y vale mucho más que mil libros, un par de horas de televisión que muestren la fastuosa boda del vicepresidente del Estado, ataviado con la tenida que impuso con tanta sagacidad el presidente Morales (diseño original de la modista de las elites Beatriz Canedo Patiño), con una joven y glamorosa presentadora de televisión vestida por un modisto francés con un bello traje inspirado en los dibujos de Guamán Poma de Ayala (quintaesencia del cronista indígena quechua de origen inca). La ceremonia, definida como “ancestral”, desarrolló una aparatosa simbología neoandina en la que se incluyó el agua y una balsa de totora donde los recién casados sellaron su unidad matrimonial.
No fue el capricho de quien ha perdido la brújula de sus orígenes ideológicos, no; fue el remate de algo que se echaba en falta en los dos primeros mandatarios, romper la idea del “chulla” y recuperar el concepto de la pareja como complementariedad. A ello se sumó además un ritual -inventado en su mayor parte- que fortalece la cuestión simbólica. El Estado Republicano Plurinacional tiene ahora su centro mítico, su líder que cumple la profecía del mártir Tupac Katari, su bandera que recoge los colores del arcoiris y su pareja de príncipes andinos. El círculo se ha cerrado.
Que toda esta parafernalia sea una afirmación radicalmente aymara, y que los recién casados tengan rasgos físicos occidentales, especialmente en la piel de porcelana de la novia, no parece haber marcado dificultad alguna para cientos de miles de televidentes aymaras, quechuas y mestizos, que siguieron fascinados el desarrollo de la boda más sonada del “proceso de cambio”.
Buena reflexión. En los matrimonios aymaras suele observarse todos los detalles del tiempo y las acciones de los novios. Primero, si llueve, suele decirse que vienen tiempos de amargura, si el novio se tropieza, habrán dificultades. Pero lo más grave es que los novios se muevan o caminen en dirección del sentido del reloj, eso ya es una ruptura de las normas, pues el mundo, en aymara, gira en dirección contraria del reloj. En el mundo andino, nadie se casa en un cementerio. Hagan sus conjeturas, sólo doy algunos signos que son necesarios fijarse. Por si acaso, soy aymara de una comunidad del lago.
Pese a que muchos no compartimos los actos e ideas de este gobierno plurinacional, vamos a reconocer que detras de todo esto pareciera haber varios mensajes lanzados a nuestro inconsciente.
Uno de elos es la formacion de una familia. Aca vamos a aclarar que el concepto de familia que es la base de la sociedad, estuvo muy descuidado por el gobierno de Evo, quien no es el mejor ejemplo de padre y esposo tampoco. Esta boda trata de subsanar este vacio, haya o no haya sido su intencion.
Ahora, el que haya sido en Tiwanaku es otro simbolo, intencional o no, de complacer o llegar al mayor grupo de votantes en Bolivia y en cierta manera apoderarse de ese simbolo. (astucia?). Algo que preocupa y no fue mucho motivo de reclamos, en un pais donde hay reclamos todos lis dias, fue el llevar mucha gente a las ruinas. Dias antes un funcionario de las NNUU, si no estoy equivocado, indico su preocupacion, pero paso desapercibida. Es que no existe una concientizacion de la preservacion de nuestro patrimonio.
El otro mensaje fue hacia la poblacion mayoritaria catolica y tambien a la clase urbana y porque no decirlo, a los mestizos a quienes este gobierno pretende pero no puede ignorar, por lo visto. El matrimonio en San Francisco nos dejo a todos pensando. Es que Linera volvio al redil donde fue formado? Es que la novia impuso su voluntad ante un anteriormente recalcitrante ateo? O es que todo es un calculo politico? La mayoria pensara lo ultimo. Y existe un detalle, no se casaron en la catedral donde seria correspondiente para un vicepresidente.
Uno se siente manipulado en cierta forma, pero vamos a reconocer que pese al calculo el acto del matrimonio es en si algo positivo, y vamos a respetar el mismo, no sin antes seguir pensando…
Les sugiero tomar conocimiento de un unteresante enfoque sobre este tema, proveniente de una publicación indianista. Hacer click en:
Haz clic para acceder a pukara-74.pdf