Materias Primas y Estrategia Productiva

Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 3 de junio de 2012

Es el modelo productivo el que está en cuestión en la esencia de las ofertas de cambio estructural de futuro que debe encarar Bolivia.

El debate no se centra ya en la naturaleza política de las transformaciones que permitan un salto cualitativo del país. La razón no es que el tema político haya sido resuelto, no, pero como tiende a convertirse en una rueda infinita en la que, atrapados como estamos, parecemos carecer de otras referencias que nos permitan encarar una tarea pendiente de la mayor importancia.

El diagnóstico es de sobra conocido, aunque puede llevar a conclusiones equivocadas. Somos una país extractivista y rentista que se ha condenado desde los tiempos coloniales a ser rehén de sus riquezas naturales. Como en una curiosa maldición Bolivia, cuando todo parece indicar que llegó al límite del agotamiento de esas riquezas, descubre siempre una reserva nueva que sustituye a la anterior. A partir de ella construye el frágil andamiaje de la explotación del recurso en un circuito que pasa por la ruta impuesta desde la metrópoli, o por los intereses de los empresarios que se benefician de ella, o simplemente por las opciones más o menos limitadas que tiene el Estado para la colocación de su producción.

Una lectura inmediata es la de que no tiene sentido exportar la materia prima en bruto, hay que darle valor agregado, hay que hacer posible una industria de transformación que pueda lograr un salto hacia una industrialización más compleja, que permita apostar por productos terminados.

Tradicionalmente el paradigma fue cumplir el paso indispensable de desarrollo: la industrialización con un objetivo ideal, la industria pesada. Ese estadio es hoy historia, particularmente para naciones pequeñas, pobres y muy poco avanzadas. Aún en países latinoamericanos de peso específico mayor, la tarea clásica de la industrialización no se ha podido concretar, sobre todo por las características y límites de sus avances en ciencia y tecnología, que las obligan a la importación de “know how”, a la transformación parcial, a la fabricación de piezas y partes, salvo excepciones, en las que hay avances en tecnologías propias (sobre todo algunos rubros en Brasil y México).

En un contexto como el de hoy en el que los precios internacionales de materias primas han subido de manera significativa y se ha dado una mejora sustancial de los términos de intercambio, aún en la hipótesis más que probable de una depresión parcial de precios –que no se dará en el rubro de la producción alimentaria-, la tesis de que la exportación mayoritaria de materias primas es una condena al desastre por su fragilidad (precios internacionales, demanda, características de la estructura productiva mundial), no parece ni deseable ni posible buscar una sustitución radical de ese modelo.

¿Es que hay un camino intermedio?

Si les preguntáramos a los canadienses o australianos, por ejemplo, nos responderían que sí. Madera, petróleo, gas natural, variados, minerales, carbón… son parte fundamental de su estructura exportadora. Por supuesto, ambas naciones, suman componentes de maquinaria y manufactura sofisticada en su total exportador, pero lo que importa es que son economías sostenibles en lo que toca a sus materias primas porque han llevado adelante una importante inversión en investigación, innovación y desarrollo tecnológico vinculado a lograr mayor eficiencia, productividad y elaboración de calidad en aquellas materias primas que son esenciales en su economía de exportación, al punto que pueden responder con coherencia a vendavales exógenos.

Guardando las gigantescas distancias, lo fundamental de esta experiencia es comprender que una matriz productiva adecuada para Bolivia no puede ni debe prescindir de la importancia actual y futura de nuestras materias primas, siempre y cuando esté apoyada en una política clara de impulso de mecanismos de mayor eficiencia, transferencia tecnológica, respuestas adecuadas a las características de contexto de nuestra producción para lograr mejores rendimientos, y procesos que permitan valor agregado a esos productos primarios.

Los logros de nuestra agroindustria, que ha mejorado significativamente a través de aplicaciones biotecnológicas, ingeniería genética,  uso adecuado de la tierra etc., prueban que se puede buscar y encontrar resultados sin romper una estructura exportadora ya tradicional, que puede garantizar buen rendimiento, rentabilidad y sostenibilidad.

Es inexplicable por eso, que Bolivia país de tradición histórica minera (más de cuatrocientos años en la actividad) haya recogido tan pocos frutos de su propias tecnología pasada y de los experiencias de explotación, transformación y exportación en el rubro.

Es indispensable que la empresa estatal del petróleo busque mayor eficiencia, calidad de trabajo, resultados que no estén referidos a hinchar la empresa de empleados, de burocracia y de apuestas sólo políticas. Sería un pecado que ya que no se ha nacionalizado nada, no se aprenda del trabajo de las transnacionales que están en el país.

Los recursos naturales no son una maldición, son un hecho al que hay que sacarle provecho de largo plazo.

2 comentarios en “Materias Primas y Estrategia Productiva

  1. Quisiera compartir brevemente una vision un poco diferente de este tema.
    Tres puntos a comentar, estimado Sr Mesa.
    Tradicion minera, quizas, si vemos a la colonia espanhola que sagradamente y con sangre de nuestros nativos y otros esclavos traidos de Africa, mandaba puntualmente cargamentos de mineral que laboriosamente estos colonizadores extrajeron por siglos, rumbo a Espanha. De donde salieron los castillos y las abadias? Pues no fue del ahorro del sufrido pueblo espanhol, no.
    Pero mas alla de entrar en definiciones de si somos o no una nacion con tradicion minera. hay otro punto que quiero tocar en este tema.

    Y es el hecho implicito, en su articulo, que como bolivianos no hemos sabido desarrollar el potencial de nuestros recursos naturales. Encuentro una actitud autocastigadora, un dedo que nos senhala como los causantes de nuestra propia desgracia.Y eso siempre nos han hecho pensar, con la religion, con la colonia y finalmente con los gobiernos que obedeciendo los consejos de expertos extranjeros nos mantenian en la pobreza fransicana.

    Ud. menciona a Australia y Canada. dejeme comentar sobre este ultimo ya que radico en este pais por un tiempo y he visto que «El leon no es como lo pintan».
    Canada, con sus arenas bituminosas y toda la contaminacion que ello implica, basa el 90% de sus exportaciones con su vecino del sur. Y aplica tecnologia para extraer materia prima en cantidades industriales, para satisfacer a ese gigante.

    Asi, aunque no nos guste admitirlo la economia de estos paises no se basan en exportar celulares Blackberry (la unica marca canadiense) sino en exportar madera, petroleo pesado y energia contaminante.

    Ya lo ha dicho sabiamente Eduardo Galeano, «nos equivocamos cuando pensamos que los paises asi llamados en desarrollo, somos chiquitos, porque nos quedamos atras, nos quedamos a medio camino… No! Nuestro subdesarrollo es la consequencia logica de un saqueo indiscriminado por siglos, y que lamentablemente, continua».

    Debemos sacarnos de la mente esa idea de compararnos con esas naciones asi llamadas desarrolladas. Preguntemonos que es ese desarrollo? Es acaso una vida comoda, con tendencia a la obesidad y al sedentarismo? No es acaso el cultivo de la mente y la virtud? Al menos ese era uno de los objetivos que los griegos pregonaban en los inicios de la civilizacion occidental.

    Y eso precisamente, distinguido Sr Mesa, es lo que esta cambiando en Bolivia, esa es la revolucion, sacarnos de la mente ese afan de compararnos con los desarrollados, crear una perspectiva, quitarnos el velo, y no ir en busca de un camino que no lleva sino a la destruccion de nuestro habitat, y por ende de nuestra civilizacion.
    Saludos cordiales.
    Jaime
    P.D.- Pido disculpas por la falta de acentos, mi teclado esa en ingles y ya me mal acostumbre a escribir en espanhol con esas limitaciones.

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