Alrededor de la Noria

Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 29 de abril de 2012

Uno de los ejercicios más frecuentes de quienes pretenden sacar conclusiones de los conflictos sociales, es calcular cuán fortalecidas o debilitadas salen laspartes en conflicto, léase el gobierno por una lado y los “movimientos sociales” por el otro.

 “Tumbar al gobierno” es una de las posibilidades que desde las crisis iniciadas en 2000, se considera como parte inherente de la política boliviana tras la dictadura. Después de casi veinte años de estabilidad democrática con gobiernos que terminaron sus mandatos a pesar de las tensiones sociales, volvimos a la “tradición” de la volatilidad política como elemento dominante de nuestra historia. Morales pareció retomar la senda de la estabilidad, pero con una lógica confrontacional muy evidente.

Mirado así,  el respeto a la legalidad de los mandatos presidenciales es en realidad la anomalía y la política en las calles es lo que manda y lo que debe mandar. Es el producto de la deificación de los movimientos sociales y de la incuestionable “justeza y legitimidad” de sus demandas, que no debe parar mientes ni siquiera a la hora de exigir la salida de los gobernantes elegidos democráticamente. No puede este gobierno quejarse demasiado porque se construyó sobre la algarada de la calle y sobre la presión contra el sistema, con el uso de mecanismos como el bloqueo, la violencia organizada y la presión hasta donde esta pueda llegar.

Pero por muy cierto que sea aquello de que el bloqueador bloqueado debe atenerse a sufrir las consecuencias de una dinámica que él mismo construyó, no debiera servirnos de justificativo y menos de consuelo. No es una buena noticia que estemos enredados en este callejón sin salida de la rueda perversa que se alimenta de violencia e intransigencia ilimitadas. No es un argumento para sonreír repetir hasta la saciedad que quienes siembran vientos cosechan tempestades, porque detrás de esa verdad evidente se esconde un gran fracaso histórico, del que el primer responsable es el gobierno, pero del que son también responsables quienes con la bandera que sea lo acorralan en un camino sin destino.

¿Cuál es el objetivo de llevar las cosas siempre al límite? ¿Sacar al Presidente del gobierno? La respuesta inmediata será que no, que ese no es el objetivo. Lo fue sin embargo en 2008 y a punto estuvo de lograrse. ¿Podrá ocurrir algo así antes del 2014? En una primera lectura de la realidad la respuesta es que no. Pero este es realmente el punto central que debemos considerar ¿Por qué debiéramos siquiera contemplar esa posibilidad? Si un gobierno que ha obtenido el 64% de los votos tiene que enfrentar la crisis como parte de su vida cotidiana ¿qué podemos esperar del futuro después de Morales? ¿Se ha puesto a pensar alguno de los líderes de la oposición, o alguno de los ciudadanos que desea ver la caída del Ejecutivo, qué escenario nos espera una vez que haya terminado el ciclo político inaugurado en 2006? ¿No nos percatamos que este monstruo se alimentará con mayor facilidad de la carne y los huesos de quienes hoy se enfrentan al actual gobierno?

La situación de graves tensiones sociales, de una ruptura cada vez más evidente entre Estado y sociedad, de la conflictividad como una epidemia, no es otra cosa que la tediosa repetición de un libreto que ha sido una constante histórica de largo aliento pero que tiene características casi idénticas desde la guerra del agua. Lo único que cambia son los nombres de los líderes de las partes en conflicto, y las fechas de estos. Da lo mismo quien sea el Presidente, o los dirigentes sindicales, o las cabezas de la oposición. No interesa si unos se reputan de “neoliberales”, de centristas o de revolucionarios. Tanto el mandatario y sus colaboradores, como los líderes de las juntas vecinales, o la COB, o la CSUTCB, repiten exactamente los mismos argumentos. El Presidente Morales suscribiría como suyas las amenazas que hoy recibe desde la calle, y los métodos de bloqueo y asedio a los que es sometido. De igual modo, el Presidente usa los mismos argumentos que varios de sus antecesores en el cargo para defender su posición: el perjuicio que los bloqueos le causan al país (sí, aunque increíble parezca) y los móviles “políticos” de quienes lo asedian.

No me alegro por ello, porque más allá del gobernante de hoy, constato con amargura que no hemos avanzado un milímetro en lo más importante, la construcción de un tejido basado en el respeto, la tolerancia, la idea de que hay una ley superior que debemos obedecer y que todos tenemos tanto derechos como deberes, y que la responsabilidad es una condición sine qua non para construir democracia, de derecha, de centro o de izquierda. Un gigantesco fracaso histórico.

Este ciclo de violencia pasará dentro de unos días, habrá un  paréntesis de calma para que los contendientes tomen aliento, y volverán a hacer girar la noria, empujándola como acémilas que dan vueltas moviéndola y pisando sus propias  huellas en una rutina infernal.

4 comentarios en “Alrededor de la Noria

  1. Luego del desvarajuste que nuevamente vive nuestro pais, correspondera a los bolivianos seguir adelante en busca de la institucionalidad y el respeto mismo que merecen tanto los gobernantes como los gobernados, por lo que al final de todo lo menos que interesara sera quien salio fortalecido o debilitado, ya que el unico que perdio fue nuestro pais.

  2. Mmu de acuerdo con que hay una ley superior quite debemos obedecer. Estimado Carlos, usted en su gobierno, su de algo se ha caracterizado es erran obedecer la ley. Y desde ese contexto, fue injusto que los movimientos sociales hubieran presionado para derrocarlo. Pero, ¿que se puede decir de un gobierno que no respeta las leyes, ni siquiera las leyes que el mismo promulga? La regla de «meterle no más», es al final gobernar en la misma forma en que se llegó al poder. Entonces, parece inevitable que, al igual que llegó, al igual que gobierna, así terminará. Si no fuera así, también sería una injusticia. ¿Cómo puede un pueblo respetar al que no respetó? ¿Cómo puede un pueblo respetar al que no respeta? Un gobierno que públicamente reconoce que «muchas veces no hace las cosas legales» y que «para eso están los abogados para arreglarlo» no merece que el pueblo respete las leyes. Una pena, pero nos falta aún mucho por andar, sin embargo, el respeto por las leyes debe empezar por los gobernantes. Si no fuera así, el mundo estaría al revés, las palomas le estarían disparando a las escopetas. ¿Imagina usted un colegio donde los estudiantes sean educados y los educadores no lo sean? Así sería un país donde el pueblo respete las leyes y las autoridades no lo hagan.

  3. Ese es el punto, lo importante es el pais, no quien gane o pierda. Nos estamos jugando nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos con la intransigencia. El problema es que no tenemos otra figura que haga el contrapeso a Evo y no es sabio hacerlo todavia porque la maquinaria del gobierno se encargaria de arrollarlo. Pero no estamos solos, estamos confiados en nuestro Padre, Dios, que no abandona al que lo invoca. Bolivia tiene mucho que dar todavia y saldremos adelante.

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