Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 2 de octubre de 2011
El TIPNIS ha entrado en la historia por la puerta menos esperada. Durante más de cuarenta días el Presidente Morales tuvo no una, sino muchas oportunidades de evitar un desenlace provisional tan penoso como el que se ha producido y las rechazó todas. ¿Por qué?
La respuesta tiene relación con su propia naturaleza. La imposibilidad de Morales de entender qué es lo que realmente significa ser el primer Presidente indígena, la falta de sensibilidad del mandatario en torno al concepto de qué son las “naciones” indígenas y los derechos que por ese carácter están explícitos en la Constitución que promulgó. Vuelve a ponerse en evidencia la visión autoritaria de quien entiende la vida, el sindicalismo y la política como una guerra, como una apuesta al todo o nada, como una permanente ruptura basada en el uso de la fuerza. Amigo-enemigo, a eso se reduce la lectura y la lógica de la disputa por el poder.
¿Entiende el Presidente qué es ser indígena? Los hechos recientes parecen demostrar que no en lo esencial. Ahora vemos que asumió siempre el discurso de las reivindicaciones indígenas en tanto estos fueron y son oprimidos y explotados por los poderosos, en tanto fueron discriminados por los no indígenas, en tanto pobres y desposeídos; es decir, sólo como parte del discurso que se podría aplicar de modo genérico a todos los pobres y marginados del país, sean indígenas o no.
El problema del Presidente es que no lee el ser indígena en lo profundo. No podría seguir, por ejemplo, la compleja lógica andina de sus ancestros, la del urin y el anan, no ha hecho suya una visión de mundo, de espacio y tiempo personal y colectivo desde una cultura y una lengua específicas, desde la interrelación individuo-comunidad (que no es la del sindicato ciertamente). La construcción de una identidad a partir del ser indígena, es una pertenencia del alma que no es transferible.
Quizás recién ahora descubrimos lo más importante, lo que define a alguien de acuerdo a cómo mira, piensa y trata al otro, y de acuerdo a quién considera el otro. La perspectiva del Presidente es la del mestizo, no la del indígena, porque simple y sencillamente su vida se construyó en la cultura mestiza de Bolivia, basada en los valores de incorporación a la sociedad desde el mestizaje.
Esta carencia es aún mayor con relación a los pueblos de los llanos porque con ellos hay una distancia no sólo desde el mestizaje, sino tomando partido cuando no debía tomarlo, por quechuas y aymaras. Pero en este punto el conflicto del TIPNIS demuestra algo más, que el razonamiento de la mayoría indígena andina responde a patrones de “modernidad” – aunque suene paradójico- claramente anacrónicos, no al imperativo de vinculación espiritual y humana que permitieran hacer lo que se suponía era una de las razones más importantes de la llegada al poder de Morales, el reconocimiento del otro con todas sus implicancias, entre ellas la necesidad de comprender que la forma de ver el futuro y de encarar el “vivir bien”, puede perfectamente pasar por una lectura no desarrollista ni modernizadora, que para mal de males está estancada en la segunda mitad del siglo XX y que no se resuelve con el falso dilema carretera sí-carretera no.
Quienes inventaron esta maquinaria de “cambio” no han entendido su propia entelequia, la de las supuestas treinta y seis “naciones” que conforman Bolivia. Han entendido menos todavía el suma qamaña que es –lo habíamos advertido- literatura, humo. Nunca tuvieron un compromiso real con una mirada diferente de la de Occidente (el del siglo XX) con relación a la ecuación ser humano-naturaleza.
Colonizadores indígenas y cocaleros son portadores de los peores lugares comunes sobre el progreso, tienen la idea más depredadora del medio ambiente que acompaña las viejas premisas del crecimiento, basado en el más duro mercantilismo del uso de la tierra y en el inmediatismo de costo-beneficio de la economía de la coca, tan característico y perverso como modelo.
Pero lo peor de todo es que el ancla más fuerte del Presidente y el gobierno es el autoritarismo. No sólo no entiende al otro, su hermano (palabra que hoy los indígenas de tierras bajas rechazan por su impostura), sino que la cultura que se ha ratificado después de la represión a la marcha del TIPNIS, es la de una pulsión más fuerte que cualquier otra, la de imponer, asumir que el poder te da derecho a todo. Morales hereda una larga historia, la prehispánica, la colonial y la republicana, las más de las veces despótica. Suma la totalidad de esa tradición milenaria que revela algo que muchos se niegan a aceptar, que también el mundo precolombino era de un verticalismo secante.
El Presidente muestra que no ha hecho suya la cultura de la libertad, del derecho a la discrepancia e, igual que algunos de sus predecesores, no entiende al otro porque –como tantos compatriotas- es hijo de una tradición de mirada única, una de cuyas carencias es precisamente la de entender y respetar la diferencia.
El TIPNIS se conviritió una bandera politica para la oposición y tiene grandes intereses económicos para los que usufructuan del lugar.
-Pregunto, a quién o a quienes importa la vida de los «hermanos» indigenas LIMONEROS DE-NORTE-POTOSI? que viven en la ciudad, en nuestras narices, sin techo, sus hijos sin educacion, viviendo de las limosnas, sobras de comida y el odio cotidiano.
Acaso la Constitucion Politica del Estado, sirve para unos «hermanos indigenas (hasta se fabricó este slogan político)» y para otros no?
Un gusto leer este artículo y reencontrar al Carlos Mesa periodista
Uno de los mejores artículos de Carlos Mesa. Detalla con maestría y conocimiento, los vacíos intelectuales, sociales, filosóficos y políticos de Evo Morales. Todo el discurso del gobierno (retóricamente prolijo y coherente con los tiempos del cambio) cae en un abismo práctico,destinado a ilusuionar y enceguecer a los ciudadanos. Felicidades Carlos. Atte.El cuervo.
Masista que escribes de los indigenas del norte potosino, es precisamente por culpa que del falso indigena Evo Morales que cotinuan asi, este nefasto persoanaje se gasta la plata del pais en viajes tontos a Venezulea Islas Fidji Europa etc. llevando a su sequito, gatsando la plata que administratciones pasadas propiciaron, sin atender el requerimeinto de bienestar trabajo salud etc que Bolivia necesita, lo unicos que lo defineden son sus acolitos lame botas que por dos pesos traicionan a la patria.