La Pesadilla del Desorden

Publicado en Página Siete y Los Tiempos el 17 de abril de 2011

La construcción del orden es quizás en la Bolivia del siglo XXI la tarea más importante que debemos encarar, y a la vez en la que hemos fracasado de manera más estrepitosa.

En los tiempos románticos de la Revolución, aquellos del Che y del mayo francés, la idea del orden era en sí misma un anatema para cualquier joven inflamado de progresismo y empapado de un concepto, el del cambio. Se luchaba contra un orden reputado de conservador, de inmovilista, de disfraz para preservar los intereses de los opresores, un mecanismo que permitía que unos pocos vivieran a costa de muchos.

Cuando, ya en democracia, surgió un imparable movimiento contrario al poder establecido, se cantó a la Revolución a través de una entelequia fascinante, la de los “movimientos sociales” que como ángeles de justicia aparecían serpenteantes por los caminos de Bolivia. Las masas iban a imponer el verdadero cambio, el de la inclusión, el de la igualdad, el del orden de los que habían esperado por siglos la hora de la justicia.

Quienes creyeron entonces que había que defender al costo que fuera el orden democrático vigente, fueron arrasados por esas masas tras una acción represiva desmesurada que dejó una profunda herida en el país.

Se plantó así la inmensa bandera del cambio, de la “revolución” en democracia. Ese pendón flameó con toda la fuerza de la esperanza y el radicalismo de quienes llegaban para transformarlo todo (por enésima vez en nuestra historia).

Había que destruir el pasado, no dejar piedra sobre piedra del edificio construido por quienes representaban un pasado negativo y corrupto.

Lo que en la superficie parecía tan evidente, dejaba de lado, como tantas veces antes, el verdadero meollo de la cuestión. Para construir cualquier sociedad, en cualquier dirección, sobre la premisa que sea, es indispensable primero haber construido un pacto esencial, el que permite a los ciudadanos comprender que nada es posible si no se aceptan como buenas unas determinadas reglas de convivencia. Esas reglas no son otra cosa que la ley. ¿Qué ley? Aquella que el pueblo organizado se da a sí mismo a través de quienes lo representan. La premisa de oro de esa regla es que todos quienes la han promovido, aprobado y en consecuencia aceptado, están dispuestos a acatarla. No sólo eso, también aquellos que siendo minoría no la comparten o incluso la rechazaron en su momento, dadas las condiciones previamente acordadas, también están dispuestos a acatarla. Para que eso ocurra tiene que haber algo fundamental, una conciencia trabajada en el tiempo, mediante la educación, mediante la práctica diaria, mediante el ejemplo, mediante el mecanismo de prueba y error, y mediante la experiencia de sus resultados.

Hoy comprobamos que Bolivia nunca construyó realmente una idea universal y creíble de la ley. Los pocos esfuerzos realizados en el tiempo pecaron de una mirada elitista primero y voluntarista después. El esfuerzo por construir y fortalecer instituciones fue tardío y se desmoronó ante la avalancha del espejismo de la democracia de las calles.

La mayor ironía es hoy que quienes llegaron al poder desde las calles, encumbrados en buena medida por su olímpica negación de un orden, forjados en las marchas, en los bloqueos, en la dictadura brutal de los activistas sobre el común de los ciudadanos, no sólo no fueron capaces de construir un nuevo y profundo orden “revolucionario”, sino que son amenazados por el mismo circuito de sinrazón, violencia y desprecio, no por un orden determinado, sino por cualquier tipo de orden.

El ejemplo, la educación, la práctica y los resultados obtenidos, han ido exactamente en la dirección contraria a la de cualquier sociedad organizada con un mínimo de racionalidad. La actitud soberbia de pisotear la ley, la que esos mismos “movimientos” vitorearon en su día, se campea todos los días. Lo que vivimos en una determinada coyuntura temporal nos puede llevar al error. La explosión de protestas callejeras, más allá de las razones que las motivan, no es una excepción, es parte de una terrible regla a veces soterrada a veces terrible, pero siempre cortada por el mismo patrón. La ley no se cumple, se negocia, el pacto social ni existe ni existió, fue simplemente un sainete. Peor que eso, se desmorona también la idea de la legitimidad de quienes gobiernan. No hay legitimidad refrendada por el voto que resista este desorden crónico, esta patología que confirma la profunda anomia de la sociedad boliviana, una situación que amenaza con convertirse en un verdadero freno para concebir un futuro, no este futuro propuesto desde el poder circunstancial, sino cualquier futuro.

No cabe seguir en el engaño. La enfermedad del país es profunda y muy grave. No se cura con declaraciones retóricas ni con una mecánica democrática que sólo araña la superficie. La pesadilla del desorden como parte de nuestra vida es una realidad.

O plantamos democracia en las mentes de nuestros hijos, o simplemente tendremos que aceptar este delirio ciego de un camino a ninguna parte.

6 comentarios en “La Pesadilla del Desorden

  1. Totalmente de acuerdo con todo lo que expresa presidente Mesa, quisiera no obstante resumir unas breves ideas.
    Creo que todo lo que acontece en el país es fruto de la crisis del estado institucional, justamente por no haberse institucionalizado.
    Esta crisis no es de responsabilidad del actual gobierno, viene de lejos y es más, el gobierno no solo no es la causa sino la consecuencia de este estado.
    Lo «movimientos sociales» que aún no me queda claro qué y quiénes lo componen, para el conflicto actual son una minoría, pues 80% del empleo en Bolivia es informal (coca, cooperativas; contrabando, gremiales) e ahí la base neoliberal del gobierno.
    Creo que democracia es el acto electoral y no es lo mismo que estado derecho y el país está huérfano de este estado. De ahí que el gobierno es fuerte, justamente porque el estado es débil.
    Por último, es que todos estos disfuncionamientos, que al ser tantos son la norma, tienen obviamente un límite.

    Felicidades por su tesón en pos de un mejor país, eso motiva.

    Mis atentos saludos!

  2. Sr. Carlos no es necesario ser sarcastico o ironico, ahora tenemos que plantar democracia en las mentes, que tipo de democracia?? esa democracia de moldes norteamericanos? donde se elige si la Cocacola o la Pepsi va a donar money a los colegios a cambio de publicidad gratis y consumo masivo. O debemos plantar esa democracia de los «transfugas» y oportunistas para llenarse el ego y los bolsillos y acumular beneficios individuales, le pregunto tenemos que plantar esa democracia con la politica privatizada donde el lider tiene que tener los dolares para «ser» el «hombre», esa democracia de la politica como puro calculo de satisfaccion individual y familiar, esa democracia de alquiler de asesor por $us 30,000 diarios para ganar una eleccion ?
    Infelizmente esta herencia maldita nos dejaron, teniendo mas de 25 años continuos, ahora tenemos que que llevar la pierda redonda cuesta arriba y justo cuando estamos llegando cae y a comenzar de nuevo, mientras pensamos en construir una democracia para todos, por que esta democracia, la actual pertenece a los movimientos sociales a los indigenas, por ahora a aguantarnos nomas pues con la piedra redonda, tuvimos la oportunidad y no quisimos o no supimos.

    • De que democracia hablas Gustavo? Acaso de esa que nos impone un lider caudillo, y que quiere imponernos que Evo y solo él es el único que puede gobernar? Acaso de aquella que defiende que sólo pueden elgirse alcaldes y gobernadores del Mas, o sino se los saca via golpes de estado institucionalizados? Acaso de aquella democracia que se gasta todo nuestro dinero en propaganda y en seis años no ha podido construir ni una sola empresa realmente productiva?O la de Justicia a la carta que sólo funciona para beneficio y privilegio de los masistas y sus fans?

      Puedo seguir, Gustavo! Sin embargo, te recuerdo que seis años sirven para sacar una carrera universitaria y una maestría, o dos doctorados, o tener cuatro hijos, o ganar seis campeonatos. Porqué, entonces, nos piden a nos que no tenemos partido y nunca lo tuvimos que les dejemos gastar nuestro dinero en espejitos de colores? Es mucha maldad Gustavo. No lo dudes, este gobierno se va, ya nomás, porque pueden matar a algunos (ya van más de 100), pero no pueden matarnos a todos.

      La diferencia entre hoy y hace seis años, es que solitos han mostrado la verdad de sus acciones. Dicen que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Esta realidad de hoy, nos demuestra que así es. Vivimos en el infierno, y si ustedes lo quieren, arderemos todos.

      A veces, Gustavo, es mejor dar un paso al costado cuando uno no sabe qué hacer, para que la historia no los juzgue con demasiada crueldad. Has hablado con la gente en el micro? Te dirán cómo sufren. Vayanse, no es lo mejor, pero es lo único que les queda.

      • Al final de tu opinion dices que nos vayamos como si yo fuese «masista», pero no dices que tipo de democracia tenemos que plantar.

        Si que quieres que los «masistas» se vayan hay que derrotarlos en la urnas nomas pues, por que pedir a la clases medias «acomodadas» a que bloqueen calles, caminos, marchen, hagan huelgas de hambre, para derrocar, derrumbar, para bajar al indio del poder, es pedir peras al olmo.

  3. Presidente:
    Las cosas en nuestro país, por mas amor que sintamos por él, estan al revés. El principio de mínimo esfuerzo se ha apoderado, no ahora, sino hace mucho tiempo de todos los estratos en nuestra sociedad. La corrupción, que garantiza el citado principio, campea en nuestro medio y es lo único que, sea quien sea el interesado, es incapaz de bloquear. Considero que el origen de nuestros problemas se halla en la falta de educacion y cultura de nuestra gente. Falta de educacion alentada siempre: antes por mantener alejado de cualquier escenario de opinion a ciertos grupos y ahora por que resulta mucho mas facil manejar gente exacerbando sus rencores. Esto se acabara cuando los hijos de sus hijos decidan por fuerza de educación cambiar su modo de pensar. Tal parece que siempre vamos a vivir en un PROCESO DE CAMBIO. A todos nosotros nos interesa el CAMBIO. Obviamente no sabemos en que nivel del proceso nos encontramos y eso resulta ser especialmente util para aquellos que se desgañitan en discursos y juran que pelean contra la falta de educacion en el país por ejemplo. Seamos serios, nadie mata a quien lo mantiene.

  4. Que verguenza que existan persona como ese senor gustavo que antepongan sus intereses personales y sus resentimientos frente a bien comun
    No x q lo diga carlos mesa pero és que acaso no ven el tremendo descalabro q hizo evo morales? Me falta memoria para mencionar tantos errores garrafales que cometieron y siguen cometiendo, este pais esta de cabeza y NADIE esta mejor que antes, solo los narcococaleros
    És terrible y algunos sujetos siguen defendiendo lo indefendible. No soy ni masista ni neoliberal, soy una persona que busca el bienestar de sus hijos que por ahora se ve negro
    Pronto saldra el sol para todos nuevamente y la sensatez prevalecera…
    LM

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