Publicado en Página Siete y Los Tiempos el 26 de diciembre de 2010
Doy vueltas y vueltas en torno a las razones que explican el momento que está viviendo el país y creo que es inevitable la conclusión de que confluyeron un conjunto de elementos que lo hacían no sólo inevitable sino necesario. Pero no acabo de cerrar la idea de si se trata de la culminación de las transformaciones de 1952, idea que parece la más evidente y clara, o si por el contrario, se trata de un proceso diferenciado y de ruptura. A efectos de lo que vivimos, sin embargo, la reflexión puede ser innecesaria
Está claro que enlace o ruptura deben partir de la premisa de que en la historia no existen ni enlaces simplistas ni rupturas radicales. La continuidad de cualquier proceso social es más que evidente y la relación de causa y efecto siempre encadena los hechos. La reflexión tiene otra naturaleza y se refiere a aquellos elementos que nos condujeron a este desenlace.
Quizás uno de los aspectos más interesantes de este momento sea el contexto. Dado que llegó cuando en el continente la democracia es un valor reconocido intrínsecamente, el traumático final del sistema político y los valores inaugurados en 1982, tardó no solo el periodo 2003-2006, sino que fue consumado hasta su práctica aniquilación hacia el 2008.
Quienes llegaron desde fuera del sistema democrático y lo tomaron por asalto (valga la metáfora), no deseaban un camino democrático verdadero y se dieron cuenta muy pronto que bajo las reglas de juego de una democracia real, era imposible la aplicación e imposición de la conquista del poder total.
Valga aquí una reflexión de fondo. Toda propuesta revolucionaria tiene dos objetivos últimos: el control absoluto de todos los poderes y la permanencia indefinida en el gobierno. La argumentación es simple. La ética revolucionaria parte de la premisa de que lo que se está haciendo es la construcción de una sociedad ideal. Si se tiene éxito en esa construcción, sería absurdo que, conquistado el paraíso social, se lo entregue por la vía del voto a quienes pueden destruirlo. Como hoy vivimos tiempos distintos a los del siglo XX, el poder establecido inventa una nueva forma de “democracia” apañada en un puro celofán exterior que disfraza el autoritarismo. Se guardan las formas, a la vez que desde dentro se destruye la esencia de las instituciones democráticas y su fin, garantizar a los ciudadanos sus derechos básicos.
Esta abstracción se volvió experimento brutal a lo largo de la historia, pero muy especialmente en la centuria pasada, y ha demostrado ya su absoluto fracaso y su fin inevitable y generalmente terrible para quienes lo aplican y para quienes lo sufren. Hay un quiebre imposible de superar en ese intento estéril, el de la lucha por la libertad. La libertad es uno de los móviles más poderosos del ser humano. Todo argumento que ha tratado de supeditar la libertad individual como signo del egoísmo y mezquindad a favor del bienestar colectivo, ha terminado destruyendo cuerpos, almas y vidas, y lo ha hecho de un modo tal que ha cobrado para lograrlo millones de vidas.
Ahora bien, es bueno subrayarlo -y aquí retomo el hilo de la reflexión- que la otra abstracción, la de la democracia vacía de contenidos reales, de búsqueda de justicia, inclusión e igualdad, termina donde termina. En países muy pobres y muy injustos, la democracia como única respuesta es insuficiente. El mercado salvaje, la libertad de empresa sin límites, el estado autista, son disparates tan grandes como el megaestado ineficiente y sin rumbo y los mecanismos trituradores de los poderosos que imponen un discurso estruendoso y único, y que proponen la hegemonía de unas “naciones” sobre “otras”.
El problema se da cuando se plantean falsos dilemas. Luchar contra el totalitarismo no es defender el capitalismo salvaje. Pelear por la libertad no es apoyarse en el individualismo secante. Hay, con absoluta certeza, un horizonte democrático de alternancia en el poder, de justicia y equilibrio que limite las tentaciones totalitarias. Hay un futuro posible mejor que esos dos extremos a los que nos llevan siempre los discursos demagógicos. La ética revolucionaria es implacable y enemiga del humanismo. Ese es el meollo del problema.
Quizás sea más duro y más largo hacer de la sociedad boliviana una sociedad mejor en libertad. Para ello ya hemos aprendido algunas lecciones que nos han enseñado quienes hoy gobiernan. El retrato de las mayorías no puede ser sólo un retrato, tiene que ser una verdad aplicada, algo que aún está muy lejos de ocurrir para esa mayoría, pero el camino sin duda está trazado. La movilidad de la sociedad, la conquista de la igualdad y el sentido de respeto al otro, son tareas pendientes pero en pleno desarrollo. Desde antes de 2006 dirán muchos y tendrán razón, pero hacía falta explicitarlo. Lo que todavía no está claro es si la mayoría de nuestros compatriotas lo ha entendido, lo que sí lo está es que los métodos gubernamentales son los menos adecuados para lograrlo.
El cambio implica todos esos ingredientes, siempre y cuando sepamos algo que no cambiará nunca, que el espíritu humano es indomable y que el ser humano integral sólo podrá existir cuando se combinen sabiamente la libertad individual con la libertad colectiva.
Me parece una reflexión altamente valiosa pero que se centra en mostrar un solo lado de la historia. Después de todo también el MNR tomó por asalto el sistema político el 52 y se afianzó al poder de una forma incluso más escandalosa y sangrienta que lo que actualmente se está viendo.
Otro ejemplo de toma del poder por asalto es el caso de Goni y las elecciones del 93, tenemos que recordar que el MNR fue «comprado» en esa ocasión y todos los militantes rosados ayudaron (lo hayan deseado o no) a poner en el sillón presidencial a un representante de una oligarq
Son refelxiones interesantes pero que muestran un solo lado de la moneda, hay que recordar que el MNR también tomó por asalto al sistema político el 52, aferrándose al poder de una manera mucho más escandalosa y sangrienta que lo que se ve hoy.
Otro ejemplo es el del 93 y la eleccion del Goni, que si bien accedió a la presidencia mediante las reglas democráticas inspiradas todavía en el modelo oligárquico, se valió del mismo MNR «comprándolo» y con la complicidad de dirigentes rosados
Hay que hacer una precisión.
Se supone que este gobierno marca un cambio histórico, un cambio ético y un cambio en la dirección para terminar con un pasado que no se debía repetir.
La lógica de análisis crítico no puede partir de que si en el pasado hubo hechos reprobables, no se puede criticar los hechos reprobables del presente.
En lo que a mi toca, m vocación democrática, de respeto a las institucioones, de respeto escrupuloso a los derechos humanos y mi lógica de que el humanismo y la tolerancia son los únicos caminos posibles de una democracia real, me permiten escribir lo que escribo.
Quien pretende dar clases de ética (Moralesy el MAS) debe dar ejemplo de cambio real. El pasado mal encarado nunca puede ser una coartada para justificar el presente.
Me parece que es mas facil identificar errores o los problemas existentes.
Y un problema continuo entre politicos es defender losuyo o criticar al adversario, bueno no se si es un problema o parte de la politica.
La descripcion que tu haces es interesante pero discutible i muchos conceptos subjetivos.
Mi pregunta es que metodos deberia tomar el gobierno segun tu, para ir a la conquista de la igualdad i el respeto por el otro, y para que el ciudadano boliviano pueda enteder estos conceptos? y yo voy mas alla,para poder entender que uno piense diferente no quiere decir que esta equivocado, solo piensa diferente. La igualdad no solamente entre personas, sino tambien la igualdad entre mujeres, que no haya «senoras» y por otro «trabajadoras del hogar» que no haya «doctor»ni «senor».
Las democracias vacias no crean paises pobres, en paises pobres y desiguales nacen ese tipo de democracias.
Saludos y gracias.
La política es un arte mayor.
Es legítimo, más aún habiendo ejercido la política, expresar opinión y diferencia en torno a un gobierno o a un sistema.
El error histórico a propósito de la democracvia ha sido afirmar que esta no es viable en países pobres y que en realidad lo que hace es agudizar los problemas y las diferencias.
Si fuera verdad las «democracias populares» como la de la URSS, la de Europa del Este, Cuba, o Corea del Norte, hubiesen o sobrevivido (la mayor parte se hundió en su fracaso dictatorial) o garantizarían igualdad. El caso de Cuba, ha demostrado ya sus limitaciones serias en una economía que se hunda y aún en salud, educación y vivienda. Si comparamos Cuba con, por ejemplo, Chile, Uruguay o Costa Rica (que han transitado por democracias, o la combinación de dictaduras de derecha y largas democracias antes y después), veremos que los indicadores sociales de estos países son mucho mejores que los de Cuba en términos generales e iguales en alfabetismo, acceso a la educación y vivienda.
No coloco a Bolivia, porque en 1959 cuando la revolcuión cubana comenzó, Cuba era el cuarto país más prósperos de América Latina y Bolivia era el penúltimo en prosperidad. El punto de partida debe hacerse con países o equivalentes o que, como Chile, que en 1959 era el n° 12, hoy en muchos as´pectos es el N| 1.
El peligro es creer que uno escribe por razones personales. No lo hago por ello.
Lo hago porque creo en esos valores, creí siempre en ellos y los cumplí cuando hice política. La demcoracia es tolerancia, es escuchar, es persuadir y es respetar sus instituciones. Se me pueden criticar muchas cosas peero no el incumplimiento de esos principios.
Sólo el humanismo nos traerá igualdad. Igualdad de oportunidades, igualdad en salud y educación, igualdad en los instrumentods para ser mejores. Eso no es posible sin democracia real y libertad real.
Tu te refieres la mal llamada «democracia popular» que algunos grupos como Alemania del este, URSS, se designaron. Tu bien sabes que eso no era ningun tipo de democracia y no es un buen ejemplo.
PNB tiene muchas deficiencias y una principal es que no muestra la distribucion de la riqueza. El que paises como Kina Brasil, india hayan tenido un crecimiento en su PNB no significa que son mas humanos o sus sociedades mas igualitarias.
Yo no te critico mas aun creo que eres uno de los politicos mas coherentes y respetables. Creo tambien en la libertad del ser humano es fundamentel pero una libertad con responsabilidad.
Vivimos en tiempos en que reflexionar sobre la relaciones de causalidad y los marcos de referencia que conocemos creo que sobra o, mejor aun, resulta insuficiente u ocioso. Si este proceso es o no parte de la «revolución» del 52, ya no es un asunto de importancia. Creo que los bolivianos vivimos, a todo nivel, de mitos y conceptos vacíos; y demostramos repetidamente nuestra insuficiente compresión de la realidad. Estos procesos son complejos y los aportes teóricos sólo son aproximaciones a la realidad: casi literatura… Algunas líneas donde tal vez podamos comprender parte de nuestra realidad creo que son: nuestro nivel educativo: lo poco que se hizo, se hace y se proyecta hacer; nuestra complejidad cultural, geográfica, demográfica y social; y nuestra escasa capacidad social y política para organizarnos con visión de bien común; y no intereses sectarios y particulares, librados de las rémoras dogmáticas, sino dotados básicamente de humanismo-democrático. Sin esto último -proceso en el que ya llevamos 185 años en el intento- creo que confirmamos las sospechas, siendo obejtivos y librándonos de taras nacionalistas, de nuestra inviabilidad como Estado y del grave error cometido por Sucre y los doctores altoperuanos -encabezados por un boliviano de cepa como el Dr. Olañeta- que creyeron que este Estado era posible, devinculando de centros de poder y cultura como Lima y Buenos Aires; y que los altoperuanos teníamos la suficiente capacidad para autogobernarnos bajo los principios que lideraron nuestra independencia. La historia hasta ahora nos ha demostrado todo lo contrario.
No deja de ser una ironía que comience criticando toda reflexión que «casi es literatura» y a continuación haga usted mismo una reflexión, tan debatible y especulativa como la que hace cualquier cientista político.
Me parece legítimo que llegue a las conclusiones a las que llega. No comparto su punto de vista, pero hay una corriente de pensamiento que interpreta las cosas igual que usted.
Coincido en un tema que es la verdadera madre del cordero de la situación que atravesamos, la educación. No se encaró nunca adecuadamente y sigue hoy abandonada. Ni que decir de la nueva Ley educativa que más allá de la retórica es un verdadero retroceso en un proceso básico de transformación que, o hacemos o fracasaremos.
En cuanto al pasado, si Sucre y Olañeta se equivocaron o no, más allá de mi opinión, no cambia nada. Hoy Bolivia existe y como bolivianos debemos construir el futuro sobre esa realidad.
En cuanto a la visión nacionalista, es cierto, hay un fuerte sesgo nacionalista en la lectura histórica, pero la razón es simple, el nacionalismo con toda sus taras y virtudes impuso su sello de modo indeleble. Por eso, a mi juicio, la reflexión sobre ese tiempo no es banal y no lo es porque de la histroia se puede aprender mucho.
Obviamente no podemos dirigirnos al futuro sin mirar el pasado, como usted dice: «de la historia se puede aprender mucho», pero mi pregunta es: ¿Ha tratado algún gobernante de corregir los errores del pasado? ¿Acaso no han ignorado la implementación correcta de la Reforma Agraria? (como un ejemplo); es decir: ¿corregir, adecuar, controlar y planificar una Reforma Agraria integral? pues lamentablemente no, postulados como la «mecanización del agro», «convertir al campesino en elemento productor», resultaron ser puras demagogias en procesos pre-electorales, resultando el campesino en simple elemento cuantitativo al momento de contar votos.
El campesino, al ser marginado de la historia de Bolivia, ha creado idealmente su propia historia, los mestizos, criollos y élites conformaron una corriente paralela a la del campesino, hasta que, finalmente, ese cauce desembocó en la toma del poder político.
El campesino tomó conciencia de su bolivianidad cuando fue enviado a luchar en las trincheras del Chaco, se dio cuenta de que habían bolivianos de diferentes lugares, de diferentes estratos. Ese sentimiento lo trasladó hacia sus comunidades donde volvió a ser objeto de humillación por parte de los hacendados, quienes le habían quitado la parcela que antes trabajaba, ésto fue aprovechado por el MNR para realizar la revolución del 52. Lo que digo es repetición de lo que dicen los historiadores. Entonces, ¿que aprendemos de esa coyuntura?, pues nada, hasta dejar que crezca entre ellos sentimientos de odio y revanchismo contra las clases que siempre los marginaron, al punto de «negar que son bolivianos, sino del Collasuyo» (Felipe Quispe, dirigente de la CSUTCB).
Pero, estimado Carlos, ¿que debemos hacer? ¿compartir nuestros hombros para consolarnos mutuamente, o realizar cambios profundos, como una segunda revolución del 52, pero planificada?
Si usted fuera candidato, tal vez no quisiera mirar a la izquierda ni a la derecha, tal vez tenga que bajar la vista para ver la desesperación de los bolivianos por tener una Bolivia digna, gente que como el que le escribe tuvo que emigrar por razones económicas para vivir por largos años fuera de su tierra.
Un saludo.
Usted hace consideraciones justas y reflexiones válidas en torno a lo no aprendido, a los errores que se continúan y a una situación general en el presente poco apta para el optimismo.
Pero quiero hacerle una observación. Hay una tendencia muy equivocada de nuestros compatriotas a generalizar en torno a los presidentes de Bolivia y tener de todos ellos una muy mala impresión. Olvídese de mi, no pretendo una justificación personal, pero voy con algunos ejemplos.
Hemos tenido presidentes que en Bolivia o en cualquier país del mundo serían un lujo. Comenzaré por Bolívar, ni que decir de Sucre y su rectitud. SantaCruz fue un verdadero gigante, el único boliviano que tuvo peso continental y que convirtió a Bolivia en una potencia regional (no sólo militar, sino jurídica, económica y política). Ballivián consolidó al país libre y separado del Perú, integró el norte amazónico. Arce fue un visionario, entendió lo que significaba la necesidad de comunicar a Bolivia con el mundo (ligó sus propios intereses a los del país, es cierto, pero es no quita la construcción del FFCC como un logro). Pando fue un explorador, un gran político, un militar notable y un presidente que se jugó por Bolivia yendo personalmnente a combatir contra el Brasil. Saavedra dio el primer salto a la integración de los derechos sociales. Siles luchó a toda costa paraevitarla guerra con el Paraguay y lo hizo con inteligencia. Tras la revolución de 1952, cuyo juicio dejo a su propia reflexión, Paz llega a 1985 y salva a Bolivia de la catastrofe económica. Siles Zuazo lo sacrificó todo por la democracia que consolidó desde 1982. Y Ahí me quedo, para no entrar en la polémica de tiempos que me tocan a mi mismo como protagonista. Tuvimos grandes presidntes que construyeron país, que corrigieron errores y que aprendieron de la historia.