¿Puede Trump Patear el Tablero?

Donald Trump

El día de su posesión, coherente con el tono de su campaña, el Presidente Donald Trump les dijo a sus compatriotas que ese era el último día de la vieja política y de los políticos tradicionales en Washington y el comienzo de un nuevo modo de gobernar, que sería el de la verdadera presencia del pueblo en el corazón de las decisiones de Estado.

Volver a hacer a América (léase Estados Unidos de Norte América) grande, el slogan más poderoso de su camino al poder, consiste –en sus términos- en manejar las cosas de otra modo, tanto en forma como en fondo. Para ello Trump escogió un equipo muy poco relacionado con las figuras con mayor experiencia de su propio partido, con base en afinidades evidentes, gestión de empresas y grandes fortunas y, como remate, incrementó la presencia de militares en cargos no sólo referidos a la defensa sino también a otros ámbitos. En esa tesitura consideró que no habían ni personas ni instituciones intocables y para probarlo expresó sus ácidas críticas a los pilares de su seguridad nacional, NSA y CIA.

El gobernante no encuentra ninguna incompatibilidad entre sus responsabilidades de Estado y sus intereses empresariales, no cree que tenga obligación alguna de hacer conocer con transparencia el estado de sus ingresos y egresos y su justificación. Tampoco parece preocuparle en lo más mínimo que varios miembros de su familia directa ocupen cargos de responsabilidad o que su hija Ivanka tenga un despacho en la Casa Blanca como asesora personal con acceso a documentos clasificados. No le quita el sueño el costo de logística y seguridad del día a día de sus familiares, comenzando por su esposa e hijo menor que siguen viviendo en Nueva York.

Ha decidido comunicarse directamente con el mundo a través de su cuenta de twitter que, obviamente, maneja él personalmente, en general para acusar, descalificar o atacar a personas, países o empresas en temas referidos tanto a asuntos de los Estados Unidos como a intereses directos de su familia.

Cree que hay que terminar con las formas “políticamente correctas” e ir al grano, decir las cosas que piensa tanto dentro como fuera de su país, sea a sus adversarios, sea a sus aliados internos e internacionales.

Considera que las órdenes ejecutivas (equivalentes a nuestros decretos supremos) son un mecanismo idóneo para llevar a cabo acciones rápidas de cumplimiento inmediato, con el objetivo de recuperar el poder del Ejecutivo y demostrar cómo se puede llevar adelante de manera eficiente las decisiones tomadas por él y su equipo más íntimo. La premisa que respalda esta idea es que el interés superior de su país está por encima de todo y que, lo que considera que es ese interés superior, no puede ni debe ser cuestionado, detenido o bloqueado por nadie. En consecuencia, la obstrucción de esas órdenes es una forma de dañar la causa estadounidense o, incluso, traicionarla.

Esta lógica, demás está decirlo, es un desafío al ‘establishment’, a la ‘clase’ política, no sólo la demócrata, sino toda la clase política. Romper protocolos, saltarse normas, confundir lo privado con lo público, vulnerar aspectos centrales de la institucionalidad de su país, poner en cuestión principios sagrados de la Constitución, acusar sin pruebas, etc., etc., hacen un paquete difícil de tragar y mucho menos de aceptar pasivamente por quienes han detentado el poder político de la Unión desde tiempos inmemoriales sin distinción entre republicanos y demócratas. Pero algo más grave, aunque se acepte que el apoltronamiento de la vieja política genera rechazo y merece críticas por una forma muy cuestionable de proceder referida al control del poder político y económico, lo que no resiste el menor análisis es la idea del Presidente de que se puede prescindir del legítimo derecho de la sociedad a defender la ley y los valores que conlleva y atropellar al Poder Judicial encargado del control y el balance que debe limitar el poder discrecional del Ejecutivo.

Trump tiene además un problema adicional, aunque derrotar al sistema es de hecho una tarea poco menos que imposible, en el caso presente lo es aún más porque el Presidente trae consigo muchas debilidades. Un carácter y una forma de actuar autoritaria y discrecional, una evidente opacidad en su pasado como empresario, visibles conflictos de intereses, un descarnado nepotismo y, el punto más débil, debatibles (para usar una expresión prudente) relaciones con Rusia y su Presidente que vienen de atrás y que parecen haber comprometido nada menos que el proceso electoral de la primera democracia del mundo como consecuencia de una muy probable manipulación rusa de la última elección.

El Presidente Trump, en suma, está comprando todos los tickets de la rifa cuyo premio es que antes de que haya terminado de patear el tablero, corra el alto riesgo de quedar con el cuerpo desnudo y sin recursos políticos para seguir adelante. No será mañana, no, pero él sigue comprando tickets…

7 comentarios en “¿Puede Trump Patear el Tablero?

  1. Habia que seguir un camino diferente, el pais esta endeudado hasta la coronilla gracias a los ahora llamados progresistas que usan plata del estado para dar «beneficios» y asi ganar votos.

  2. Interesante recolección de lo que Trump ha hecho hasta hora.

    Pero todavía queda por entrever porqué las hace?. Si bien CDMG alude al carácter y personalidad del magnate, eso satisface muy poco como explicación. Descartar y desafiar al poder establecido de W.D.C., como un pantano que drenar, a la «colina» congresal, aparatos de inteligencia, a los medios de comunicación, y medularmente , a lo que sea la «verdad» corresponde a una estrategia o cóctel afín al credo ecléctico del populismo.

    Aquí ocurre lo mismo: desacreditar los estamentos e instituciones de mayor credibilidad de la sociedad para plantar lo que sí es verdad, lo indicado, lo necesario y urgente; que además, entretelones, opera para articular y fortalecer los mecanismos del poder, Eso al menos es la idea que DJT podría haber estar tramando.

    Otra explicación es que , como Piñera en Chile, DJT está convencido de que sus artes de manipulación, matonaje, «showmanship» y negociación, son armas más que suficientes para imponer sus planes por sobre el aparato institucional norteamericano. Cree que su conocimiento del mundo de las finanzas, negocios, y emprendimientos que ha logrado con sus empresas en muchos países – Europa, Asia y Eurasia – , más que lo califica para tener una visión de los mecanismos del poder local e internacional. No por nada, acaba de nombrar a J. Kushner , su yerno, como responsable de una nueva entidad, la Oficina de Innovación de la Burocracia Estatal, para trasplantar los procesos de negocios, revolucionar y «eficientar» el aparato burocrático. Se trata de un mega proyecto que invertirá grandes sumas en tecnología de información.

    Pero el poder judicial y congresal le ha hecho escuchar la campanilla de su primer round con el establecimiento político, frenando a sus decretos supremos de inmigración, su acto legislativo de salud, y nominación del juez N. Gorsuch a la corte suprema. Un llamado a la realidad democrática yanqui.

    Pero, volviendo a lo medular, sería incisivo explicar por qué Trump buscó descalificar, menospreciar y jaquear a los aparatos de inteligencia desde sus días de campaña. Será impulsivo, hormonal, egoísta y narcisista , pero no es improvisado; y tampoco carece de estrategia para su visión personal de llevar y erigir su ego y propio imperio a otro nivel. Tal vez; y preventivamente, sembró minas comunicacionales para protegerse de revelaciones fastidiosas de sus previos afanes personales

  3. Sr. Carlos de Mesa; después de leer su artículo-opinión sobre el Pte. Trump -por cierto muy bien escrito- me nace una pregunta: no se está Ud. quitando la posibilidad de un «apoyo» departe la
    Administración Trump, para su eventual candidatura a la presidencia ? Atte. León-Felipe Fellmann

  4. Hay que preguntarse si EEUU seguía como estaba hasta Obama hubiera podido mantenerse como la primera potencia mundial. Por que ya era evidente que su poderío estaba en declive.

    Todo reiteremos «todo», tiene un punto de inflexión, si no llegaba Trump llegaba un Bernie Sanders con ideas muy cercanas a los políticos del llamado socialismo del Siglo XXI.

    ¿Cual era mejor Trump o Sanders?, las circunstancias hicieron posible que sea Trump.

    El gran problema de los conservadores es que le tienen miedo al cambio. Se alarman de lo nuevo. Quieren que el «Stablishment» no cambie nunca, por que le tienen pavor al cambio, tienen la mente cerrada.

    Lo nuevo puede ser malo o bueno, pero es «nuevo», y lo nuevo es necesario que ocurra. Por que si no ocurriera cambios, por ejemplo el Imperio Romano seguiría vigente.

  5. Trump empezó mal pues no podrá cumplir con una de sus promesas electorales cómo es el llamado «Obamacare», debido a que, pese al que su partido tiene mayoría en el congreso, no lo apoyaron en su causa. Está por verse como le irá con sus otras promesas cómo las del muro o de los impuestos. Por lo visto, no tendra un camino fácil y es que parece que escogio causas que no las conocia a fondo, pero que sonaban mucho en la campaña electoral, lo cual es irresponsable, aunque no es el primer político que no cumple. Trump es un experimento de una visión extra conservadora que no deberia causar simpatias, pero si las tiene, lo cual preocupa pues es una indicación que el mundo puede retroceder en aspiraciones y valores considerados de mayor altruismo o de altos ideales.

  6. Lamentablemente, ya sea del lado demócrata, republicano, o independiente, el cambio siempre trae consigo consternación. No habrá ningún presidente que realmente quiera cambiar una nación por más intentos buenos o malos q tengan, si es que no tienen una vision y los pies bien puestos en una mentalidad cristocentrica, como lo tenían los primeros padres y fundadores de esta gran nación. Y no me refiero a denominaciones eclesiásticas. Me refiero y como dice la constitución y en las monedas de este país «IN GOD WE TRUST» con esta gran verdad, realmente podrán cambiar esta nación y volver a hacer América Grande nuevamente.

    • EUA como Bolivia son gobiernos supuestamente laicos, pero ambos casos lo toman ligeramente, como el «In God we trust» por un lado, a la mención de la Pachamama por el otro.

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