Las líneas que dividen la vida privada de la vida pública son sin duda tenues. Hoy, esas líneas casi han desaparecido ante la irrupción implacable de la sobre exposición y escrutinio segundo a segundo al que estamos sometidos, que el mundo del internet, los celulares inteligentes, las cámaras en las calles y el mecanismo fascinante de las redes sociales, han hecho realidad.
Casi cada cosa que hacemos deja huella, sea nuestra actividad económica a través de la banca y de las tarjetas, sea nuestra vida cotidiana a través de llamadas, mensajes, whatsapp, twitter y Facebook. Nosotros dejamos esas huellas y otros las dejan por nosotros. Huellas que es casi imposible borrar, pues aunque uno elimine todo lo registrado en correo electrónico, su muro de Facebook, o la lista de sus tweets, o las fotos de su celular, o los chats en el whatsapp, otro –nuestro interlocutor por ejemplo-, otros, cientos, quizás miles de “usuarios”, habrán recogido mensajes, fotos, comentarios, artículos, fotos, videos que están literalmente en la nube que nos envuelve a todos y que registra nuestros pasos.
Es mucho más que el legendario “1984” de Orwell que imaginó la potencialidad totalitaria del gran hermano merced al desarrollo tecnológico, una pequeñez al lado de este complejo entramado de “hermanos” que no necesitan de una dictadura para restringir nuestra intimidad y para invadir nuestras vidas, averiguando qué hacemos, qué nos gusta, qué vemos, qué leemos, cuáles son nuestros temas preferidos y cuáles son nuestros oscuros demonios interiores. Basta con rastrear nuestro IP para saber quiénes somos realmente, no sólo por fuera, sino también por dentro. Por primera vez de modo estrictamente literal la tecnología desentraña la superficie y las honduras, lo evidente y los pliegues más complejos de nuestro ser, aquello que debiera estar en el ámbito de lo sagrado. No la sacralidad entendida como una adscripción espiritual o religiosa, la sacralidad de nuestra conciencia, de nuestros pensamientos, de nuestras paradojas interiores, aquello que realmente nos expresa.
No es lo que hubiésemos esperado ni lo que deseamos, es simplemente lo que es. El debate sobre nuestro legítimo derecho a la intimidad se resuelve ante la evidencia de que la invasión de ese derecho es algo cotidiano y que se ha instalado de modo definitivo en la sociedad contemporánea. Lo que no quiere decir, por supuesto, que no tengamos el imperativo de luchar por preservar nuestra intimidad, el carácter sagrado e inviolable de nuestra vida privada en tanto su desarrollo se haga en el ámbito de la legalidad y de la ética, cuya premisa básica es no vulnerar el derecho, la libertad y la integridad y el consentimiento de los otros.
El pero fundamental de todo este razonamiento, sin embargo, está referido a la vida privada de los personajes públicos. Si la vida privada de quienes ejercen responsabilidades de Estado afecta a terceros, más aún si estos son menores de edad, si esa vida privada tiene que ver con asuntos públicos como el manejo irregular de recursos del Estado, la línea que separa una cosa de la otra desaparece. Eso quiere decir que el personaje público está obligado a explicar de manera clara y transparente esos hechos privados más allá de la buena o mala intención de quienes desde la oposición lo exigen. No es una cuestión de valorar cuál es el objetivo de una denuncia, hay que valorar la denuncia en sus bases. Si ésta tiene fundamentos sólidos y consistentes, es de esperar una explicación clara de todos los hechos denunciados. Es un error de base separar unos hechos de otros, cuando queda claro que unos no se explican sin los otros, y es muy difícil presumir que en un asunto que involucra a dos partes, una de ellas tenga el cien por ciento de la culpa de lo mal hecho y la otra sea completamente inocente, o suponer que el origen de una acusación basada en una figura jurídica determinada que involucra el consentimiento de las dos partes concernidas, conduce a que la figura penal consecuente del hecho imputado sólo se aplique a una de las partes.
Una figura pública tiene, como todos, derecho a la intimidad y al ejercicio libre de su vida privada sin tener que ventilarla a la sociedad. El límite a ese derecho lo pone la propia autoridad, cuando de propia voluntad mezcla lo privado con lo público. En ello, este mundo intercomunicado hasta el delirio que nos ha tocado vivir, nada tiene que ver
Es importante lo que da a conocer al final que una figura pública tiene, como todos, derecho a la intimidad y al ejercicio libre de su vida privada sin tener que ventilarla a la sociedad.
Pero es importante llevar una vida ordenada y con valores morales,para tratar de ser una buena persona ,sabiendo que uno es figura publica y que tiene que hacer lo posible poer ser un ejemplo real y no de palabra,sino con hechos.
Una imagen muy gráfica de lo público y lo privado, también hubiese sido la imagen de la Luna con su lado oscuro.
Me sumo a los que mencionan que cuando una persona es servidor público su vida privada tiene incidencia en su vida pública, por que ambas vidas deben tener correspondencia. Por que una persona que comete faltas y/o delitos en su vida privada estas deben ser conocidas por la gente a quién gobierna o a la gente que presta servicios.
Y cualquier servidor público debe tener en cuenta que su vida privada importa a la gente que lo eligió o a la que presta servicios.
Hay un problema que está salpicando a todo lado y es que el país está atorado con la llamada novela boliviana acerca del caso Zapata, que tiene una complejidad que a ningun escritor de novelas, se le hubiera ocurrido, pues cada dia se aumentan los capítulos y no se ve un final. El asunto es que aparte de lo que todos señalan es lo más importante, como es el tráfico de influencias, existen temas colaterales, también importantes que surgieron y que pueden tener que ver con la moral y la ética que molestan el inconsciente colectivo y por ello posiblemente ha pegado tanto. Nos podemos referir a un par de estos temas que no he visto suficientemente analizado.
Se menciona mucho la privacidad, que puede ser un derecho para todos pero que deja de serlo cuando se trata de, por ejemplo, relaciones de mayores con adolescentes de 17 años, lo cual es penado por ley. Y dentro de todo este meollo se duda también de la edad en que empezaron las relaciones lo cual no ayuda a esclarecer el asunto. Pero en todo caso se estaba al filo de una relación considerada prohibida, y que pudo tener consecuencias en la persona más joven, lo cual se califica de estupro, que es un delito si se comprueba que se aprovechó de la madurez de la víctima y que posiblemente es lo que sucedió en este caso. Acá podemos recordar al primer ministro, Silvio Berlusconi, que fue acusado de tener relaciones con una menor de 17 años y aparte de ello le pagó incurriendo en un segundo cargo, el de prostitución. Fue sentenciado a siete años en prisión y vetado de postular a cargos públicos.
Otro caso conocido es el de Bill Clinton que siendo presidente tuvo contactos “inapropiados” con una de sus voluntarias, Monica Lewinsky quien como Zapata señala que se había enamorado, pero siendo de 22 años hizo que el caso no pase a ser calificado de aprovechamiento. Igual fue grave para Clinton que fue procesado principalmente por haber mentido y ser casado. Clinton fue procesado pero fue absuelto pues pese a que los demócratas eran minoría en el senado hubo 10 republicanos que votaron por su absolución. Fue multado con $90,000 y suspendido de su práctica de abogado por 5 años. Otro caso en el país del Norte, esta vez de un famoso comediante, Bill Cosby, está en las cortes en este momento, siendo unas 50 las mujeres que lo acusan de abuso sexual, y como se acostumbra en ese país está siendo demandado por millones de dolares.
Volviendo al tema, El otro asunto que parece haber quedado al desnudo es el concepto de familia y que pareciera que el actual gobierno no maneja como debería. Este tema no parece haber sido abordado por el gobierno en forma suficientemente intensa. Se solía sostener que la familia es base de toda sociedad, pero hoy en dia no se lo enfatiza y no tiene su lugar correspondiente. En su reemplazo estamos viendo que el “sirviñacu” parece ser aceptado, lo cual como podemos ver tiene consecuencias y no muy buenas. Valores tradicionales como los votos de los matrimonios tradicionales de “amar en salud o enfermedad, en riqueza o en pobreza, para bien o para mal, hasta que la muerte nos separe”, no tiene su verdadera importancia, pero, ante los presentes hechos podemos reflexionar y ver que existía en esos votos la sabiduría de los tiempos. Entonces podemos ver una falta de valores y un resultado extremo y nada romántico, una parte de la pareja está en la cárcel y la otra no desea responsabilizarse de ello.
No vamos a ser perfeccionistas ni tirar la primera piedra, y podemos acordar y reconocer que la vida personal supuestamente es una cosa privada. Sin embargo, en la práctica, las figuras públicas no solo deben resignarse (pienso) a que su vida privada será expuesta de una forma u otra (en la era del internet se sabe mas de lo que uno puede desear saber), sino que tienen el deber de ser transparentes. Es que cualquier persona que obra bien dentro de una familia estable puede significar que tiene los valores bien puestos y que obrara de la misma manera en forma pública. Esto puede ser una lección para todos.
Es inevitable pensar que un gobernante debería dar ejemplo de vida, y si es verdad que puede tener vida privada, es preferible que la misma sea conocida, de otra manera, como en el caso Zapata, se puede armar un embrollo como en el que toda Bolivia anda metido ahora. Y la verdad debería ser conocida incluso antes de que un candidato se postule, por respeto al votante.
Como se puede subsanar moralmente este entuerto que está distrayendo a los bolivianos de cosas mejores? Existe una responsabilidad que debería satisfacerse pues existe una vida echada a perder por falta de esa responsabilidad y la vida de un país que podría estar ocupado en cosas mejores.
Se debe reflexionar sobre el concepto de familia como algo primordial para la existencia de una vida civilizada de un país. El partido que está en el gobierno, parece que descuido este concepto pues se escucha mucho de movimientos sociales, etc., pero no del concepto “familia”. Será que el “Vivir bien” incluye el amor libre y sin responsabilidades? Posiblemente no.
Como salir de ello en buena forma? Tal vez retornar a valores tradicionales como la familia y el compromiso entre parejas, base de la misma. Lo que se puede aprender es que las relaciones hombre-mujer no pueden manejarse ligeramente sino con respeto, lo que debe ser tomado muy en cuenta por aquellos que quieren ser ejemplos para su pueblo.
Buen analisis y una gran enseñanza
Excelente elección de la imagen elegida para este articulo lo dice todo !!!
Estoy de acuerdo que la imagen esta buena,pero me olvide aclarar que cuando la relacion es entre una persona mayor y un adolescente esta tipificado como pedofilia y segun la ley estupro,que esta penado por nuestra justicia,ya que parece ser que le gustan las muchachas jovenes, lo cual no es normal y esta prohibido,
Dejando mi huella, tomado de otra huella:
«Cuando alguien asume un cargo público debe considerarse a sí mismo como propiedad pública».
Thomas Jefferson