Una de las formas más eficientes para lograr un objetivo determinado en una argumentación es, basado en un hecho cierto, hacer afirmaciones que nada tienen que ver con las razones del interlocutor. No hay peor mentira que una media verdad.
A esto se debe añadir que es parte de la habilidad argumentativa llevar al otro al terreno de lo que uno quiere discutir. Si las razones del adversario son demasiado poderosas no conviene entrar a discutir esas razones, porque en ese terreno las posibilidades de éxito son muy pequeñas o nulas. En consecuencia, hay que salir de ese escenario y forzar al otro a cambiar de ‘campo de juego’ para que lo que se discuta sea lo que a uno le interesa, aquello que por excéntrico que sea al verdadero meollo de la cuestión, permita distraer a quienes escuchan el debate. Aun mas, hay que conseguir que la contra argumentación no solo deje de lado lo verdaderamente importante, sino que acabe volcándose en contra del rival.
A fuerza de provocar es posible sacar de quicio al contrario y obligarlo a discutir en el lugar deseado y sobre los temas que se quieren discutir. Si es posible enredar las cosas lo suficiente como para que además entre en contradicciones, o acabe reconociendo implícitamente los falsos supuestos, tanto mejor.
Chile quiere hacerle creer al mundo que, sobre un hecho real, la firma del Tratado de 1904, porque sus autoridades lo dicen la demanda boliviana se basa en el desconocimiento del mencionado tratado. No, una y cien veces no; la demanda no se basa ni directa ni indirectamente en ese tratado.
Chile quiere que Bolivia muerda el anzuelo del supuesto ‘acceso al mar’, y para ello se esmera en una larga serie de argumentos a propósito del libre tránsito. A su equipo jurídico le gustaría muchísimo que Bolivia cayera en la trampa y que no solo respondiera al envite, sino que se enzarzara en consideraciones sobre el incumplimiento del tratado. Hacerlo sería ni mas ni menos que una ingenuidad de colegiales.
Tenemos como base una demanda cuya consistencia jurídica es muy alta y que está en las antípodas de cuestionar parcial o totalmente tratados, como para entrar a discutir cuestiones de burocracia fronteriza, costos de almacenaje o dificultades de aforo. Ese no es el tema de la demanda boliviana y, por tanto, no hay ni una sola palabra que decir sobre ello, por la simple y sencilla razón de que lo que Bolivia plantea esta referido a los compromisos hechos reiteradamente por el Estado chileno a lo largo de casi un siglo, al margen y sin tocar el Tratado de 1904.
Lo que el país debe hacer y esta haciendo a través de la posición del Presidente y nuestras principales autoridades y también a través de la responsabilidad que se nos ha encomendado, es decirle al mundo el que y el porque de nuestra demanda, pero sobre todo insistir sin pausa en dos ideas fundamentales. La primera, Bolivia respeta el Tratado de 1904 y respeta el orden internacional que generan los tratados entre Estados. La segunda, Bolivia basa su demanda en las promesas formales de Chile que le ofreció a nuestro país en reiteradas oportunidades un acceso soberano al mar. En este punto vale la pena subrayar que en ningún caso hablamos de conversaciones preliminares o informales, nos referimos a compromisos oficiales firmados por las más altas autoridades de Chile que, por ello, comprometieron la fe del Estado chileno. La obligación emanada de esos compromisos tiene vigencia, independientemente de las razones por las que no se hayan concretado, porque el hecho demandado es que esas promesas formales y oficiales no se hicieron realidad.
Chile, en el video que ha presentado a consideración de la opinión pública internacional, insiste en argumentos que son los únicos que sustentan su demanda preliminar de incompetencia ante la Corte de La Haya. Sus gobernantes detallan esos argumentos que además repiten en diversos escenarios bilaterales y multilaterales, buscando confundir a la opinión internacional. Es imperativo para Bolivia desvirtuar esas acciones, no solo porque se trata de una causa nacional, sino, y esto es lo mas importante, porque tergiversan lo que Bolivia plantea. No es un debate de un argumento contra otro, sino, por el contrario, es una acción deliberada y a sabiendas que quiere hacerle decir a nuestro país algo que la demanda no dice ni remotamente. Ese es el tema más grave, que para quien no conoce este diferendo en profundidad, es relativamente sencillo hacerle creer que la base de nuestro juicio pone en riesgo el orden jurídico internacional.
Que no quepa duda de que entendemos perfectamente esa estrategia y que el pilar sobre el que nos movemos, tanto en el ámbito de nuestros encuentros oficiales como en el de la difusión internacional y pública de nuestra causa, esta anclado única y exclusivamente en nuestras razones jurídicas y en el terreno único y posible de una controversia, discutir las razones verdaderas y no las razones inventadas malintencionadamente por una de las partes.
Por eso, en las visitas que hemos realizado en estos meses hemos reforzado ante la comunidad internacional la explicación de los argumentos jurídicos que explican el sustento de nuestra causa. Es un imperativo dar a conocer en todos los foros y por todos los medios de difusión masiva a nuestro alcance, las razones que nos asisten, para que las medias verdades no sean una constante en La Haya.
Interesante el artículo y el trasfondo de la conversación, solamente añadiría que la cuestión del tema marítimo entre Bolivia y Chile vá más allá del reciente» compromiso de los mandatarios de ambos países, son más de cien años de historia y tratados que deben fundamentarse ante el Tribunal de manera concisa y lacónica.
Los tratados , son tratados y a perpetuidad, deben respetarse, de lo contrario, los paises que han perdido tierras comenzaran a llegar a la HAYA , »»????? LOS BOLIVIANOS ESTAN LOCOS,Chile nunca entregara territorio.
El ex-Presidente Carlos Mesa y vocero de la causa boliviana ante La Haya es muy claro en su explicación: la demanda boliviana no toca el Tratado de 1904. Se fundamenta exclusivamente en las ofertas unliaterlaes hechas por Chile durante un siglo. «El que promete está obligado a cumplir lo prometido». Este concepto de justicia es tan básico, universal y fundamental, que se lo exige un niño a su padre, un amigo a otro, un hombre de negocios a su contraparte y – de la misma manera- un Estado a otro. Es la CIJ quien debe establecer si este concepto básico de justicia es jurídicamente exigibe entre Estados.
No necesariamente Miguel las declaraciones o promesas generan obligaciones, en la doctrina se establece ciertos requisitos que se asimilo en muchas resoluciones de la Corte de la Haya. En ese sentido se puede señalar que una declaración unilateral genera obligaciones y derechos siempre y cuando cumpla con ciertos requisitos, y para establecer realizan un análisis restrictivo.
la demanda boliviana de acuerdo lo que vi en la aplicación boliviana en la pagina de la Corte, se b asa en diferentes promesas unilaterales y acuerdos convencionales. las primeas no necesariamente son firmados estas pueden ser verbales realizadas por altas autoridades de un Estado tal como señala la Convención de Viena de 1969 y la segunda obviamente son las convencionales que se originan de una negociación previa y que se consigna en un documento.
Después de describir la doctrina Portales donde prima básicamente la idea de dominación y es base de partida del expansionismo chileno posterior, podemos pasar al siguiente hito histórico que es el tratado de Paucarpata, solo unos años después de la declaración de independencia boliviana. Esto escribo, no tratando de apartarme del tema actual de la denuncia ante la Haya, sino tratando de complementarlo, algo necesario como interpretación histórica y antecedente.
Paucarpata fue el primer aviso de lo que venía. Fue la primera señal de la actitud belicista de Chile. Y también de intervención en los asuntos de otros países, intromisión a la cual hoy en día están opuestos, incluso pidiéndoles no meterse. Sólo ayer escuché que Heraldo Munoz pidió al canciller peruano Gonzalo Gutierrez no meterse a opinar sobre la demanda boliviana en la Haya. No es esto extrema inconsecuencia, que puede dejar cualquier ética por los suelos? Demuestra que Chile tiene una FILOSOFIA DE PURA CONVENIENCIA, que no obedece a ninguna filosofía noble, lo contrario. Que cualquiera puede equivocarse? Esto no es equivocación, es maquiavelismo, esa es su filosofía, lo moral, justo, ético no les interesa. Chile se aprovecha que el conocimiento de historia es prácticamente nulo entre muchos políticos y periodistas, y posiblemente ni pensó que incurría en una inconsecuencia al pedir no intromisión, siendo los chilenos campeones de la intromisión al haber mandado un ejército a otro país inmiscuyéndose en sus problemas.
«Bolivia no busca modifica tratados ni límites», según el Canciller Choquehuanca.
¿Evada o burla? Un acceso soberano al Mar para Bolivia, necesariamente, pasa por reconfigurar límites! Puesto a que el Tratado de 1904 y otros de límites, justamente, impiden que ejerzamos derechos sobre lo que nos fue usurpado!
Caso contrario, Choquehuanca, le estaría dando peligrosamente la razón al canciller chileno, Heraldo Muñoz; quien afirma que «Bolivia siempre tuvo acceso al Océano Pacífico, pero no de forma soberana, porque ‘nunca tuvo derechos establecidos por los tratados’.»