La Utopía de la Gobernabilidad

Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 15 de julio de 2012

La búsqueda de la gobernabilidad se ha convertido en un imperativo. Ahora que  estamos bajo un gobierno democrático con rasgos autoritarios ¿La hay?.

Parece, por el contrario, que lo que estamos viviendo es un proceso de debilitamiento progresivo del poder estatal, al punto de que algunas de las decisiones que toma el Ejecutivo no son ya producto de su programa de acción y de su libre voluntad, sino de las presiones a las que es sometido desde dentro de las propias fuerzas que lo sustentan. Al actuar en función de esas tensiones que lo obligan a encarar una ruta u otra, pretende dar la impresión de que lo hace en función de una estrategia predeterminada que en realidad no existía, y sobrelleva como mejor puede la evidencia de que está perdiendo el control de las cosas.

Ahora bien ¿No es esta acaso una dinámica perversa que tiene que ver con la naturaleza de la sociedad boliviana? La respuesta parece indicar que sí, que la gobernabilidad en democracia plena es una ilusión que se hizo realidad muy pocas veces en nuestro pasado republicano. Hagamos un somero repaso hacia atrás de lo ocurrido en la primera década del siglo XXI y todo el siglo XX.

El periodo 1982-2012, la etapa democrática más larga de la historia, pasó por varios y diversos trances. El Presidente Siles Zuazo tuvo que adelantar un año el proceso electoral ante un colapso económico y completo descontrol social. Paz Estenssoro gobernó con el estado de sitio en la mano. Paz Zamora, salvo un par de episodios complejos, tuvo un gobierno relativamente tranquilo. Sánchez de Lozada tuvo que imponer en su primer gobierno dos estados de sitio para llevar adelante las reformas estructurales del Estado. Banzer renunció un año antes de concluir agobiado por el cáncer, pero si eso no ocurría el final de su gobierno hubiese podido ser también abrupto. Quiroga tuvo un solo año de mando y aún así enfrentó tensiones importantes. Sánchez de Lozada apenas pudo completar el primer año de su segundo gobierno. Yo mismo renuncié ante el riesgo de la violencia descontrolada en la mitad del periodo que me tocaba gobernar. Rodríguez presidió un breve y relativamente tranquilo interregno de transición.

Entre 1978 y 1982 tuvimos nueve gobiernos, siete de facto por la vía del golpe de Estado y dos democráticos, el periodo más inestable de nuestra historia.

El gobierno más largo del siglo XX (1971-1978), el de Banzer, estuvo signado por una férrea dictadura.

Entre 1969 y 1971 tuvimos tres gobiernos con un promedio de menos de un año por cada uno.

En el periodo 1964-1969 Barrientos gobernó tanto de facto como constitucionalmente con mano dura, y aún así tuvo que compartir el poder con Ovando en una sui generis copresidencia y dejarle además un interinato de seis meses.

En 1964 se dio el cuarto y último gobierno de la Revolución Nacional que duró apenas tres meses. Entre 1952 y 1964, una notable estabilidad de 12 años, el MNR  gobernó tres periodos basado en una implacable dictadura de partido y con varios graves episodios de violencia y de disensiones internas.

Entre 1946 y 1952 tuvimos cinco gobiernos (uno cada año y dos meses), tres de ellos de facto. En 1946 el horror se apoderó de las calles y el Presidente fue colgado.

Desde la caída de Salamanca en plena guerra del Chaco, 1934, hasta 1943, en un periodo de nueve años tuvimos cinco gobiernos, cuatro de ellos de facto.

La sangrienta caída de Siles Reyes (1930) dio lugar a un  breve interregno militar. En la década 1920-1930 el país tuvo cuatro gobiernos, tres de ellos constitucionales. Siles tuvo que aplicar el estado de sitio y cayó en la tentación del prorroguismo. Saavedra gobernó con puño de hierro y sin contemplaciones a pesar de su ropaje democrático.

El periodo anterior, el liberal, surgido de la Guerra Federal (1899) con un costo de más de mil muertos, se prolongó por veinte años con cinco gobiernos constitucionales. A pesar de la guerra del Acre y el tratado de 1904 y hasta su caída producto del golpe republicano, fueron años relativamente tranquilos, especialmente el gobierno de Eliodoro Villazón (1909-1913), pero siempre apoyados en el dominio incontrastable y personalista de un caudillo (en este caso dos, Pando y Montes).

Turbulencia tras turbulencia, revuelta indígena, represión. Revuelta callejera, represión. Organización sindical y confrontación con el Estado, motines y cuartelazos militares, desorden, tensión. Revolución, la política en las calles, movimientos sociales…

No es una tradición que permita encontrar el hilo de la institucionalidad democrática, la construcción de un verdadero estado de derecho, la posibilidad de entender el pacto entre ciudadano y Estado, la edificación de una conciencia individual y colectiva enraizada en valores de convivencia, respeto, tolerancia y aceptación del otro.

Conocemos las raíces del problema, pobreza, desigualdad, racismo, discriminación, exclusión…Por eso es que se hicieron experimentos como el “socialismo militar”, la Revolución de 1952, la recuperación democrática de 1982 y el proyecto masista de 2006. Pero ninguno de esos ejercicios parece habernos acercado demasiado al objetivo de una sociedad que crea en el respeto al otro a través del cumplimiento de la ley.

 

11 comentarios en “La Utopía de la Gobernabilidad

  1. Muy interesante. Una descripción sucinta pero a la vez completa de nuestra historia. Me gustó mucho. La guardaré como un buen resumen de nuestra historia presidencial. Las conclusiones a las que se puede llegar son lamentables pero reales. Ojalá nos sirva para aprender del pasado y mejorar el futuro.

  2. La gobernabilidad no puede ser mensurada o exigida por parámetros absolutos (ni hipotéticos, menos pragmáticos), por la natural dinámica social y el cambiante metabolismo político a los cuales responde y se debe; por tanto, considerarla como «utópica» o reclamarla estática, es un palmario equívoco.

    Lo que sí, quizás, se deba propender y/o mensurar desde el percibir externo (menos complicado y menos amañado que desde la vivencia en «primera persona»), es p.ej.:

    1) cómo (si acaso) se la podría optimizar;

    2) cómo (si acaso) se la puede estabilizar en un periodo de tiempo determinado (sin duración preferente), y de qué condimentos requeriría para tal efecto;

    3) cómo (si acaso) se la puede calibrar e institucionalizar; entre otros.

    A la gobernabilidad, en cualquier parte del orbe, le es inherente el capricho. Razón de su natural inestabilidad, de su característica como pasajera y su adaptabilidad a la circunstancia social y a los actores políticos coyunturales.

    Personalmente concluyo que la gobernabilidad (tomada en cuenta como pasajera, circunstancial e inestable) comporta ser una variable indispensable para la alternancia del poder político, lo que no debe implicar, necesariamente, que se la perciba como herramienta -propiamente- «democrática».

  3. Un Gobierno surgido de un inedito respaldo electoral del 54% en esta era democratica y consolidado posteriormente con un 64% no ha logrado la gobernabilidad esperada lo que denota que la raiz del problema no esta en la cabeza sino en la base, vivimos en un autentico «Estado aparente» nuestra calidad y cultura democratica esta anclada en la construccion individual y no en la colectiva.
    Oportuno su punto de vista Presidente Mesa.

  4. Sr. Carlos, excelente ese vistaso de la historia politica.

    La sociedad boliviana esta en desquisicio colectivo, ingobernable, con la libertad democratica de mas de 25 años consecutivos creemos falsamente que TODOS podemos exigir TODO y a la misma vez, hasta las últimas concecuencias! nos declaramos rebeldes eternos, y no ofrecemos un norte como pais y como nación, que queremos SER, nos encanta seguir perdidos mordiendonos la cola, asi ganamos unos en contra de otros.
    Y quien diga que tiene la solución simplemente MIENTE, Bolivia es un país sin SOLUCIÓN, sin salida enclaustrado, elegimos vivir como gitanos, resolver con parches y constantes cambios de lugar o posición para avanzar sin saber el destino.
    Esito seria.

    felicidades por cambiar el tamaño de letra, la anterior era minuscula, ahora da gusto de leer.

  5. No entiendo… desde el inicio me parece una contradicción en la que quieren a toda costa ubicar al actual gobierno. Que si no escucha al «pueblo» es autoritario y si lo hace es debil cediendo a presiones, en que quedamos entonces, a que tipo de gobierno respetarian vuestras majestades de estas turbulentas y cuasi palestra opositora de los frecuentan este espacio cibernetico.

    • Es peligroso confundir una cosa con la otra. El gobierno no escucha y no dialoga, pero su problema de gobernabilidad es cada vez más profundo en el seno mismo de su partido y de sus estructuras de poder. Quienes están socavando las bases del Estado, no son los opositores, sino los militantes del «proceso». Mallku Khota y los autos «chutos», para poner sólo dos ejemplos, son una prueba de que obligan al Ejecutivo a tomar decidiones que lo debilitan y a la vez ponen en evidencia su fragilidad, arropada por ahora en un autoritarismo de acciones contra los opositores y una judicialización de la política muy evidente

      • Sr. Mesa,
        Mis más respetuosos saludos. Estaba viendo la forma de poder comunicarme con usted. Ayer falleció don Jorge Ruiz, una triste pérdida de semejante personaje y ser humano. Soy periodista del suplemento cultural la Ramona, del diario Opinión de Cochabamba. Conoció a dos de mis colegas, Sergio de la Zerda y Santiago Espinoza, y estamos preparando un especial para este domingo homenajeando a don Jorge, y aparte de eso estos días estoy encargado de la página de Cultura del diario, por eso quería pedirle si podría darnos de su tiempo para dedicar unos cuatro párrafos recordando a don Jorge para que forme parte del especial que saldría este domingo. Le estaría muy agradecido si es posible. Le dejo mis correos a continuación: andresrodriguez89@hotmail.com y dabolar@gmail.com, para que me responda o quizá pueda darme algún número telefónico de su oficina o trabajo donde pueda ubicarlo y me diga un breve comentario sobre el señor Ruiz.
        Sin nada más que añadir me despido cordialmente, deseándole éxito en todas sus funciones.

        Atte.

        Andrés Rodríguez R.

  6. Estimado Carlos
    Esta ingobernabilidad es la raiz de sus desgracias y del atraso economico que sufre bolivia, nada tiene que ver el mar o chile, son solo ustedes los responsables de su felicidad y desgracias, usted en su retorica anti-lagos nos culpo a nosotros, y finalmente tiene que reconocer su tremenda equivocacion e injusticia al responsabilizarnos por la pobreza de su pais, siendo que alli, en tus propias palabras has demostrado que siempre han sido ustedes.
    Suerte

    • Una cosa nada tiene que ver con la otra. cada nación enfrenta sus propias insuficiencias y sus propios problemas que debe resolver sin echar culpas a terceros. Independientemente de esa realidad que en el caso de nuestro país es particularmente sensible, por las circunstancias de nuestro nacimiento y nuestra posición geográfica y estructura geológica (que presenta varias graves dificultades para conectarnos internamente y con los dos Océanos), no eximen de afirmar lo evidente. Chile al arrebatarnos 120.000 kms2 de territorio y más de 400 kms. lineales de costa (en cuya superficie está la reserva de cobre más grandes del mundo que Chile explota hace un siglo), afectó nuestras potencialidades de desarrollo y de manera objetiva afectó negativamente nuestro crecimiento y la evolución de nuestro PIB.
      Eso no quiere decir que Bolivia sería un país sin pobreza si tuviera mar, quiere decir que su desarrollo relativo y absoluto ha sido menor, ENTRE OTRAS MUCHAS RAZONES, por la forzada mediterraneidad que sufrimos.

  7. Sr; Presidente:
    La gobernabilidad no es un hecho natural.
    La gobernabilidad es un producto histórico y cultural. La ingobernabilidad boliviana tal vez puede explicarse por factores como los siguientes:
    Factores humanos:
    1) Las elites políticas no son capaces de fomentar la creación de riqueza y recursos suficientes, de manera duradera, y menos aún mecanismos de redistribución equitativos.
    2) Las elites políticas son incapaces de generar recursos intelectuales para crear la gobernabilidad. Eso no quiere decir que no carecen de recursos retóricos y emotivos para seducir a corto plazo al electorado.
    3) La educación no fomenta ni el trabajo manual ni el trabajo técnico, verdaderas fuentes de la riqueza. La educación no disciplina ni cívicamente ni intelectualmente.
    Factores geográficos:
    4) La baja densidad demográfica, diversidad cultural y la heterogeneidad geográfica son factores que juegan en contra de la vigencia institucional del Estado en el territorio.
    5) Bolivia no está integrada en ningún sistema económico internacional.
    Factores propios a la política.
    6) En Bolivia no existen partidos en el sentido propio del término. Los partidos nacen en los grupos sociales pero rápidamente se convierten en proyectos personales. Los partidos siguen el destino de sus caudillos. Todo partido por minúsculo que sea está asociado a un jefe: MNR-Victor Paz, PRA-Guevara, PRIN Lechín, MNRI-Siles, MIR-Paz Zamora, PS1-Quiroga, Condepa-Palenque, UCS-Fernadez, etc, etc. Quizás el único partido no caudillista fue el PCB, pero eso porque era un mandato de Moscú… Los partido nacieron caudillistas, un “cheque contra cheque”, como lo instituyeron Arce y Pacheco.
    7) En reacción al caudillismo la sociedad ha sacralizado la revuelta que, como funciona lejos de una regulación institucional, paradójicamente, encumbra casi siempre a un nuevo mesías.

    Cordialmente.

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