Tan Lejos del Mar de Robert Brockman es un libro sugestivo y bien escrito, tanto como su primera obra, El General y sus Presidentes. Una década entera, la de los años veinte del siglo pasado, la turbulenta era de los republicanos (¿Hay alguna década que no lo haya sido en nuestra historia?), la de Saavedra y Siles.
El libro, podría pensarse, plantea una estructura arbitraria y algo desordenada, pero es allí donde está su fuerza y su mérito, porque de un modo novedoso hace un análisis y un juicio permanente sobre los vaivenes de la política exterior boliviana con relación a tres cuestiones fundamentales, la reivindicación marítima, la deuda externa y los prolegómenos de la guerra del Chaco, marcados por el denominado “incidente” de Fortin Vanguardia.
Pero Brockmann va más allá, y esto es destacable, evalúa la cuestión a partir de un contexto internacional y la filosofía de unos años en los que se pensó que la salida de la brutal primera guerra mundial podía hacer soñar en la paz definitiva. Así, además de los personajes bolivianos, aparecen dos presidentes de los Estados Unidos marcados por la paradoja. De la ilusión de la paz como valor absoluto, Wilson, al descrédito y la execración. De la ilusión del crecimiento económico imparable, Hoover, al crack del 29 y la peor crisis económica mundial antes de esta que atraviesa Europa. Brockmann juzga con dureza el resultado de esa utopía, la creación de la Liga de Naciones y su inoperancia. Me parece aquí que el autor exagera. La Liga fue claramente el antecedente de las Naciones Unidas y la toma de conciencia de un multilateralismo moderador que, con todos sus defectos, ha logrado evitar desastres bélicos y humanitarios en muchas partes del mundo. Muy atinada su precisión a propósito de la prepotente doctrina «Monroe».
¿Y Bolivia?, Brockmann se emparenta con la sensibilidad del historiador Roberto Querejazu, tiene la misma pluma ágil, la capacidad de conducir al lector por el laberinto narrativo sin que el hilo se pierda y sin que el interés se debilite, sus fuentes son rigurosas y sus notas y apreciaciones precisas, pero comparte también con Querejazu la mirada ácida e hipercrítica para nuestros políticos y militares. Su distancia equilibrada para con los contendientes circunstanciales de Bolivia, Chile y Perú por una parte, y Paraguay por la otra, son tan equilibrados que acaban por ser más comprensivos con la contraparte que con el país.
Los personajes del drama boliviano: Bautista Saavedra, sagaz, oportunista, atrabiliario (la mirada del amigo del Presidente Saavedra, Rigoberto Paredes es contundente). Hernando Siles, quizás el personaje menos desarrollado e indagado, aparece en fragmentos y no es posible desentrañarlo realmente.
En el tema de la Sociedad de Naciones y el alegato boliviano que pedía la revisión del Tratado de 1904, Brockmann se atreve con el intocable Franz Tamayo y lo pulveriza a través del seguimiento del proceso de presentación del documento nacional. El autor ve en Tamayo a un histrión, desmesurado, irresponsable, patético incluso (mucho de eso se desprende de la polémica ciertamente surrealista que inició con el canciller de entonces Ricardo Jaimes Freyre). Finalmente, la Sociedad desechó el alegato y no consideró nunca el tema del mar boliviano en el orden del día.
El libro hace un aporte extraordinario en el tema de nuestra deuda externa con el ejemplo del préstamo Stiffel-Nicolaus (1923) aprovechando magníficamente la obra de Margarte Alexander Marsh, lo que permite profundizar en una cuestión de la mayor importancia historiográfica en temas económicos de nuestro pasado. Un país que hipoteca su soberanía, pero que con el paso de los años, logra una salida menos brutal de la que las condiciones leoninas de los prestamistas hacía prever.
En el tema de Fortín Vanguardia, además de la emocionalidad desbordada del pueblo y la radicalidad de algunos representantes nacionales, no perdona a Daniel Salamanca que fuera de toda duda había confundido el martirologio y los exorcismos con el destino histórico del país. La guerra como la gran expiación. Los hechos son tan incontrastables que es difícil salvar a Salamanca. Siles tuvo éxito con la respuesta militar controlada a la agresión militar sufrida, lo que permitió un arbitraje y la paz por unos pocos años.
Brockmann acierta cuando destruye la mitología nacional e internacional que afirma que la manipulación de las petroleras transnacionales fue la causa de la guerra del Chaco.
Impresiona, a partir del “Dossier Fricke”, la increíble repercusión mundial que tuvo la toma del fortín boliviano Vanguardia y la represalia boliviana con la toma del fortín Boquerón en la prensa mundial, teñida por el espíritu pacifista del francés Briand y el norteamericano Kellogg y la Organización Panamericana. Delicioso es el relato de la travesía imperial del electo presidente Hoover por América del Sur en los mismos días en que el Chaco estuvo a punto de incendiarse.
Tan Lejos del Mar es una obra fascinante, provocadora y bordada con muchos juicios de valor del autor, que nos permiten leer una realidad histórica con los ojos en los hechos y los documentos que los sustentan y en las interpretaciones personales de un Brockmann avezado como escritor, que es capaz de manejar con acierto la historia, la crónica y la narración casi novelada.
¿Fue realmente el decenio 1919-1929 como reza el subtítulo del libro una “década exraviada”?
muy interesante, muchas gracias por la recomendación Sr Mesa. He buscado en la pagina web de los amigos del libro, y no lo encuentro 😦 Alguien conoce de que página se lo puede pedir? gracias
LA PAZ
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¿En Sucre donde puedo adquirirlo?
Debiera estar en cualquier librería de la ciudad. Se me ocurre que puede estar especificamente en la librería del Archivo y Biblioteca nacional