Publicada en Página Siete y Los Tiempo el 20 de abril de 2012
Todavía resuenan en mis oídos las palabras que pronunció en una reunión internacional en Canadá el entonces Presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, quien en su discurso de agradecimiento a su trayectoria profesional, afirmó sonriente y despreocupado que le parecía absurdo que la crisis de un pequeño país como Grecia pudiera dar pie a que se hablara de una crisis del euro y menos aún del sistema europeo.
Ha pasado algo más de un año desde entonces y lo que Europa vive es bastante peor de lo que Trichet pretendió descalificar, el desconcierto absoluto ante la formación de lo que amenaza con convertirse en una tormenta perfecta.
La crisis de 2008-2009 que en algún momento se creyó superada, era sólo el preámbulo del gran crack que se está viviendo en 2012. Una combinación en la que se han sumado la irresponsabilidad en el gasto público con la irresponsabilidad en el manejo financiero privado, en un contexto de contracción económica muy significativa.
La respuesta para salir del pozo fue inmediata y draconiana. El mando político europeo, Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy y el mando económico, el Banco Central Europeo y el ministerio de finanzas de Alemania, establecieron que la única solución posible para los países que se habían “desmandado” (Grecia, Irlanda, Portugal, España…) era la austeridad. La receta fue sencilla pero implacable. No se puede gastar más de lo que se ingresa, hay que recortar gastos ya.
Grecia, que había llegado al extremo de falsear sus cifras macroeconómicas para disfrazar la hecatombe, ha recibido ya el rescate europeo que no la ha sacado de la bancarrota en la que prácticamente se encuentra. Los fondos europeos y los recortes radicales han tenido como efecto colocar a los ciudadanos contra las cuerdas. No parece racionalmente posible apretar más. Las últimas elecciones así lo han demostrado, primero la atomización política luego la imposibilidad de formar gobierno, y la convocatoria a nuevas elecciones para junio. Si quiere otro rescate debe ceñirse al guión del hacha ¿Tendrá Grecia que salir del euro para salvarse? La respuesta no está a mano. Para muchos la vuelta al dracma puede ser aún un infierno peor que quedarse en el seno de las tiránicas condiciones del euro…Nadie se atreve a hacer un pronóstico.
España, la quinta economía de Europa, tiene hoy un servicio anual de la deuda superior a los 30.000 millones de euros, un déficit fiscal por encima del 8%, cinco millones y medio de desempleados y una economía en recesión total. Para salvarse debe cumplir las condiciones de Bruselas, por ello pretende reducir su déficit en algo más de dos puntos y medio en 2012 para lo que encara los recortes más brutales de su historia democrática. Eso tensa las relaciones con las autonomías y sus grandes déficits y algo peor, ha tocado a la salud y la educación, lo que ha hecho que la sociedad en su conjunto proteste y asuma que este es el comienzo del fin del estado del bienestar en el país.
En ese mar bravo la crisis se ha llevado por delante a gobernantes de centro izquierda y de derecha sin distingos de línea ideológica (véase sino lo ocurrido con Rodríguez Zapatero y Sarkozy). Pero si los votantes creyeron que con eso se terminaba el calvario pregúntenle a los españoles. Cinco meses después de haber aplicado la receta al pie de la letra, el presidente Mariano Rajoy vive entre la zozobra y la frustración. Nada parece funcionar, a mayor rigor en el cumplimiento de la fórmula peores resultados inmediatos. Al turbión estatal se suma la crisis financiera representada por la nacionalización obligada de Bankia, el tercer banco más grande del reino. Contra lo supuesto, el banco se siguió desplomando en bolsa y las agencias de calificación bajaron el nivel de 16 bancos a los que se suma el crecimiento incesante de la percepción de riesgo país.
El problema, clama una parte importante de la sociedad europea, es que la austeridad conduce a un círculo vicioso sin salida. Si no se alimenta el crecimiento todo se hundirá. Si no se recupera el consumo no se produce. El nuevo Presidente Francois Hollande es el abanderado de esta línea frente a la canciller Merkel. La receta alemana no funciona, es evidente, pero lo que no está claro es en qué consisten exactamente las medidas de incentivo al crecimiento y expansión responsable del gasto público que permita combinar duros recortes con una reorientación de esa inversión y también de la privada. Mientras tanto el ciclo destructivo continúa…
¿Podría alguien suponer que el proyecto de la Unión estuviese en serios aprietos en virtud de la crisis dramática de algunos de sus miembros? ¿Podría suponerse que el euro, la segunda moneda más importante del mundo, esté en cuestión? ¿Estamos asistiendo al comienzo del desplome del modelo más logrado de bienestar humano? ¿La turbulencia en la que está Europa, da lugar a una pregunta de fondo sobre la viabilidad de Occidente como paradigma de un sistema de valores que se convirtió en un referente universal básico?
Europa, raptada por Zeus, terminó como reina de Creta. ¿La crisis es una forma de rapto de esa reina, sinónimo de Occidente, a un destino ignoto o, por el contrario, demostrará la fortaleza de la reina en el papel que ha jugado hasta hoy?
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