Narco: Responder a un Fracaso

Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 15 de abril de 2012

En 1988, ha pasado casi un cuarto de siglo, se aprobó la Ley 1008 con el objetivo de que Bolivia llevara adelante un adecuado combate a la producción ilegal de drogas, al desarrollo del narcotráfico, y a la prevención y reducción del consumo local.

Nada de eso ha ocurrido, por el contrario, la producción de coca en áreas denominadas entonces de transición ha aumentado, los límites de la producción tradicional han sido ampliamente superados en la región de los Yungas, el narcotráfico es boyante y los ingresos económicos que registra se inyectan a la economía del país, el consumo se ha incrementado exponencialmente y no hay ni programas de prevención ni tareas de rehabilitación que merezcan el nombre de tales.

Si la ironía cabe para quienes aprobaron la Ley 1008 bajo el “asesoramiento” y la atenta mirada de los Estados Unidos, el Presidente de la Nación surgió de una de las regiones emblemáticas de la producción de coca estigmatizada por esa legislación y es Secretario General de las Federaciones del Trópico de Cochabamba, es decir de los sindicatos cocaleros. Visto lo visto, no es difícil afirmar que la Ley no funciona, que el trabajo que hace el país es y ha sido insuficiente. Pero esto no es lo más grave, la cooperación internacional ha funcionado peor. Cuando Estados Unidos y Europa tuvieron carta blanca para imponer sus políticas sobre el tema, lo que hicieron fue acorralar a los gobiernos democráticos presionándolos hasta lo indecible, lo que condujo a una confrontación irreversible entre Estado y productores que devino en una sucesión de explosiones sociales. El resultado fue exactamente el contrario al esperado. La democracia sufrió tensiones que la pusieron en serio riesgo, el sistema político estalló, la violencia social se incrementó de modo dramático, la producción de coca y de droga, tras un paréntesis artificial basado en acciones coercitivas insostenibles, aumentó. Por su parte, el desarrollo alternativo logró la presencia de productos que funcionaron además de la coca, no en vez de ésta. Para colmo la construcción de infraestructura y servicios en la región del Chapare facilitó las condiciones de producción de la hoja.

Cuando el máximo dirigente cocalero del continente llegó a la presidencia, una de las primeras cosas que hizo fue ajustar cuentas con quienes habían apretado el torniquete, expulsó del país al embajador de los Estados Unidos y a la DEA. El hecho ocurrió para conmemorar los 20 años de la aprobación de la Ley…

Que la lucha contra el narcotráfico no funciona es algo más que una constatación, ha significado el dramático entierro de miles de latinoamericanos víctimas del consumo, del crimen organizado, de la represión desde el Estado y de la incitación de dirigentes sindicales. El tema no se refiere sólo a Bolivia, vale para Perú, Colombia y México, vale para Brasil, América Central, para América Latina en su conjunto. No podemos esperar más, hay que darle un giro de ciento ochenta grados a la política antinarcóticos. Los mandatarios de México y Colombia han dado la voz de alarma por primera vez desde el gobierno. Debatir el tema de la despenalización no es ya una cuestión de retórica liberal, es un imperativo para establecer nuevos parámetros que abran caminos razonables para terminar con esta plaga que está generando niveles de violencia y rupturas de códigos éticos básicos en la sociedad latinoamericana en su conjunto. La región es la más violenta del mundo, la criminalidad crece sin cesar y el narco es su alimento mayor.

La respuesta es imposible sin Estados Unidos, pero el Presidente Obama, como en muchos otros temas, ha sido más cauto y conservador de lo que se suponía, lo que no ha ayudado a replantear un combate que está perdido hace ya muchos años. Si en estas elecciones ganan los republicanos es probable que el asunto se archive otro cuatrienio, si gana Obama en cambio, podríamos quizás albergar alguna esperanza de un revulsivo. ¿Y Europa? Sería bueno que los europeos dejen de jugar al mentiroso papel de los “chicos buenos” y encaren con mayor valentía su responsabilidad compartida para desarrollar propuestas que cambien este escenario.

Se mezclan aquí cuestiones éticas, compromisos de Estado, asuntos económicos y demandas sociales. Nada que nos impida tratar el tema con seriedad pero sin miedos. Lo que no funciona está muy claro, sobre esa base se debieran abrir todas las ventanas del pensamiento. La descriminalización o despenalización de las drogas es uno de los caminos posibles, quizás no necesariamente el adecuado, pero permitirá abrir las mentes más allá de los parámetros ciegos de hoy. En una economía tan brutalmente liberal como la de la droga, donde la ecuación entre oferta y demanda funciona tan claramente, bloquear artificialmente la oferta no funciona, simplemente encarece los precios e incrementa los riesgos, con las consecuencias que vemos todos los días.

Nuevas respuestas para un viejo problema. Nada debe dejarse en el tintero a la hora de discutir posibles caminos de solución ante una pulsión de la especie humana, la de usar siempre sustancias que alteren su comportamiento.

10 comentarios en “Narco: Responder a un Fracaso

  1. Muy buen artículo. Mi opinión personal es quite hay que despenalizar la cocaína. Es interesante anotar que el clorhidrato de cocaína puro no es tan dañino cómo el que se consume (mal fabricado y mezclado) debido precisamente a la prohibición. Si se despenaliza y se vende libremente cocaína pura y de alta calidad, sus efectos nocivos serían mucho menores. Lo interesante es que además desaparecerían los narcotraficantes y por tanto los interesados en venderle cocaína a los niños para envidiarlos. Si el lucrativo negocio del narcotráfico desaparece, las mafias desaparecen. Con la venta legal de cocaína, incluso ese negocio pagaría impuestos. El gramo de cocaína sería muy barato y, por tanto, poco interesante para las mafias. La guerra contra las drogas se ganará sólo con educación. Todos tenemos acceso a los cuchillos y sin embargo la gente no se está suicidando masivamente cortándose la venas. No existe acceso legal a los drogas y la gente se suicida permanentemente consumiéndola. Liberar las drogas eses confiar en el ser humano. Nadie tiene que decirle que hacer o no con su vida. Cada quien ese libre de drogarse, hacer deportes extremos, fumar, tomar alcohol, tener relaciones sexuales perniciosas, e incluso suicidarse, si así lo quiere. En todas las actividades humanas siempre se impuso la cordura. ¿Por que, si en todo somos libres, justo en el tema de la cocaína, nos tienen que decir que hacer? En Bolivia se pueden comprar libremente muchos medicamentos con los cuales uno se puedes drogar. Sin embargo, el público no los consume en forma mayoritaria. ¿Por que no puedo comprar cocaína pura en forma libre también? ¿O es que los antibióticos no son droga?

    • Creer que bajo el género «droga» cabe el sofisma de afirmar que, ergo, un antibiótico es entonces estupefaciente, solo puede calificarse como ignorancia absoluta.

      • Según el diccionario, estupefaciente es una distancia narcótica que hace perder la sensibilidad. Un estupefaciente es una sustancia medicinal que provoca sueño o estupor. Cómo soy un ignorante, señor Barrios, por favor enséñeme cuando una droga es estupefaciente y cuando no. Asimismo, por favor indíqueme si en las farmacias bolivianas no se pueden comprar libremente sustancias narcóticas que provoquen sueño o que hagan perder la sensibilidad (lo que según el diccionario es un estupefaciente). Sólo para su conocimiento, este ignorante le informa que en la gran mayoría de los países europeos no se pueden comprar antibióticos sin receta médica, lo que sí podemos hacer en Bolivia. Sería interesante también hablar de las anfetaminas. Pero, para no cambiar de tema, yo estoy convencido que la cocaína, consumida sin receta médica, es menos dañina que muchas drogas que se pueden comprar en las farmacias bolivianas sin receta médica. Humildemente de un ignorante absoluto al dueño de la verdad absoluta.

  2. El narcotráfico comporta ser un fenómeno transnacional que, por cuyo impacto geopolítico, penetra regímenes gubernamentales (sin prejuicio ideológico, aunque se muestra cierta tendencia por los zurdopáticos) y hace -generalmente- de los Ministerios de Gobierno su despacho gubernamental.

    El narcotráfico desde la definición de cártel, en términos de la teoría económica y/o de cártel en términos del ilícito, es indiferente, ya que básicamente ambas referencias comportan los comunes denominadores de la «asociación» para la «competencia», misma por la que “se regula la producción”, y se permite “la fijación de precios”, para finalmente alcanzar el afianzamiento del «monopolio de mercado», en este caso del narco-mercado.

    El narcotráfico, como ilícito fenómeno de mercado, existe en tanto que está prohibido y es punible, y su eventual “despenalización” jamás sería permitida por los mismos cárteles de la narco-competencia, ya que sus multimillonarias ganancias desaparecerían, y porque sencillamente varios gobiernos y otros altos interese del mundo están coludidos con el narco, para mantener las condiciones que lo hace “tan valioso”.

    • Estimado señor Barrios, aunque soy un ignorante, estoy de acuerdo con este su comentario pues coincido con usted que los más interesados en evitar que se despenalicen las drogas son los narcotraficantes.

      • De un amante de la evidencia y del método científico, a quien orgullosamente se autodenomina ignorante:

        PRIMERAMENTE

        Sr. Galindo, le insisto. Un antibiótico, es un medicamento cuyo efecto, dependiendo de su especie, en lo que al modo respecta, es matar bacterias. Y por el hecho de que las bacterias sean microorganismos, ninguna persona en su sano juicio, partiendo de premisas científicas, se atrevería a afirmar que, ergo, un antibiótico tiene como efecto matar, por ejemplo, a un virus, que también es un microorganismo (existente, mas no viviente, claro está). Ahora bien, es cierto que en países europeos no se venda antibióticos libremente en las farmacias, pero aquello ocurre por razones muy distintas a las que usted cree y que, por tanto, simplemente ignora. A decir:

        1) La utilización de antibióticos genera resistencia bacteriana, y su mala utilización empeora el problema;

        2) El contagio de bacterias resistentes a antibióticos, obliga, para salvar la vida de los enfermos, a utilizar antibióticos de generaciones más nuevas, y que, lógicamente, son de costo más elevados y de efectos menos predecibles en el paciente;

        3) Asimismo, es un hecho farmacológico y científico claro, que los antibióticos que se vienen usando mucho tiempo (décadas), en razón de que sus efectos son más conocidos y predecibles, son mejores y preferibles a los nuevos, además de que son definitivamente más baratos.

        Entonces, según se comprenderá claramente, las razones científicas para que Estados con sistemas de salud verdaderamente institucionales y eficientes hubieran prohibido el libre expendio de antibióticos sin receta en farmacias, son de salud pública y obedecen a las siguientes finalidades:

        1) La correcta y eficiente utilización de antibióticos;
        2) La disminución en los elevados costos generados por la utilización de antibióticos de nuevas generaciones;
        3) La maximización de la seguridad del paciente y la minimización de riesgos, con la utilización de antibióticos de probada eficacia, y sólo ante la evidencia de infección bacteriana sensible.

        Por tanto, según se advertirá, resulta claramente imposible la “aplicación pseudoanalógica” que usted pretende, para burlar nuestro razonamiento, porque sencillamente quiere aplicar reglas inherentes a determinado sistema (antibióticos), a uno muy distinto (psicotrópicos y psicoestimulantes), para sencillamente encubrir sus deficiencias técnicas con FALSO CONOCIMIENTO y probar un vulgar sofisma que, de repente, hubiera sido bien visto poco antes del renacimiento, y del principio de las ciencias y de la era de la evidencia.

        EN SEGUNDO LUGAR

        Con relación a otro de sus sofismas, es tan cierto que una sustancia venenosa cuyo natural efecto sea el inmediato cese de funciones vitales multi-orgánicas producirá “más rápidamente” la muerte de un sujeto, que una dosis moderada de cocaína, que la sola vulgaridad de la premisa, le quita poder probatorio, más allá de su aparente verdad. Sin embargo, qué respondería el sofista si se le pregunta: ¿y qué respecto a los efectos inmediatamente mortales de una sobredosis de cocaína?, ¿discutirá si alguna especie de veneno mata -más o menos- rápidamente que la sobredosis de cocaína? o ¿nos hará notar, humildemente, que no estuvimos discutiendo de adictos que se exceden, sino de los de consumo eventual y, en agravante, mesurado?

        EN TERCER LUGAR

        La evidencia científica indica que en un primer momento la cocaína se comporta como estimulante, y tras que ha agotado los neurotransmisores cerebrales, como depresor, es capaz de inducir estupor e inclusive coma, bajo tales hechos verificables en cualquier tratado de farmacología: ¿cómo calificaría el sofista a la molécula cocaínica?, ¿desde cuál de sus efectos?, ¿cuál con preferencia?, ¿cómo psicotrópico, psicoestimulante, estupefaciente, analgésico, anestésico, espasmolítico?, ¿desde su naturaleza?

        No obstante, debiera, de repente el sofista, iniciar con la tradición boliviana de escribir tratados farmacológicos contradiciendo la ciencia contemporánea universal, bajo la premisa costumbrista-antioccidental, lo cual, inclusive, en el fondo, “no sería malo”.

      • Sr. Barrios, el punto no es si los antibióticos son o no son considerados estupefacientes. El punto es que un ser humano se puede auto infringir daño con muchas cosas, entre ellas con los antibióticos; pero también con el cigarrillo o incluso con un cuchillo. La sociedad prohíbe la cocaína porque uno puede dañarse con ella. Pero no prohíbe los cuchillos o cualquier otra cosa con la que uno pueda auto infringiese daño (nombré a los antibióticos sólo cómo un ejemplo). De está forma, quien tiene derecho a decirme que no puedo consumir cocaína libremente (porque me va ha hacer daño) y sin embargo no me prohíbe otras cosas que también me hacen daño. Lo que trato de decir es que las drogas se deben legalizar pues cada quien es libre de hacerse daño a si mismo, si así lo quiere; y esto no lo puede impedir nadie. Si se prohíbe la cocaína (porque me puedo hacer daño) entonces tendrían que prohibir casi todo. Si el consumo de la cocaína es bueno, entonces no hay porque prohibirla. Si es malo, entonces tampoco se puede prohibir pues muchas cosas son malas (sí se usan de forma inadecuada) y no es posible prohibir todo con lo que nos podemos hacer daño. Un ejemplo que puse (y quizás no fue el mejor) es que usando los antibióticos mal, uno puede hacerse daño. De hecho, es por este daño que uno puede hacerse, es que en muchos países la venta de los mismos requiere receta médica. Ahora bien, ¿el daño de un antibiótico es menor que el de la cocaína? No lo se, pero seguro que otras cosas pueden hacer más daño que la cocaína y no están prohibidas; esto es así porque simplemente no se puede prohibir todo con lo que nos podemos hacer daño.

      • Resulta que un cuchillo es considerado por todas las culturas de la especie humana como un utensilio que tendrá como uso, de entre muchos otros que evidente se le pueda dar, el de cortar alimentos, ya sean estos vegetales, frutales, cárnicos u otros. ¿La cocaína acaso sirve como alimento para el ser humano, y/o acaso sirve como utensilio para la obtención o el procesamiento de alimentos como en el caso del cuchillo?

        El cuchillo puede ser utilizado como instrumento de dañosidad en contra de uno mismo o en contra de varios otros, es cierto. Empero, a lo largo de la historia humana siempre fue concebido esencialmente como utensilio para la obtención y/o procesamiento de alimentos, por tanto, al ser parte de la supervivencia misma de la especie humana, no puede ser prohibido (formalmente) en ese su uso. Por el contrario, la especie humana en sus diferentes culturas, ha legislado que el cuchillo como arma, fuera del uso antes mencionado y otros usos que no implicaren dañosidad, está prohibido (formalmente), salvando las excepciones de p.ej el caso de una “legítima defensa”, o su uso militar, entre otras situaciones así mismo presupuestadas. ¿Acaso se puede decir lo mismo de la cocaína? Una silvestre piedra, pese a no estar prohibida, puede igualmente ser letal si alguien la utilizare para dañar a otro. Sin embargo que sucede si la piedra, producto de un deslizamiento natural, cae encima de alguien ocasionándole la muerte, ¿acaso se le puede prohibir/sancionar a la naturaleza? No, porque al igual que en el caso de la cocaína, lo que se prohíben son acciones humanas. Por ello es que un animal que consumiese un planta alucinógena (por error o por costumbre) tampoco puede ser punido, porque sencillamente es un animal y no así un humano; empero, si se comprobara que fue un humano el que le hubiera hecho consumir al animal, según muchas legislaciones, el humano sería punido.

        Ahora bien, para ser precisos, un drogadicto en potencia o en ejercicio como usted aparenta ser, puede consumir “libremente cocaína”, al menos que alguien “le obligue”. Ya que lo que está prohibido es la forma en la cual obtenga la droga ¿P.ej. qué pasa si encuentra droga en la calle y se la lleva sin ser advertido por nadie y la consume en su baño? Y para ser más rigurosos aún, su drogadictíl conducta será etiquetada como prohibida en tanto alguien lo descubra y alguien eventualmente lo sancione; es decir que en la clandestinidad como muchos, puede “libremente” elegir ser drogadicto, así como puede aspirar sal o pimienta, así como puede plantar marihuana en su cuarto y consumirla, así como puede procesar en un micro-laboratorio casero “pasta base” y consumirla, así como puede ingerir esmalte de uñas/lavandina, así como libre es de intentar suicidarse. A nadie le importará que usted sea consumidor cocaínico porque le da placer/felicidad, porque está enfermo, y/o porque quiere infringirse daño (como con otros elementos que están libremente disponibles), objetivamente la Ley (al menos debería) sancionarle por su acción y no por su conducta.

        También puede elegir acullicar y no sentirse “prohibido”. No se necesita «experimentar» para señalar que la reacción de la hoja de coca, la lejía, la saliva/pH, y los ácidos/jugos gástricos se combinan y químicamente presentan los mismos resultados que cualquier otro vulgar alucinógeno. Claro, que algunos más acostumbrados que otros “experimentadores”, podrán variar en la intensidad de su experiencia. Pero para no dejar suelta la afirmación: La saliva contiene pH<7 -ácido por ende-, lisozima (equivalente de la fermentación de la poza de maceración); el estómago secreta ácido clorhídrico que normalmente es usado como precursor para la extracción del alcaloide cocaínico.

        Al final del día sus extraviados intentos siempre serán respondidos por el más común de los sentidos, y la escala de valores que una sociedad en particular se haya asignado para coexistir, hasta que la evidencia pueda o no permitir afirmar lo contrario.

      • Sr. Barrios, se hace muy difícil dialogar con usted porque siempre me ataca suponiendo cosas sobre mi. Antes me tildó de ignorante y ahora asegura que defiendo la libertad del ser humano porque «debo ser» un drogadicto. No, no soy un drogadicto, de hecho ni siquiera fumo tabaco y soy poco menos que abstemio con el alcohol. Sea lo que sea que estemos dialogando, si usted lo lleva al terreno personal para ofender, anula mi deseo de continuar un diálogo constructivo obligándome a defenderme de sus acusaciones. Ese no ese el camino de plantear un foro de discunción. Lo siento pero así no puedo continuar. Si esa es su forma de ganar (no se que), entonces alégrese pues usted ha ganado.

  3. Sr. Galindo tuve la prudencia de limitar mi comentario a simples expectativa sobre usted, razón por la cual referí la “autoafirmación” en el caso de ignorante y de “aparenta ser” en lo último. Otra cosa es que usted sea muy sensible o necesite releer lo dicho más de una vez.

    Ahora bien, siguiendo en la línea de la “defensa de la libertad del ser humano” suya, seguramente que el Dr. Mengele experimentó con niños porque, entre otras razones, también tuvo “la libertad” de así hacerlo, y que en efecto ese su particular obrar se justificará en el plano de la “libertad humana”. Asimismo un violador también estará justificado porque, en su psique, a él nadie le prohíbe hacerlo, y violará a su víctima amparado por la irrestricta “libertad humana”.

    Debe comprender que existen situaciones que por muy reclamables que sean en su libertina y amorfa noción de “libertad”, jamás podrán ser permitidas, como ya dije, por el común sentido y la escala de valores imperante en el mundo.

    Finalmente Sr. Galindo le hago notar -en stricto sensu- que sus narcóticas referencias, según nuestro sistema jurídico vigente, se harían típicas de la “instigación pública a delinquir” (Art. 130° CP) y de la “apología pública de un delito” (Art. 131° CP), al menos mientras no se consigan despenalizar el tráfico ilícito de sustancias controladas (Art. 48° Ley 1008), el consumo y la tenencia para el consumo de sustancias controladas (Art. 49° Ley 1008) y demás.

    “Deberíamos aprender a no dejarnos secuestrar las libertades que nos corresponden y a no exigir tampoco aquellas que superan nuestras responsabilidades.” D. Martos

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