
Gina Baldivieso
EFE|28|05|24|
El expresidente Carlos Mesa afirmó en una entrevista con EFE que el país requiere cambiar el actual modelo de Estado que, a su juicio, es «suicida» y ha tenido un «fracaso estrepitoso», por otro con una estructura institucional, democrática y que no base su economía en el extractivismo.
El exgobernante, que lidera Comunidad Ciudadana (CC), la principal fuerza opositora del país, consideró que «hay futuro» para Bolivia y es posible tener «un país mejor», tras hacer una valoración negativa del contexto político y económico actual.
«Por supuesto que hay que cambiar este modelo suicida que nos lleve a un modelo de Estado nuevo, a un modelo de estructura institucional democrática nueva y a un modelo económico no rentista y no extractivista nuevo que cambie la lógica del desarrollo que se ha llevado hasta ahora, que después de 20 años muestra su fracaso estrepitoso», afirmó.
El también historiador y periodista consideró que Bolivia vive una «crisis terminal del modelo político» que el gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) inició en 2006, cuando Evo Morales llegó a la Presidencia.
Una de las señales de esa crisis es la «división del liderazgo» en el partido oficialista, a propósito de la pelea entre Morales (2006-2019) y el presidente boliviano, Luis Arce, que, para Mesa, no hay que verla solamente como una «ruptura» entre ambos.
«Es que el modelo político, social y económico que planteó el MAS se agotó, se envileció, se degradó y está mostrando sus excrecencias a partir de una teórica confrontación personal que es (…) el fin de una propuesta que está totalmente vaciada de contenidos y que se convierte en una pelea por el poder», sostuvo.
Esto no significa que el MAS vaya a desaparecer como estructura política, pero sí «como propuesta de futuro», porque a lo político se suma la «crisis económica generada por una muy mala administración de la situación económica» en los Gobiernos de Morales y Arce, agregó.
Modelo agotado
Mesa también se refirió a la actual situación económica que para algunos sectores muestra señales de crisis como la falta de dólares que persiste desde 2023, o las filas para conseguir combustible que se dan cada cierto tiempo.
Ante las críticas, el Gobierno de Arce defiende que su ‘Modelo Económico Social Comunitario Productivo’ sigue vigente y que estos problemas son temporales, o son producto de «ataques especulativos» que buscan dañar la gestión del mandatario, que fue ministro de Economía durante el Gobierno de Morales.
Para Mesa, cuando el contexto económico internacional es favorable, como ocurrió en las primeras gestiones de Morales, un Gobierno puede darse «el lujo de gastar», pero en el caso de Bolivia, «eso se acabó por el despilfarro, por los elefantes blancos, por la falsa industrialización» y por la «corrupción concentrada».
El expresidente sostuvo que ante el fin de la bonanza económica en 2014, comenzó un «déficit fiscal crónico» que persiste desde hace más de una década, además de la disminución de las reservas internacionales que pasaron de los 15.122 millones de dólares registrado en 2014 a 1.796 millones hasta el pasado 30 de abril.
También cuestionó el «crecimiento por cinco de la burocracia», pues recordó que durante su Gobierno había 200.000 empleados públicos, mientras que actualmente son más de medio millón, y el que Bolivia haya pasado de ser «una potencia gasífera» a ser un «importador neto de hidrocarburos».
Según el político, en el país hay «un ‘corralito’ de hecho de dólares» por las restricciones que siguen poniendo los bancos a los usuarios para hacer retiros y consideró que «no hay dólares porque el Gobierno se los ha comido a través de un Banco Central convertido en un prestamista y un subvencionador» de plantas estatales «en perdida absoluta».
A su juicio, lo «más grave» es la «absoluta opacidad» en cuanto a la información sobre cuántos dólares le quedan al Banco Central, cuántas reservas de oro son «monetizables», a cuánto ascienden las reservas de gas natural, mermadas en los últimos años, o cómo se va a cubrir el déficit fiscal.
Sin «información creíble», el exmandatario consideró difícil dar respuestas a estos problemas, pero además dijo que como «el Gobierno de Arce está empeñado» en que su modelo está vigente y es «viable», no escuchará sugerencias para cambiarlo.
«Porque como pasa en Gobiernos como Venezuela, Nicaragua o Cuba, hay un empeño testarudo en mantener una línea de comportamiento económico absurda, suicida, que solamente va a resolver un nuevo gobierno», afirmó.
¡Que la propuesta política, social y económica del MAS acabaría en un frecazo, lo sabía un 40% de la población boliviana que, constantemente, durante los últimos 20 años, voto en contra del MAS!
Tambien, esa misma población, sabemos que durante estos 20 últimos años, que la clase política boliviana, no supo o no pudo, elaborar una alternativa repubicana coherente al proyecto etno-marxista del MAS.
El genéricamente llamado, socialismo del siglo XXI, es una diáspora multifcética del posmarxismo, cuyas características son un conjunto de demandas sociales de diverso cuño insatisfechas e inconexas, que tras la caída del Muro de Berlin y la URSS, procura deconstruir el marxismo, reformulando las ideas básicas de esa doctrina (materialismo histórico y análisis crítico del capitalismo) , en procura de la captura del poder desde el rio Bravo a la Patagonia, y que, curiósamente, saltando el gran charco, llegó a Europa por la boca de Errejon y Chantal Mouffe.
Y entonces, es no solo es necesario camciar el actual modelo de estado, sino que es imprescindible cambiarlo por otro que sea de largo aliento, es decir por un modelo domocrático liberal actualizado a las condiciones históricas de esta nueva era de la IA, modelo que haga posible un pacto social que pueda resistir y ponerse a prueba de las generaciones futuras.
Entendemos que es urgente un plan de gobierno inmediato que corrija, resuelva y fije tiempos de una nueva economía. Pero sobre todo, que tenga bases sólidas de un pensamiento sin ambivalencias. Eso quiere decir que no pretenda navegar entre dos aguas. El país y la sociedad boliviana no pueden seguir, tras doscientos años de vida repúblicana , seguir siendo un conjunto de pueblos y regiones incapaces de construir un destino común.