
Andrés de Mesa Gisbert en su oficina de trabajo en la Sagrada Familia
Las iglesias coloniales del Altiplano fueron su cuna y su parque. Hoy, Andrés de Mesa Gisbert es parte de esa legión de hombres que se ha propuesto terminar la obra que Antoni Gaudí inició hace 135 años: la Sagrada Familia.
Andrés De Mesa pasó los sábados de su infancia contemplando los detalles de las iglesias del Altiplano. En vez de columpios estaban las columnas de aquellos templos que visitaba en los paseos familiares semanales rumbo a la pampa donde la diversión era medir, fotografiar, dibujar planos y alzadas de estructuras coloniales. Así transcurrió su infancia, como si sus padres, los arquitectos José de Mesa y Teresa Gisbert, hubiesen sabido desde siempre que su vida estaba destinada a moverse en medio de monumentos elevados a la gloria de Dios y la admiración de los hombres.
Discreto, de hablar templado y afable, entre una familia cuyos miembros gozan de un amplio reconocimiento público, Andrés es el pariente que decidió estar lejos de aquella visibilidad. Su trabajo transcurre entre artesanos, albañiles y maquinaria, como lo hacían los arquitectos de los monumentos en los que jugaba de pequeño sólo que en otra dirección: bajo las cúpulas de la Basílica i Temple Expiatori de la Sagrada Família, esa obra monumental de la humanidad diseñada por Antonio Gaudí, el genio catalán, que para Andrés es ya parte de su vida.
Nos citamos allí mismo, en la Sagrada Familia, esa estructura inmensa que se mira desde cualquier ángulo de la ciudad y que trepa hacia el cielo. “¿Cómo te reconozco?”, le pregunto para poder distinguirlo en medio de un mar de turistas que abarrotan este sitio a cualquier hora del día. “Fácil. Estoy en la puerta de la fachada de La Pasión. Soy el de la barba profética”, dice él, aunque efectivamente lo hubiera reconocido con o sin barba. Tiene el aire de Don Pepe, su padre, José de Mesa Figueroa, que en los años 70 tuvo a su cargo la restauración de las iglesias de Juli, Andahuaylillas y Canincunca, en Cuzco, Perú. En su caso, en todos los sentidos, la manzana nunca cae muy lejos del árbol.
A paso ligero Andrés me conduce por la nave principal de este monumento en medio de un gentío de seres atónitos.
Al llegar al altar dirige la mirada hacia arriba, a una de las cúpulas de tipo linterna más altas de la Basílica, dedicada a la Virgen María. Se detiene y contempla la obra. “Tengo que agradecerle a la vida”, confiesa, mientras ambos tenemos clavada la mirada en esta bóveda dorada que refleja la luz espléndida de una tarde clara en Barcelona.
“De aquí abajo no se la aprecia”, dice sin ocultar la emoción del matemático que lleva dentro y de quien admira no solo la obra sino las leyes de la física que la hacen posible. “Es un hiperboloide de revolución. Tiene doce metros de ancho y dieciséis de alto. Pero en un espacio de estas dimensiones todo se hace tan pequeño…”, comenta Andrés de Mesa, nacido en La Paz, especialista en geometría descriptiva, arquitecto que pasará a la historia como el boliviano integrante del equipo de profesionales que se ha propuesto terminar una obra arquitectónica sin parangón en el mundo: la creación máxima de Antoni Gaudí, cuya personalidad y labor aprendió a desentrañar.
Tras estudiar y trabajar en España, donde a estas alturas lleva ya toda una vida, Andrés se encontró con la obra de Gaudí casi por casualidad. Llegó hasta esta imponente construcción como técnico consultor, en un inicio, y hoy es su lugar de trabajo. Ha colaborado en el diseño de la cúpula principal que ahora mismo nos deja embelesados. La ha visto construirse pieza a pieza, de acuerdo con los planes del maestro catalán que, como un Midas de la arquitectura, ha dejado un legado impresionante que lo ha envuelto en un halo de leyenda.
Gaudí ha impreso su marca en Barcelona donde es venerado como un genio. Nunca dio una entrevista que se publicara. Lo que se ha escrito de él está cargado del ensueño que produce su obra, imposible de sortear, y que lo ha alejado de su dimensión humana.
Por eso el aporte de De Mesa es de gran importancia. Él es uno de los veinticinco profesionales que trabajan al mando de los arquitectos y directores Jordi Faulí y David Puig para terminar la Basílica que lleva más de un siglo en construcción: 135 años. Más allá de su capacidad para resolver los problemas formales y geométricos de esta estructura inigualable de dimensiones sobrehumanas, la misión de Andrés es desentrañar a su creador y mostrarlo en una faceta compleja.
“Nunca sabremos quién fue realmente”, asegura. La biografía formal de Gaudí habla de un hombre de familia humilde, soltero y profundamente católico que dedicó su vida a recrear la naturaleza en una obra diseñada para alabar al Creador. La Sagrada Familia tendrá 172,5 metros de altura en su punto más alto, uno menos que Mont Juic, la montaña más alta de Barcelona. El arquitecto quiso que así fuera porque “ninguna obra humana podía ser más grande que la obra divina”, según sus biógrafos. Poco más se sabe. La vida del catalán está envuelta en la leyenda, pero Andrés cree que “sí podemos leerlo por la obra que hizo”.

Antoni Gaudí, nacido en 1852 en una familia de artesanos, se hizo arquitecto en un contexto privilegiado por el auge de fortunas que le cambiaron el rostro a la capital catalana donde reconocieron su tremendo talento. “El modernismo catalán viene de ahí. De gentes que eran empresarios. Muchos vivían en Cuba y se dedicaron a la exportación de azúcar, plantaciones, al tabaco. Venía muchísimo dinero de allí”, cuenta Andrés. Gaudí “era genial” –continúa–, pero también muy hábil para navegar entre las familias adineradas de la época, deseoso de “jactarse con los amigos de haber estado muy lejos y adquirir gustos con imágenes de ultramar”.
Este período le cambió la faz a la ciudad. En el Passeig de Gracia, casas nuevas fueron erguidas y viejas construcciones modernizadas por arquitectos como Josep Puig i Cadafalch o Lluís Domènech i Montaner que comparten con Antoni Gaudí la aventura de transformar la urbe.
En 1883, un ya prometedor Gaudí se hizo cargo de la obra de una iglesia que había empezado a construir el arquitecto Francisco de Paula del Villar y Lozano, iniciada un año antes. Para De Mesa, Antoni ve una oportunidad y la toma. “Para cualquier arquitecto de fines del siglo XIX, su sueño es participar en un gran proyecto. Como cualquier arquitecto moderno que quiere hoy diseñar un gran estadio o un rascacielos en Nueva York. Todo profesional de aquella época queríadiseñar una catedral como obra cumbre. Y entonces a él no se la encargaron. Se la fabricó por voluntad propia”, cuenta. En efecto, Gaudí se hizo cargo de la obra gratis, con el apoyo de la Iglesia. El soporte del clero se hizo evidente en visitas de obispos y embajadores para admirar lo poco de construcción que había y los planes de Gaudí plasmados en sendas esculturas con un profundo mensaje religioso.

Ahí se desata un fenómeno que Andrés de Mesa ve sólo comparable con las grandes iglesias medievales ya que Gaudí usa la que es hoy Basílica para desarrollar su personalidad. Una obra que empieza con un estilo gótico tardío “decadente en el ábside” –evalúa el experto– acaba en una obra maestra sobrecogedora donde en la fachada del Nacimiento, por ejemplo, “no es posible distinguir dónde acaba la arquitectura y dónde empieza la escultura”, explica, mientras contempla esta obra suntuosa de poder hipnótico.
Otras dos obras famosas del arquitecto catalán, la Casa Milá, más conocida como La Pedrera, y la Casa Batlló, son construcciones de colores y formas similares que Gaudí empieza a gestar en la Sagrada Familia. “Las primeras formas orgánicas se desarrollan en la fachada del Nacimiento y recién pasan a la construcción civil. La fachada del Nacimiento se realiza entre 1890 y 1915; la parte de la base, antes de desarrollar completamente las torres altas. Pero la zona escultórica más importante está hecha ahí”, explica Andrés que ha tenido que pasar horas interminables estudiando este diseño por una importantísima razón: durante dos años, junto al arquitecto Francisco Tabanera, se ha encargado de plasmar el diseño final de la Sagrada Familia en un modelo en 3D que contempla hasta el más minúsculo de los detalles de este monumento.
Es que Andrés de Mesa es un profesional con unas calificaciones excepcionales. Su conocimiento de la matemática aplicada, el diseño y el cálculo de geometrías complejas son los que lo llevaron a formar parte de este dream-team de la arquitectura moderna. Su oficina, ubicada a la izquierda de la fachada de La Pasión, es también diseño de Gaudí. El techo tiene detalles en cerámica y pan de oro, que adornan una bóveda en la que Andrés y sus colegas trabajan en la recta final de una obra iniciada en el siglo XIX. Este equipo de expertos está entre los primeros en el mundo en usar impresiones en 3D en el año 2001, tecnología que es la esencia de la nueva revolución industrial. Ahora se preparan para acabar esta edificación en el siglo XXI. Algo solamente comparable a las grandes catedrales europeas que, igual que en la Sagrada Familia, implica una mezcla de estilos, una evolución en el tiempo y, sobre todo, una gran labor de hombres dedicados a ensalzar lo divino.

“Es preciosa”, comenta Andrés, como quien repite una obviedad a conciencia, sin por ello cansarse de hacerlo. Seguimos paseando por el interior de la Basílica inundada de luz que se filtra por los vitrales de colores rojizos y baila sobre las columnas interiores del lado de la fachada de La Pasión. Pero donde todos vemos un juego de luces sobrecogedor que eleva nuestros espíritus y nos invita a la contemplación, Andrés ve lo divino de las matemáticas. Se detiene para señalar los pilares de 60 metros de alto que se separan en forma de árboles. Una solución estructural novedosa en su época que permite darle movimiento al diseño, pero sobre todo “permite mantener esto de pie”, sentencia.
De Mesa desbarata el mito de un genio solitario. Asegura que Gaudí contó con los mejores ingenieros de su tiempo como colaboradores que ayudaron a darle solidez a sus magníficas creaciones. “La burguesía de la época pedía decoraciones de ese tipo, bastante extravagantes y hasta anómalas”, pero todo se basa en soluciones estructurales que son producto de un trabajo en equipo. “Así como trabajaba con artesanos, como lo hicieron sus ancestros, Gaudí acudía a expertos en todas las áreas”, confirma Andrés que, demás está decir, admira así al genio catalán que diseñó inspirado en la creación divina, emulando la naturaleza.
Debajo de la Basílica está la escultura del diseño final de la obra, creada por Gaudí, llena de parches de la restauración. Sucede que en 1936 los seguidores de La Pasionaria destruyeron el taller del arquitecto durante la Guerra Civil española.

Los anarquistas no contaron ni con la gran cantidad de fotografías que se hicieron de su obra, ni con la pasión que Gaudí despertaba entre sus seguidores y mecenas, quienes recogieron todos los pedazos para luego reconstruirlos físicamente y cuyos planos y perspectivas este paceño conoce de memoria. Eso ha hecho posible la confección del modelo en 3D con la impresionante fachada de la Gloria, la más grande e importante, en todo su esplendor, y que aún está en construcción.
Los arquitectos de la Sagrada Familia han sustituido el cincel y el martillo con tecnología. El modelo de De Mesa y Tabanera es replicado a escala por una tecnología llamada Computer-aided Design que permite darle forma a la piedra con impresoras 3D. Una labor compartida con artesanos que siguen armando delicados trozos de cerámica en las piezas que coronan las dieciocho torres dedicadas a los apóstoles, los evangelistas, María y Jesús.

Sin embargo, hay una tradición que se mantiene. “Gaudí se encarga de la Sagrada Familia gratis”, dice Andrés. Hoy el coste de la construcción es financiado con las entradas de los doce mil quinientos turistas diarios que llegan a sus puertas para admirarla. La obra alcanza 29 millones de dólares anuales. Por eso los Josefinos, sus custodios, no aportan a la edificación que alcanza así la dimensión de una gran obra de fe.
Esta fue una de las razones por las que Gaudí recibió apoyo de la Iglesia. Esto significó buena “propaganda” para su profesión a partir de entonces y aquello también explicaría la presencia de Gaudí en grandes obras civiles de la ciudad. “Es una relación unívoca entre quien pretende ser un gran arquitecto y quien a veces se presenta como una persona, humilde. Yo creo que Gaudí tiene muchas facetas”. Así como era un joven dandi con grandes proyectos para la burguesía, se dedicaba a la Sagrada Familia “de manera completamente altruista y totalmente gratuita”.
La Basílica consagrada por el papa Benedicto XVI en 2010, tendrá sus torres completas en 2026, cuando se cumplan cien años de la muerte del visionario catalán. Ya los detalles que coronan las mismas demorarán más tiempo. El equipo de arquitectos de Jordi Faulí se prepara para alcanzar esta meta ya anunciada. “Mi cliente no tiene prisa”, decía Antoni Gaudí cuando se le preguntaba cuándo terminaría esta construcción asombrosa. Para Andrés, el arquitecto sabía bien lo que hacía, pues está convencido de que este proyecto era más que una iglesia. “Es un proyecto catedralicio. Y en el fondo anula la catedral existente, porque en una ciudad no puede haber dos catedrales. La Sagrada Familia es hoy más importante que la catedral de Barcelona”, concluye.

Mucho está en el plano de la especulación. Lo cierto es que es posible que la bella catedral de la ciudad, llamada Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia de Barcelona, sede del Arzobispado, tenga un protagonismo oculto en esta historia. Construida sobre una muralla romana, ocupa un espacio episcopal cristiano de estilo visigótico. A su izquierda se levanta una estructura también romana usada luego por la Iglesia para recibir a pobres y viajeros en busca de refugio. Este sitio es antigaudiniano. Paredes altas, sin ventanas, líneas rectas en muros de piedra que asfixian. Mientras la Sagrada Familia es un ballet de luces brillantes que exaltan el espíritu y te invitan a respirar una atmósfera ligera. Es en ese recinto ófrico, al lado de la catedral, donde un devoto, Antoni Gaudí, acudía a rezar todas las mañanas. Un espacio dedicado al creador que no refleja en absoluto el espíritu de vida que el genio sabía que debía dominar la obra dedicada al Señor. No es difícil imaginar que haya sido allí donde su irreparable deseo de erguir un monumento de luz embriagante se haya gestado, en el encierro de estas cuatro paredes al lado de la actual catedral barcelonesa.
Y es que todo lo que se vive deja huella. La diferencia es que algunos hacen grandes cosas con esas herencias. Así, mientras Andrés cierra las puertas del laboratorio donde acabamos la visita, ese espacio de construcción donde se imprimen los modelos de estuco y piedra que, pieza a pieza, dan forma a la Basílica más impresionante levantada desde el medioevo, no puedo dejar de pensar que este hombre barbado no podría estar en otro lugar que no fuese éste. Andrés de Mesa Gisbert parece haber sido predestinado para estar aquí, observando y cuidando los detalles más pequeños de esta maravilla de piedra, cerámica y vidrio, como cuando era niño, honrando con su vida un legado que hoy le es propio.

Muy buen reportaje sobre la iglesia situada en Barcelona, La Sagrada Familia de Gaudí y la intervención del Arq. Andres De Mesa como parte del equipo que terminará su construcción, tal como fue diseñada. Felicitaciones a Andrés, a quien tuve el gusto de conocer en la Facultad de Arquitectura de la UMSA, como profesor de geometría descriptiva, siendo muy joven y con los influjos de la cultura hippie y los cambios de la revolución del 68 en París. Éxitos colega!!!
Atentamente; Arq. Boris Medina Campuzano. Oruro – Bolivia.
Fuimos contemporáneos en la facultad. Compartimos el gusto por la Geometría Descriptiva. Hicimos un taller en la materia de ese mismo nombre, como un recurso innovativo, para que nuestros compañeros aprehendan el espacio en el sistema diędrico. Me entusiasma este artículo.
Que orgullo para los bolivianos que un compatriota sea parte de esta obra magistral. Éxitos a Andrés de Mesa. Tengo una razón más para visitar Barcelona.
Es raro encontrar a escritores con conocimientos sobre este asunto , pero creo que sabes de lo que estás hablando. Gracias compartir información como este.