Uno de nuestros viejos debates increíblemente no resuelto y que ha transitado por los vaivenes del péndulo ideológico, es el referido al rol de la iniciativa privada y al papel de ésta en el desarrollo, crecimiento y productividad del país.
La fuerte carga política que la cuestión conlleva se ha traducido en la batalla campal e histórica entre librecambio versus proteccionismo, liberalismo versus estatismo y capitalismo versus socialismo. Proceso cíclico y contradictorio. Lo que se ha hecho habitualmente es la apuesta al “todo o nada”, cuya consecuencia ha sido el paso del capitalismo de Estado más secante a las posiciones más rabiosamente liberales y a la inversa, o en el mejor de los casos a un tímido eclecticismo.
La raíz del problema está en nuestro prejuicio muy característico de que la propiedad privada es un robo y que el único objetivo de los empresarios es esquilmar a los trabajadores y engañar al Estado.
Irónicamente, en los días que corren una parte significativa de nuestra presión tributaria tiene que ver con los aportes de las grandes transnacionales energéticas o mineras que operan en Bolivia y los otros llamados “grandes contribuyentes” del sector privado nacional.
No se puede cerrar los ojos ante una realidad obvia. La productividad y la generación de empleo son tareas que puede y debe realizar de manera relevante en el país la empresa privada boliviana a las que se les debe dar incentivos y contribuir a abrir mercados y nichos competitivos. El término “boliviana” es relevante, porque en general los diferentes gobiernos del país, de uno y otro signo ideológico, hemos tendido a pensar más en la empresa privada extranjera que en la nacional. El argumento de que nuestro empresariado tiene una espalda muy pequeña ha servido como excusa para –en tiempos del liberalismo- dar opciones y facilidades a grandes transnacionales, o para –en tiempos de estatismo- razonar que las cargas salariales y sociales sobre las empresas pueden ser absorbidas por la cómoda relación entre sus inversiones y sus ganancias, criterios aplicables quizás a gigantes internacionales que operan en el país, pero en absoluto al sector productivo nacional.
La política salarial del gobierno no puede hacer caso omiso de la realidad del sector productivo de nuestro empresariado que tiene el discutible rango de: “grandes” empresas, empresas medianas y pymes (pequeñas y micro empresas). Menos todavía si es un hecho incuestionable que alrededor del 70% de nuestra economía se mueve en la informalidad. Doce años después de un mismo modelo, puede entenderse una posición estatal de defensa de la calidad y seguridad del empleo y de su reconocimiento salarial, pero esa lógica es una ficción si de hecho la generación de empleo no va de la mano de la oferta de trabajo que el país genera cada año, tanto en cantidad como en calidad, que el mercado (estatal y privado) no puede absorber y si –esto es lo más grave- no hay una lógica de incentivos reales para conseguir dos objetivos: reducir la informalidad y garantizar condiciones amigables para emprendimientos privados productivos.
Si se hace un análisis de la evolución de las medianas y pequeñas empresas nacionales, se puede concluir que no hay una relación entre la expansión de la economía en los últimos doce años y el crecimiento del empresariado privado productivo local.
Una lectura imprescindible tiene que ver con las expectativas. Esto es, en un proceso de crecimiento económico sostenido que supera el 4,5% anual por más de una década, ¿cuánto se ha expandido la generación de empleo en el sector privado productivo? A esa pregunta hay que añadirle varias otras. ¿Han tenido las pequeñas y medianas empresas privadas incentivos reales para iniciar inversiones que permitan un incremento del empleo digno y seguro? ¿Hay alguna razón objetiva para que un empresario informal se vuelva formal? ¿La política económica con relación al contrabando ha combinado medidas proactivas con las represivas? ¿Se han atacado sus causas o simplemente sus efectos? ¿Las cargas impositivas y las cargas sociales son sostenibles o, por el contrario, representan el ítem más alto del costo operativo empresarial? ¿Tiene sentido seguir exprimiendo a los contribuyentes que representan menos de un tercio total de la torta de las actividades económicas del país?
Si estos desafíos no son resueltos, las decisiones vinculadas a los aumentos del salario y del mínimo nacional, y peor, la amenaza de crear empresas sociales alternativas, fuera de cualquier contexto integral que considera al empresariado productivo local como una pieza prescindible, conduce a dos resultados: la anemia de nuestro empresariado productivo nacional, y la dependencia crónica de un estado burocrático y de transnacionales en las que se apoya buena parte de nuestra fiscalidad y de las inversiones privadas importantes.
Señor Carlos Mesa, acabo de encontrar en su articulo las ideas que funcionan realmente: que son la del empedramiento privado(en esta caso su referencia al emprendimiento privado boliviano) reconociendo con esto que la dignidad de las personas pasa también por pararse sobre sus propios pies , Sin embargo, me queda una duda en cuanto a su escrito.
Cito textual- «Irónicamente, en los días que corren una parte significativa de nuestra presión tributaria tiene que ver con los aportes de las grandes transnacionales energéticas o mineras que operan en Bolivia y los otros llamados “grandes contribuyentes” del sector privado nacional»
En en citado anterior. usted reconoce que en alguna medida el crecimiento económico de Bolivia se debe a la iniciativa privada, es decir, «con los aportes de las grandes transnacionales energéticas o mineras que operan en Bolivia y los otros llamados “grandes contribuyentes” del sector privado nacional», empero ¿como puede ser esto posible?, ¿no que el gobierno actual había nacionalizado los recursos naturales, y por tanto esto impedía la iniciativa privada de la explotación a estos ? ¿existe alguna estudio y/o documento de alguna institución o «think thank», que demuestre que a pesar de las políticas proteccionistas y estatistas del gobierno, a existido un rol fuerte de la economía privada en Bolivia y por eso entonces su gran crecimiento en la región? ¿cuando se postula a la presidencia (bromita)?
Todas esta preguntas me inquietan pues soy estudiante recién egresado de cuarto medio de secundaria(sexto medio en Bolivia), sin embargo me encuentro en otro país, y no encuentro información suficiente que demuestre que el crecimiento de Bolivia se debe en alguna medida al rol privado.
Saludos atentos y mi admiración completa hacia usted
Muy buen comentario es la verdad sobre la empresa privada que hoy se ve seriamente amenazada con las acciones de este gobierno que copia las recetas de los castró comunistas y lo hace simplemente por el afán de quedarse a gobernar hasta su muerte como lo hizo Fidel Castro y su padrino Hugo Chávez . Creo que nos esperan momentos muy duros y tendremos que unirnos en contra de los que sabemos que están dispuestos a todo con tal de quedarse en el poder. Dios salve a Bolivia!!!!
Se necesita un proceso de ordenamiento fiscal/impositivo exigente.Son muy pocos los lugares que extienden facturas, recibos etc. No hay político que hable de esto. Tampoco incentivo oficial como para combatir este problema, es general desde el ciudadano que no exige factura hasta el que fabrica un producto y esta en negro creo que por ahora es cultural en las grandes empresas tratan de ver como se evade en mayor o menor medida vease Aerosur o quien controla a Doria Medina
Bolivia necesita ingresos , corregir inmediato este problema , en cuanto a incentivo a empresas ver modelos de Finlandia, Andorra de países de menos relación con políticas neoliberales.