La palabra triunfo o la palabra fracaso suelen contener un sentido de afirmación categórica e inequívoca y son objetivamente antagónicas, pues representan dos situaciones completamente opuestas. El Plebiscito del domingo 2 de octubre sobre la paz en Colombia ha merecido ambos calificativos para los respectivos porcentajes por el SÍ y por el NO, cuyo resultado final favoreció a este último. Pero probablemente tal distingo no refleje exactamente lo que realmente significó.
Empecemos por el gran espaldarazo que la da el premio Nobel al Presidente Juan Manuel Santos. El reconocimiento a sus genuinos y sostenidos esfuerzos por lograr una paz definitiva en su país, abren una puerta a la esperanza y le dan una capacidad de negociación interna que necesita probablemente ahora más que cuando comenzó esta tarea hace ya cuatro años. Merecido galardón, por otra parte, porque a nadie se le escapa lo avanzado y la voluntad real de conseguir una paz permanente en la que empeño toda su gestión de gobierno.
Recordemos, en este nuevo contexto, el cuadro de situación. El NO ganó por un muy estrecho margen de votos, pero ganó. Algo más de la mitad del 37% de los votantes se opuso al Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno y las FARC en los términos en que está redactado, lo que –casi todos lo han subrayado- no quiso decir necesariamente un NO a la paz.
El argumento principal para explicar este resultado es que quienes lo rechazaron creen que no es aceptable otorgar a los responsables de tanto dolor y tanta sangre una suerte de carta blanca que –en teoría- garantiza olvido, impunidad y por si fuera poco un espacio gratuito y no ganado en el Congreso para los exguerrilleros sin mediar siquiera una elección para ello. Pero subrayemos que no deja de ser relevante en el análisis de los resultados que el SÍ ganó de manera muy clara en la mayoría de las zonas geográficas donde se sufrió más los efectos de la guerra y donde se produjeron los crímenes más atroces de este conflicto. Un mensaje muy importante que permite matizar la idea central que domina los análisis, aquella que indica que quienes han padecido el dolor aún no han elaborado el sentimiento de perdón, y que para las víctimas no es fácil asumir una salida con tantas ventajas para los responsables de la guerra.
El documento firmado en La Habana peca por exceso, su exhaustividad y “reglamentarismo” lo ha hecho indigerible y ha complicado a los defensores del SÍ para explicarlo y, sin duda, en virtud de la necesidad, ha marcado algunas concesiones del gobierno que superan lo políticamente tolerable, pero a la vez es un texto que ha exprimido hasta el último de los temas pendientes y que, por lo tanto, es una base ideal para –aprendida la lección del Plebiscito- ir al grano y hacerle entender a las FARC que hay líneas que el país no acepta que deban cruzarse.
Irónicamente, lo que puede considerarse como un apresuramiento al haber cerrado todo como si el país lo hubiera refrendado antes de que esto sucediera, ha provocado que sea muy difícil echarse atrás. Las FARC han hecho una apuesta prácticamente sin retorno y el propio ELN ha mostrado una razonable disposición de integrarse a una negociación de paz equivalente. Si bien el hilo es delgado, es un hilo existente, el que conecta lo avanzado con lo que queda pendiente. La voz popular, escrupulosamente respetada por el Presidente Juan Manuel Santos, debe ser escuchada y Timochenko lo sabe. En cierto modo la poderosa palabra de Álvaro Uribe –categórica a favor del NO- ha logrado no sólo un éxito personal, sino la posibilidad de que su voz y sus propuestas conduzcan a un resultado más equilibrado. Se dice fácil, pero lo que queda por ver es, tras el auspicioso encuentro Santos-Uribe, que se pueda encaminar un diálogo del que salga un tercer camino.
¿Qué es lo que no tiene sentido proponer hoy día? La idea original de Uribe de que la paz sólo es posible con la aniquilación militar de las FARC, la razón es obvia, las FARC ya se han desmovilizado y es poco probable que, en este contexto interno e internacional, quepa siquiera la posibilidad de considerar una reorganización. Los acuerdos de paz están firmados y ninguna de las partes ha expresado una voluntad de dejarlos de lado ante el NO del Plebiscito, aunque Santos sabe hoy que no es el único que tiene la llave de este proceso, con el Nobel bajo el brazo sigue siendo la figura angular para resolver tan grande desafío. En consecuencia, lo posible, lo necesario, es una negociación que afine lo comprometido para que el pueblo colombiano sienta que el costo de la paz (siempre habrá un costo que pagar) no sea tal que las víctimas del horror perciban que la sangre de sus muertos se pierde en un mar de impunidad y olvido. Por eso, una Pax Colombiana definitiva es hoy más posible que ayer.
Estupendo análisis con el que coincido. Esperemos que el acuerdo con los representantes del NO sea posible y realista para poder hacer ajustar el acuerdo de paz tambien de manera realista. Un abrazo
Juan Manuel Santos, dijo lo siguiente después del plebiscito en Colombia:
«…la mayoría, así sea por estrechísimo margen, ha dicho que ‘no’. Soy el primero en reconocer este resultado».
Un demócrata y justo ganador del Premio Nobel de la Paz.
Sr. Carlos Mesa, actualmente me encuentro en etapa de redaccion de un articulo cientifico para la Revista Administracion Tributaria misma qur editan conjuntamente el CIAT/GIZ. Le rogaba me acepte un mail con dos preguntas breves sobre el impacto recaudatorio que tuvo para el erario nacional el cambio en las regalias hidrocarburiferas; hablo del que usted hizo poco antes de dejar el gobierno.
Seria tamaño placer contar con su opinion, por lo cual quedo al pendiente que alguien de la administracion de su blog me pueda facilitar como enviar las consultas a su mail o a su despacho directamente.
Victor Guzman (ssusudio@hotmail.com)
LA PAZ CON O SIN MERITOS CON UN NOBEL: A Santos le dieron el Nobel al estilo de Obama, debemos recordar que sorpresivamente Barack Obama, ganó el premio Nobel de la Paz por dar al mundo “esperanzas en un futuro mejor” y por su lucha para el desarme nuclear,un premio que desató duras críticas mas que elogios.
Lo de Santos no fue diferente, un premio sorpresivo, duramente criticada, aunque a diferencia de Obama, este esfuerzo de La Paz en Colombia fue impulsado por otros y no precisamente por Santos, como fuere, en ambos casos las criticas tambien llegaron a la institución encargada de la entrega de estos premios que dicho sea de paso para muchos con esa entrega esta institución de los Nobel sigue desacreditandose.
Sobre el resultado y la desición de llevar adelante un plebisito para homologar el acuerdo de Paz en Colombia habría que analizar varios aspectos , entre ellas algunas preguntas que quedaron en el tintero de muchos los colombianos como por ejemplo; el porqué la Corte Constitucional de Colombia en julio de 2016 antes de la firma de los acuerdo de Paz, aprobó el plebiscito para que los colombianos validasen el acuerdo de paz, que recien se firmaría en septiembre.
Otro aspecto es que en el mismo mes de julio incluso hasta los primeros días de septiembre la mayoría de las Empresas encuestadoras y medios de comunicación dieran como ganadora al SI por mas de un 60 % que para el sentido común de las personas esos resultados serían irrebersibles, empero pocos días antes del plebisito, sale al frente las palabras de Uribe quien pide votar por el NO.
Finalmente, y después de una gran incertidumbre frente al resultado final, curiosamente y por una minima diferencia ganó el No, pero tambien habria que considerar las causas y razones que llevaron a una población del 62%, a abstenerse en el plebisito.
Tras estos resultados, para muchos antes y ahora, se mantiene el juego de una derecha oligarquíca y de los grupos narcoparamilitares que aún existen en Colombia, los mismos que actuan incrustados en los poderes constitucionales siguiendo consignas de Uribe y otros con intereses ajenos a los pedidos de Paz y que Santos lo sabía, su entorno lo sabían, si uno se pone analizar con la mente fría y con los cinco sentidos, seguramente tendremos conclusiones que no serían lejos de la realidad.
Solo hay que recordar a Uribe Presidente y a Santos Ministro, recoradar sus acciones en el pasado, el discurso de Santos que dió en el acto de la Firma de Paz, el curioso sobrevuelo de un avión en el momento del discurso de Timochenko, la forma de cobertura periodística de algunos medios de comunicación al acto de la Firma por la Paz, la manipulada cobertura a las reacciones por esta firma y los previos al referéndum, los «comentarios y análisis» de algunos comentaristas y políticos, es decir pareciera que se sigue los pasos de un plan “A” que aparentemente les funciona ante el noble gesto de aceptar la Paz por parte de las FARC-EP.
Pareciera que las FARC-EP se expusieron demasiado pronto, mientras ellos se desmovilizan, los enemigos de la Paz se movilizan utilizando todos sus recursos para generar nuevos enfrentamientos armados y terror entre las familias colombianas.
Sin embargo, los resultados del plebisito muestran un mapa político y una clara posibilidad de que las FARC-EP en el ambito político pudiera ganar grandes espacios sociales y de aceptación en Colombia, este resultado parecería que es el mayor temor de la clase política tradicional y de los grupos narcoparamilitares que de la mano del gobierno no aceptarán y afinarán otras estrategias para seguir «cercando» a las FARC-EP.
Hace muchos años lo mencioné soy esceptico de las acciones de Santos y su entorno, aunque pareciera un buen interlocutor de la Paz por Colombia, aún recuerdo a Santos Ministro, recuerdo sus acciones y sus expresiones en contra de las FARC-EP, tambien recuerdo sus palabras y discursos cuando fue nominado a candidato presidencial. Lo cierto es que Santos es un protagonista de la paz con o sin mérito con un Nobel.