Escribí esta ‘elegía y un poema’ en homenaje a mi ciudad, La Paz, en ocasión de conmemorarse, el 16 de julio de 2013. A doscientos cuatro años del grito libertario. Se publicó ese día en la edición especial de homenaje al Departamento del periódico «Página Siete».
ELEGÍA
Es como un sueño. Los picos, las agujas, la nieve, los perfiles mágicos e impensados aparecen y desaparecen como fogonazos cuando la luz del amanecer dibuja ese anillo extraordinario de ocres, grises, negros, marrones, rojos, blancos y azules de intensidades que con el paso de las horas del día mutan como la piel del camaleón.
El cielo es la gran pantalla luminosa de este cuadro desafiante. Eléctrico por el azul definitivo del invierno, o amenazante en su negrura en los comienzos oscuros de la tarde de los veranos lluvioso que anegan el suelo, o la acribillan de granizo. Movedizo y turbulento en agosto y septiembre cuando los vientos transportan las nubes haciendo insólitos y magníficos dibujos por encima de nuestras cabezas. En el ocaso la luz juega a atrapar en cada segundo un fulgor, el del escalofrío.
No es que la montaña esté en la ciudad, es que la ciudad está dentro de la montaña, sale de ella, no se explica sin ella. La Paz es por encima de todo la montaña, tierra, arcilla, piedra, roca, polvo, limo, lecho de río, cañadón, escultura de milenios que convive con nosotros, que nos moldea, que nos hace.
Los paceños somos, literalmente, hijos de la montaña, parte de ella. La Paz en nosotros es la vida interminable, es la intensidad, es la tensión, es el amor y el desgarramiento. Es la violencia y es la paz, es voz, es tantas voces que con ellas se hace un grande y casi infinito eco. Es un camino trazado por la sonoridad cortante del aymara, por el castellano invadido de formas indígenas, de giros, de sujetos, predicados y verbos que se construyen de otro modo. Es la ese sibilante, es el susurro y el murmullo, es el grito que nos deja sin aliento.
Al pie del Resplandeciente, aún con los rastros del estruendo de la batalla que le dio su nombre entre las espadas toledanas y los yelmos y corazas, en 1548 se hizo “Ciudad de Nuestra Señora de La Paz”, allí en Chuquiago. Eso es la ciudad nominada en ambas lenguas. En ella se construyó la nación de naciones, por ella comenzó a respirar el país. Indígena, colonial, republicana, rebelde, siempre viva.
Miro en la ciudad los cabellos negros de azabache, el color intenso de la piel trabajada por el astro mayor, los ojos como ascuas, la nariz ancha y grande, los labios carnosos, los dientes blancos, muy blancos. Es el rostro mestizo de mi ciudad de alma profunda, tantas veces atormentada, tantas veces confundida, tantas veces enamorada, tantas veces victoriosa.
Hemos construido calles de adoquines que reflejan la luz y molduras y columnas salomónicas, hemos inventado monstruos y ángeles en la piedra, hemos salpicado de colores improbables este lugar dominado por el sino de la tierra, hemos extendido los mercados en las calles con olor a naranja, a limón, a carne y a pescado, hemos tocado y sentido la textura de la papa y el chuño y la tunta. Hemos mirado siempre arriba y hemos hecho agujas que se han clavado entre las avenidas como remedando el Alto de las Animas.
Es en este hervidero en el que se enredan el trabajo de todo los días, las marchas y los estallidos de dinamita, las trompetas y las tubas y las matracas rítmicas de los morenos y sus máscaras sobrecogedoras. Tenemos algún olor de pólvora en la nariz, como lo tenemos del humeante caldo del fricase salpicado de mote.
La Paz, la de la procesión del Señor del Gran Poder y su baile. La Paz encomendada a la montaña, al gran Illimani. La Paz ciudad de mi entraña, ciudad de mi primera mirada, La Paz parte esencial de mis huesos.
POEMA
Te miro
Horizonte oscuro de humo y melancolía
Recuerdo los sonidos que me quedan
De tus noches
Solapa levantada
Negro puro sin estrellas
Viento enredado en las esquinas
Imagino el diamante que eres en mis manos
Recorren mis dedos los caminos que llegan a tus puertas
Espero el instante de entrar de nuevo en ti
Primero suavemente
Hasta el centro de tus lluvias inclementes
Para empaparme
Después con pasión que arremete
¿Qué magia encierran tus rincones azules
Parientes del espacio?
No olvidaré nunca
Mis huellas en tu entraña
Ni las tres siluetas de nieve
Que hipnotizan mis sentidos
Te he caminado tanto
Que me quedé contigo
En la memoria de los hombres
Agotados de hacerte
Qué extraño es el hechizo que me llama
Ciudad nacida de la guerra
Que tengo los minutos inundados de desearte
Los labios secos sin tu valle
Detrás del altiplano
Desparramada
Como cayendo
Me esperas
Porque siempre esperas los cuerpos de tu cuerpo
Porque sabes que la muerte se hace amiga
Debajo de tus cerros
Excelente, un poema que me llega al Alma. Bendita la ciudad de La Paz.
¡Qué buen augurio que un ex-presidente nos ofrezca un poema!
… y todo un arenga que concluye hedonista: «Tenemos algún olor de pólvora en la nariz, como lo tenemos del humeante caldo del fricasé salpicado de mote.»
¡Qué buen augurio que un ex-presidente nos ofrezca un poema!
… y toda una arenga que concluye hedonista: “Tenemos algún olor de pólvora en la nariz, como lo tenemos del humeante caldo del fricasé salpicado de mote.”
Quisiera escuchar mas, no solo dedicado a La Paz, sino a todas las ciudades del país
El carismático Carlos D. Meza ,ahora nos trae un poema lleno de alegoría y belleza, Gracias Carlos, siempre es bien oidan tu palabra!!
Muy agradecido
Inspiracional. Es bueno leer algo producido en nuestra propia tierra. Lleva a pensar que se puede escribir mucho mas pues tema no falta, a saber, las piedras del casco Viejo, San Francisco, el mercado de brujerías, la Sagarnaga, las Velas, la muela del diablo, el aire enrarecido, el clima casi inhóspito pero con calidad humana, las kantutas y las ortigas, las llauchas, los carnavales mojados y fríos, las calles empinadas, etc. etc. Puesto en forma poética enriquece nuestro intelecto.
Una faceta de Carlos que poco conocemos, poeta y un excelente fotógrafo. Gracias por regalarnos ambas cosas.
Leer a la distancia de La Paz y sus montañas es inspirador. Un excelente recordatorio con un lenguaje elegante simple y sincero. Felicidades por el logro y gracias por compartirlo.
Gracias por compartir con La Paz y el Mundo una de sus facetas. Felicidades.
NACI EN LA PAZ, COMO NO DEJAR UNA OPINION AL RESPECTO, AMO LA PAZ Y MI BOLIVIA MI BOLIVIA COMO NO QUERERLA, LA TIERRA DE MI MADRE Y MI PADRE Y CRECI EN COCHABAMBA Y VIAJE POR EL MUNDO EN BUSCA DEL TESORO PERO SIEMPRE QUE REGRESO A BOLIVIA , ENCUENTRO LA ALQUIMIA DE PAHOLO COHELO, MI DESTINO ESTA EN MI PAIS, TAMBIEN ES NOBLE DESIR QUE LATINOAMERICA ES HERMOSA, TODOS REGRESAN AL FINAL, COMO NO EXTRANAR A MI CHUKIAGO MARKA….
Maravillosas frases en la poesia que llego a mi corazon. Este poema lo declamaran mis estudiantes el dia 20 de octubre en el saludo a nuestra inclita ciudad de La Paz.
Le ruego otras poesias dedicadas al altiplano boliviano y a las madres de bolivia.