Mesa ¿El Punto de Inflexión de Bolivia con Estados Unidos?

 

En mi despacho en Palacio de Gobierno en una reunión con el embajador de los Estados Unidos David Greenlee (primero de la izquierda)

El Suplemento «Animal Político» de La Razón publicó el 4 de noviembre de 2012 el artículo del periodista Rubén D. Atahuichi, que hace algunas consideraciones basadas en la entrevista que él mismo me hizo hace un par de semanas en este mismo suplemento.

Su análisis me parece interesante para revisar uno de los temas cruciales de las relaciones internacionales de Bolivia:

«Desde 2008 el gobierno de Evo Morales ha marcado con Estados Unidos máxima distancia.

Atrás quedaron esas poses de poder que usualmente ostentaba la embajada de ese país en La Paz, como cuando Donna Hrinak casi obligaba a sus invitados bolivianos a los actos del 4 de julio, vestidos de cowboy o en motocicletas de hippie. O cuando los canales de televisión nacionales se apostaban en el ingreso a la legación en busca de políticos locales que, por la invitación y asistencia al almuerzo, eran potencialmente beneficiarios de la visa estadounidense.

Los tiempos han cambiado. Es por demás conocida la decisión de Morales de expulsar al embajador Philip Goldberg, en 2008, sindicado de promover la desestabilización en el país a través de una presunta injerencia en organizaciones cívicas y movimientos políticos regionales de oposición. Y la respuesta de Washington de actuar en correspondencia con la expulsión del embajador boliviano Gustavo Guzmán, inmediatamente después. Pero es más cercana la polémica declaración el Presidente del Estado, quien dijo que ahora “tener relación con la Embajada de Estados Unidos es como una caca”.

¿Cuándo Bolivia marcó tremenda irreverencia contra Estados Unidos? Que yo recuerde, casi nunca. Y ese casi, en mi criterio, se remonta a 2003, cuando el entonces gobierno de George W. Bush respaldó tenazmente al entonces alicaído gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, al punto de acoger al dimisionario en su territorio. Como ese aval se mantuvo hasta el final del mandato de aquél, era presumible que quien lo sustituiría, el vicepresidente Carlos Mesa Gisbert, no iba a contar con la misma deferencia estadounidense. Así fue.

Hace dos semanas, aquél admitió en una entrevista con Animal Político que luego de su renuncia al gobierno (no a la Vicepresidencia de la República), el 13 de octubre de 2003, cuatro días antes de la caída de Sánchez de Lozada, Estados Unidos le hizo saber que no iba a respaldarlo. En la noche del 16 tuvo una reunión con el embajador David Greenlee, cita que  —según contó— planteó básicamente dos cosas: Uno, su deber democrático (“el deber democrático lo define Bolivia, no Estados Unidos”) y, dos, Estados Unidos no va a respaldar al gobierno que salga tras la renuncia de Sánchez de Lozada. Le dije “Estados Unidos puede hacer lo que le parezca conveniente y prudente, y sabrá si quiere respaldar o no al nuevo gobierno democrático; yo simplemente soy el vicepresidente constitucional de Bolivia y si me toca ser presidente lo seré con o sin el apoyo de Estados Unidos”, rememoró.

“Me pareció insólito que el embajador (me condicione). Obviamente, la conversación entró en un tono duro en ese momento. Luego yo le dije ‘un país que tiene la doble moral como Estados Unidos no va a venir a decirme lo que tiene (sic) que hacer’”.

Si fue así, Mesa Gisbert marcó un punto de inflexión en la relación desequilibrada entre Estados Unidos y Bolivia. ¿Es así? “Yo creo que definitivamente sí”, respondió a Animal Político el expresidente (2003-2005). “Con nosotros comenzó un cambio de actitud en Estados Unidos y mi primera decisión de marcar esa lógica, la primera en la que me vi enfrentado, fue el (acuerdo con los cocaleros por el) cato de coca”, insistió.

Sin embargo, Mesa Gisbert aclaró: “Dicho lo cual, yo no hubiera hecho lo que el presidente Morales ha hecho, es decir, expulsar al embajador Goldberg, pero creo que hay que reconocerle a Evo Morales su actitud de decir públicamente ‘saben, señores, ¡se acabó!’”.

Sin embargo, como recordó el también periodista, su gestión no fue tan fácil; la presión siguió desde otro flanco no menos importante. “Mi opinión es que la misión militar de Estados Unidos, siendo yo presidente, estuvo absolutamente involucrada en la decisión y desestabilización de mi gobierno”, admitió.

Eso también sospecha ahora Morales, quien constantemente cuestiona la actitud del Gobierno de Estados Unidos. Cuando calificó de “caca” a la relación con la Embajada de Estados Unidos sustentó el término con el argumento de que funcionarios de la legación intentaron involucrarlo con el narcotráfico, aunque no explicó cómo.

“Tal vez el término no fue adecuado. Si piensan que el término es exagerado, (pido) disculpas al pueblo, no al imperio. Lo que nos hicieron antes es imperdonable”, dijo el domingo en una entrevista con Animal Político.

Morales no parece flexibilizar su posición. Consultado sobre la necesidad de revisar el acuerdo marco suscrito el 7 de noviembre entre Estados Unidos y Bolivia, dijo que esa revisión consiste en evaluar si el documento se aplica o no. ¿Y la restitución de embajadores? “Es deseable, no es definitivo para los bolivianos. Si es una embajada o un embajador que no conspire, bienvenido; pero si es para tomar acciones políticas, es mejor no tener embajador de Estados Unidos en Bolivia”. Así también afirmó que le es indiferente que Obama o Romney ganen las elecciones. “Para mí, es lo mismo, ya probamos, ya hemos visto cómo va”, dijo la autoridad.

Así, si Mesa Gisbert planteó, obligado por las circunstancias de 2003, el punto de inflexión en la relación con Estados Unidos, Morales, en consonancia con su discurso antiimperialista, consolidó ese quiebre en la forma de esa relación. El acuerdo de noviembre —suscrito entre la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para la Democracia y Asuntos Mundiales, María Otero, y el vicecanciller boliviano, Juan Carlos Alurralde— resume ese cambio de trato bilateral: el respeto mutuo. En otras palabras, eso implica “la no injerencia en asuntos internos del otro Estado, el derecho de cada Estado a elegir su sistema político, económico y social, el respeto a los derechos humanos y la solución a la controversia por medios pacíficos”.

Ahora es difícil imaginar que Estados Unidos incida en la nominación de autoridades en el país o la acción de la DEA (Drug Enforcement Administration, en inglés) en políticas sensibles a la soberanía nacional».

5 comentarios en “Mesa ¿El Punto de Inflexión de Bolivia con Estados Unidos?

  1. Soy muy crítico al gobierno del presidente Morales. Sin embargo, si hay algo que apoyo y respeto es su valor y entereza para expulsar primero al embajador y luego a la DEA.

    Es una posición patriótica que siempre pensé que había que hacer pero creia que no había el hombre valiente que lo hiciera.

    Por suerte me equivoqué. Ese hombre existe y es Evo Morales!

  2. Hablando de David Greenlee, el Sr. Mesa, como parte de su testimonio siendo Vicepresidente de Sánchez de Lozada, afirmó “El jueves 16 en la noche tuve una reunión con David Greenlee el nuevo embajador estadounidense. Fue en mi casa. (…) me pedía encarecidamente que revisara mi decisión y volviera al gobierno.” Carlos Mesa; Octubre de 2003. Lo que realmente Ocurrió (Parte 4 y final).

    En efecto, desde el lunes 13 hasta el viernes 17 de Octubre de 2003, el Sr. Mesa incurrió en abandonó de funciones. Hecho que fue confesado cuando anunció “que le era imposible pensar en su retorno al Gobierno” durante una conferencia de prensa el 16 de Octubre desde su domicilio particular.

  3. Tuve yo una vez un almuerzo con el Embajador Greenlee en el Hotel Europa en unos de esos eventos que la AmCham solía tener. Yo recién estaba de vuelta en Bolivia después de haber vivido la mayor parte de mi vida en Estados Unidos. Me senté a almorzar en su mesa, me identifique como el ciudadano Americano que soy y bromee que quería saber si mis impuestos estaban siendo bien usados.

    Lo curioso fue que los Bolivianos presentes fueron los que se molestaron y mas aun cuando le pregunte que en vista al fracaso de la guerra contra las drogas, la persistente demanda, y la legalización en California, si no se piensa en legalizar la coca. Los Bolivianos no le permitieron responder y se disculparon por mi insolencia.

    Siempre me sorprende el peso e importancia que le dan a la Embajada Americana en Bolivia. Nuestro país para la gran mayoría de los gringos simplemente no existe. Incluso dentro del Departamento de Estado, Bolivia es una parte insignificante de su presupuesto. Pero en Bolivia, la Embajada parece ser todopoderosa. Esto me parece se debe a que simplemente, el gobierno de Evo es el primero en la era democrática con suficiente capital político como para poder gobernar sin «una ayudita» de los gringos. Dicho de otra manera, por ahora el MAS no ha necesitado de los gringos para mantenerse en el poder, pero veremos si siguen con esa linea cuando cambien las cosas.

    • De acuerdo plenamente. ¡Ay! de que aquel que ose proferir palabra contraria contra el poderio del norte, ay de los tales, pues serán llamados el «eje» del mal. Algo asi como si Dios mismo hubiera dictado una sentencia o un mandamiento y todos deben aceptarla sin cuestionamientos. Es mas, deben difundirla cual evangelio a las cuatros puntos cardinales.

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