El exmandatario Carlos Diego de Mesa Gisbert reconoció que la democracia es “un triunfo del pueblo boliviano”, que después de 30 años adquirió una madurez que debe ser preservada y entendida por la conciencia democrática de los ciudadanos y políticos.“El riesgo de la democracia está en que el ciudadano boliviano no ha entendido aún que el nuevo pacto que es la Constitución 2009 implica no solo derechos sino deberes, respetarla y cumplirla, le guste o no”, reflexionó.A su estilo, con fundamentos históricos y académicos, Mesa respondió a una serie de preguntas referidas a la democracia en una entrevista concedida a Opinión en instalaciones de una oficina de su Fundación. Fue muy directo y puntual en resaltar las luces y sombras de estos 30 años de democracia ininterrumpida. También se refirió al gobierno del presidente Evo Morales, de quien reconoce su legitimidad histórica que le da dos elecciones ganadas con votaciones por encima del 50 por ciento, pero ve el riesgo del ‘prorroguismo’: que el MAS se proyecte como único partido en el país y supedite desde el Ejecutivo a los demás órganos del Estado para mantener la hegemonía política sin pluralismo democrático. Con todos estos matices, el expresidente destacó las fortalezas democráticas como lo evidencian estos 30 años ininterrumpidos, pero reflexionó a la ciudadanía y políticos a ser responsables con lo que ofrecen las libertades democráticas. OPINIÓN (O).- ¿Cuál su evaluación de estos 30 años de democracia?Carlos Mesa (CM).- Se trata de un logro histórico sin precedentes. Es el periodo más largo de democracia en toda la historia de Bolivia, es un triunfo del pueblo boliviano, sobre todo en el periodo 1978 – 1982 que fue el más duro de las últimas dictaduras, cuando se manifestó la actitud heroica de los ciudadanos y también la acción de los partidos políticos, que contribuyeron a que las Fuerzas Armadas entreguen pacíficamente el poder el 10 de octubre de 1982. O.- ¿Cuáles las luces de este periodo?CM.- El que Bolivia haya vivido como nunca antes en su historia con una Constitución, la de 1967 con sus reformas en 1994 y 2004 y después la del 2009, a la que el pueblo puede apelar reivindicando sus libertades ciudadanas y sus derechos humanos. Vivimos un momento en que se ha dado voz a los sin voz, a través de la libertad de expresión. Asimismo, un desarrollo económico y social que comenzó a tomar en cuenta a la gente más pobre, a través de la lucha contra la pobreza, no solo en el periodo actual de gobierno sino en todo el periodo democrático, que ha generado resultados muy importantes. Se ha producido también un acortamiento de la brecha entre ricos y pobres.
Hay que decir que hemos tenido estabilidad económica y política en la mayor parte de estos treinta años. Además se vivió el periodo de mayor construcción de infraestructura del país, tanto en la construcción de carreteras asfaltadas como la vinculación en telecomunicaciones. Somos un país mejor comunicado y más vertebrado. Los partidos aportaron como estructuras con programas de acción muy importantes en este periodo y con la generación de mecanismos de gobernabilidad que funcionaron razonablemente hasta 2003. O.- ¿Cuáles las sombras?CM.- Entre las sombras vemos a los propios partidos políticos tradicionales, fundamentalmente el triángulo MIR, ADN y MNR que dominaron la política en Bolivia desde 1985 hasta el 2003, y progresivamente se convirtieron en maquinarias electorales, creyendo que todo se arreglaba ganando elecciones con una mínima votación y con mayoría en el Parlamento. Esto generó circuitos de poder, élites políticas, económicas y sociales que se beneficiaron de la administración de poder, niveles de corrupción preocupantes que lamentablemente este gobierno (Morales) no ha logrado superar.
Un elemento terrible es el número de muertos en democracia, como producto de conflictos sociales, salvo periodos como las presidencias de Siles Zuazo, la que me tocó y la de Rodríguez Veltzé, en las que primó la defensa de los derechos humanos. O.- ¿El gobierno de Morales será totalitario en democracia como dicen los opositores?CM.- La palabra totalitario es excesiva, no creo que esta palabra cuadre con el actual Gobierno, porque tiene una incuestionable legitimidad de origen a través de dos elecciones presidenciales -el 2005 y el 2009- con porcentajes de votos realmente históricos y extraordinarios. Sin embargo, no es consecuente con ese caudal de votos, porque no está llevando el ejercicio de respeto a la independencia de los poderes y usa la judicialización de la política para enfrentar a los opositores. Tampoco se destaca por un particular respeto al derecho a la vida en conflictos sociales. O.- ¿Cuán democrático fue el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa?CM.- El periodo 2002 y 2003 tienen algunas características paradójicas, el Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada entre agosto y diciembre de 2002 se reunió cinco veces con el líder del MAS, Evo Morales, para intentar una pacificación del país y una gobernabilidad con el sector de los cocaleros, lo que demostró su voluntad de alcanzar acuerdos pacíficamente, lamentablemente eso no pudo ser.
En enero de 2003, el actual mandatario hizo un bloqueo nacional de caminos que generó una polarización que ya no tuvo remedio. A partir de ese bloqueo la credibilidad de Sánchez de Lozada, que ya era baja, disminuyó y se produjo el motín policial que fue fatal en febrero de 2003. A partir de ese momento, el exmandatario perdió la brújula de cómo entender al pueblo y esto se remató en septiembre y octubre. Su respuesta ante la violencia en las calles fue desproporcionada. Yo creo que ahí sí podemos hablar de la pérdida de la perspectiva en la relación entre defensa de la democracia y acción represiva que dejó un saldo trágico. El Presidente perdió la perspectiva de las cosas. Esa fue la razón por la que decidí romper y me alejé del Gobierno porque no compartía su valoración de la vida, que para mi es un derecho humano fundamental. O.- ¿Cuál es la diferencia entre los gobiernos de Sánchez de Lozada y Mesa?CM.- Básicamente mi gobierno tuvo un objetivo inicial que era la pacificación del país y se logró. Una vocación intransigente de la defensa de los derechos humanos sobre la vida como elemento sagrado que había que respetar. Creo que ésa fue una de las diferencias fundamentales con la gestión anterior.
Me siento tranquilo con mi conciencia, y precisamente por respetar los derechos humanos es que decidí renunciar a la presidencia para no repetir el libreto de octubre de 2003. O.- ¿Hay condiciones para que retorne la dictadura actualmente?CM.- No, creo que no, pero la intención del presidente Evo Morales de ir a un tercer mandato, me parece inconstitucional porque vulnera la Constitución Política del Estado.
Para que la democracia no se debilite tiene que ser pluralista, dialogar con la oposición; terminar la judicialización de la política y mostrar una voluntad de respeto a las reglas de juego de su propia Constitución. O.- ¿Después de 30 años, la democracia adquirió madurez?CM.- En parte sí y en parte no. Sí, porque llegamos a 30 años de democracia y, es más, hemos resuelto democráticamente la peor crisis histórica que fue octubre de 2003. Ahí se puso a prueba si podíamos continuar con la democracia o no. El hecho de que haya llegado a la presidencia en un contexto tan complejo e incierto, fue la garantía de que en las peores circunstancias se respetó la sucesión constitucional.
No, porque el ciudadano boliviano no entendió que el nuevo pacto, que es la Constitución 2009, implica no solo derechos sino deberes de respetarla y cumplirla, le guste o no. Estamos viendo todos los días bloqueos, violencia, muerte, dinamita, enfrentamientos de todo tipo. Son elementos que muestran que no hay una conciencia democrática sólida. Si los ciudadanos no tomamos conciencia de nuestra obligación democrática, la democracia puede correr peligro, pero ya no como el viejo esquema, en el que venía un militar que daba un golpe de Estado, sino porque el país se vuelva ingobernable. La crisis de 2003 nos debió enseñar una lección. Ya hemos vivido esa experiencia, ¿para qué repetirla? O.- ¿Cuál el peor error del gobierno de Evo Morales?CM.- Creer que cuando se llega al poder para hacer un cambio transcendental, ese cambio te da derecho a quedarte en el poder para siempre. Si una sola persona representa al proceso de cambio cuando esa persona muera, ¿el cambio también morirá? ¿Qué cambio habrá sido ese entonces?
El proceso de cambio planteado así no tendrá una vigencia de larga data. Hay que terminar con la idea que el proceso de cambio es un partido y un Presidente que ha llegado al Gobierno para quedarse para siempre. El MAS, no Evo Morales, debe enfrentar la posibilidad de ganar o perder una elección, aceptando la posibilidad de renovación y alternancia interna y externa. O.- ¿En su gestión cuáles fueron los aportes a la democracia?CM.- Se hizo la reforma constitucional que incorpora la Asamblea Constituyente que no estaba contemplada en la Carta Magna y sin la cual no se hubiera podido tener una nueva Constitución Política del Estado como actualmente tenemos. Incorporamos también el referendo que es una forma de consulta y de democracia participativa. Ese mecanismo nos permitió el cambio de la política de hidrocarburos del país. Además marcó el fin del monopolio de los partidos políticos, porque se abrió espacio en las elecciones a agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas y, por último, la convocatoria de elección directa de prefectos que viabilizó las autonomías. Resolvimos una grave crisis económica (pasamos de un déficit de 8% del PIB a menos de 2,5), logramos duplicar el crecimiento (llegamos al 4%) y duplicamos las exportaciones del país (casi 3.000 millones) Con todo eso, creo, hemos contribuido a profundizar la democracia en Bolivia.
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«La Democracia es un Triunfo del Pueblo». Entrevista en «Opinión»
Transcribo la entrevista que me hizo el periodista René Quenallata en ocasión de conmemorarse 30 años de democracia en Bolivia. Entrevista publicada en el periódico Opinión de Cochabamba el 10 de octubre de 2012
Las respuestas son serenas, críticas e imparciales.
Lectura indispensable para quien quiere comprender, de manera sintética, el pasado de la democracia boliviana y sus perspectivas futuras.