Publicada en Página Siete, Los Tiempos, Correo del Sur y el Potosí el 26 de agosto de 2012
La boleta censal ha avivado el debate sobre una de las cuestiones esenciales de nuestra visión de país. El pedido expreso de que nos autoidentifiquemos, nos propone la pregunta de si los bolivianos podemos ser divididos en dos categorías, indígenas y no indígenas, y si es verdad que, como indica el resultado del censo de 2001, una clara mayoría del país es indígena.
El paso de la República Unitaria al Estado Republicano Plurinacional, se apoyó en buena medida en la idea de que había que visibilizar a esa gran mayoría indígena y darle además su adecuado peso histórico. Había que reflejar su verdadera composición, reconociendo oficialmente la existencia de las naciones dentro de la Nación.
Si nos atenemos a las treinta y seis parcialidades indígenas consignadas por la Constitución de 2009, que afirman las diferencias al punto de que se asume que cada una de ellas es una nación dentro de la Nación, podríamos colegir que la primera parcialidad demográficamente hablando es la no indígena, o para ser precisos la categoría “ninguno”, si nos atenemos a la pregunta censal de 2001 tal como fue formulada. Ninguno representa el 38% del total de la población, por encima de la segunda, los quechuas, y la tercera, los aymaras, ambas con porcentajes algo superiores al 20% cada una.
Pero ciertamente no está ahí el nudo de la cuestión, sino en el afán obsesivo por descalificarlo.
Hipótesis uno: El termino mestizaje es una categoría racial de origen colonial. Establecía una calificación por raza y era además una imposición colonial.
Hipótesis dos: El término mestizaje no puede reivindicarse como cultura en el escenario de un Estado en el que la autoidentificación tiene que ver con la adscripción a las naciones indígenas que están dentro del territorio de la Nación boliviana. La pregunta del censo no tiene que ver con cultura sino con nación.
Asumamos por un momento este último criterio. ¿Qué es Nación? Nación es territorio, es comunidad cultural, es lengua, es religión, es modo de producción, es horizonte de futuro asumido como sociedad, es organización a través de reglas consentidas y una conducción que permite que esa comunidad se mantenga, se defienda, cree y avance.
¿Para reconocer a una comunidad como Nación esta requiere todas esas características, varias o solo algunas de ellas? Es parte de un debate dinámico y no resuelto hasta hoy.
Las “naciones” aymara (para no hablar de lupacas, omasuyos, pacajes o carangas) y quechua (también podríamos desagregarla) -las más grandes dentro de los pueblos indígenas de Bolivia-, están diseminadas por todo el territorio nacional, no tienen un lugar específico, carecen de una organización política nacional y no se rigen por un solo sistema de reglas, sino por varios, hablan tanto la lengua quechua y aymara como la castellana, son mayoritariamente católicos y/o cristianos, practican la religión andina cuando no cristianismo y cosmovisión andina totalmente mezclados, y tienen formas económicas tan diversas como la de los ayllus y las del capitalismo urbano más conspicuo.
El término indígena ¿No es una sustitución de la palabra indio, por tener esta última unas connotaciones despectivas intolerables? La autoidentificación indígena tiene una fuerte vinculación con el origen étnico, que es inevitablemente cuestión de piel. El origen colonial del concepto evolucionó hacia una mirada integral y sobre todo despojada del inaceptable peso de las “diferencias raciales”, adscritas a las supuestas diferencias de capacidades mentales y físicas de los seres humanos que llevaron al holocausto nazi como la peor expresión histórica de tal despropósito.
Si esto es así, la autoidentificación con el mestizaje pasó por la misma ruta, dejó de ser una categoría colonial y racial para convertirse en un concepto que hace referencia a la mezcla en todas las direcciones, étnica y cultural en lo esencial pero no exclusivamente. Si indígena sustituyó a indio; la palabra mestizaje evolucionó en su significado intrínseco.
Dando por evidente que una comunidad de 25 o 150 habitantes no puede en ningún caso ser considerada como nación (sí, por supuesto, como pueblo y como valiosa comunidad cultural), la idea de la autoidentificación “nacional” de pueblos como el quechua, el aymara o el guaraní, pasa incuestionablemente por un proceso de mestizaje, que en lo que hoy es el territorio boliviano duró nada más y nada menos que cuatrocientos setenta y siete años. Si todos o la mayoría de los rasgos que caracterizan a una nación han pasado por ese tamiz, cuando queremos afirmar que hay naciones dentro de la nación ¿podemos prescindir del mestizaje que ha transformado de modo tan profundo a los pueblos indígenas?
Es, en consecuencia, falaz descalificar la idea de lo mestizo y más todavía la importancia de la cultura en el proceso de cambio que experimenta una sociedad diversa y plural, en la que sin duda hay más de una treintena de pueblos, pero no una treintena de naciones dentro de la Nación.
Es crucial en esta reflexión comprender que nuestro imperativo es la consolidación de la idea de la Nación boliviana sin desconocer en absoluto la fortaleza que le da el reconocimiento de más de una treintena de pueblos indígenas con su explícito y amplio reconocimiento constitucional.
si tomamos a la palabra mestizo en su acepcion de ‘MESCLA», no creo que se pueda individualizer a los indigenas puros o estos sean muy pocos, en este sentido la pregunta de identificacion como mestizo, pierde sentido.
quien sabe major provecho se sacaria si se trata de diferenciar de habitants de la ciudad y del campo;para un «indigena» que habita en la ciudad, tiene mas relevancia su calidad de mestizo que el de indigena.
Mientras el gobierno sea ciego, sordo y mudo para ver sus grandes hierros, nunca vamos a avanzar. No pido, EXIJO elecciones adelantadas. Los políticos que no apoyan este pedido, no solo mio sino de miles de ciudadanos (hay más de 40.000 personas que NO quieren que siga este gobierno), son los que están equivocando el camino de la oposición, que también se quiere hacer la «sorda» de este pedido clamoroso.
Una Nación no necesariamente se define por “territorio” (algo que al parecer sí es preferente para el reconocimiento de un Estado), así como también posibilita la existencia de naciones sin Estado y Estados sin Nación respectivamente.
Los Estados naturalmente necesitarían del reconocimiento de otros Estados para perfeccionar su existencia como Estados, así como necesitan de una territorialidad demarcada o traducida en las fronteras artificiales, reconocidas a su vez por el Derecho Internacional. Situación que las naciones parecen prescindir, ya que a estas las definen aspectos sobre todo inmateriales (sentido de pertenencia, auto-afirmación, comunidad de destino, entre otros), cuyo factor de espacialidad (distinto de territorialidad) es generalmente el que los define.
Por tanto, el que “las ‘naciones’ (…) más grandes dentro de los pueblos indígenas de Bolivia- están diseminadas por todo el territorio nacional, no tienen un lugar específico, carecen de una organización política nacional y no se rigen por un sólo sistema de reglas, sino por varios, (…)” no las convierte en “menos naciones” ni en «naciones incompletas», por si acaso.
Un saludo a todos, volvi despues de unas breves vacaciones. Al tema.
Para ser considerada una Nacion, no es requisito un territorio. Claro ejemplo de Palestina por ejemplo, y otros.
Los pueblos originarios que estan reconocidos en nuestra constitucion, tienen ciertas caracteristicas, que nosotros como «mestizos», criollos o como quiera que nos queramos llamar, no tenemos. Por ejemplo.
Tenemos idioma propio? No, hablamos como mestizos, el idioma que vino de la colonia española.
Tenemos religion propia? Tampoco, igualmente hemos heredado de alguna manera la religion que venia con la cruz y la espada (que personalmente no creo que sea el mensaje que Jesucristo vino a dar en esta tierra).
Tenemos una cosmovision propia? Menos, el hombre blanco, clamando que saben mucho, no saben de donde vienen ni a donde van, y eso explica el irrespeto hacia el medio ambiente, hacia la vida misma.
Por tanto, como mestizos, podriamos ser considerados como nacion en construccion, a lo mucho, y como tal, no es pertinente que entre en la pregunta.
Lo que si me alegra, y personalmente es algo que estudio en cualquier momento que tengo libre, es que afortunadamente, no somos completamente blancos, y tenemos la gran oportunidad de revalorizar ese lado nativo, esa sabiduria y humildad que trascienden nuestra misma memoria.
Y para terminar, todo esto yo firmemente creo es consecuencia logica de los cambios que estamos apunto de ser testigos, el ciclo cosmico esta a punto de cambiar, ya los mayas lo entendieron asi y nosotros tambien. El Pachakuti, o en español «El retorno del tiempo», es la consumacion del ciclo, el respeto a los demas, la tolerancia, no podemos seguir esperandolos de parte de los demas, sino simplemente hacer nuestra parte, y esperar, porque el cambio va a llegar, a todos.
Saludos compañeros.
Jaime
No considero que una Nación pueda estar en «permanente construcción», ya que en ese entendido jamás las naciones tendrían rasgos propios por los cuales se las pueda identificar. Si estas estuvieren expuestas permanentemente a variables que las modificaren serían muchas cosas y nada a la vez, porque carecerían de la estabilidad o la permanencia -en el tiempo- que les permita que sus rasgos propios las hagan identificables respecto de otras.
Lo que sí se podría sugerir es que naciones que están plenamente constituidas pueden permitir el ejercicio de ciertas variables culturales que determinados sujetos a su interior traen consigo, en el caso los migrantes p.ej.; la comunidad turca en Alemania por citar algo.
Don Carlos no sea hormonal, sigo esperando su respuesta. Un cordial abrazo.
¿Sería tan amable en explicarme a qué debo responder? ¿Mandó algún comentario al blog, algún correo electrónico? En esta entrada no tengo ningún comentario suyo registrado. Si lo hizo, le agradeceré que lo vuelva a enviar, eso sí, sin adjetivos innecesarios.
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Fuente: Blog Carlos D. Mesa Gisbert
Retomo los dos últimos párrafos de su artículo para comentarlo.
1) Claro que es falaz descalificar la idea de lo mestizo. El mestizaje es un hecho que se impone por si mismo en la realidad boliviana, como lo indio. El problema está en la instrumentalizaciones que suelen hacerse de esas categorías para fines particulares; por eso, es inadmisible dejar que las percepciones raciales desemboquen en la autodestrucción de las sociedades, en genocidios o, simplemente, en disputas irracionales por el poder. Al respecto, usted hace pertinentemente alusión al Holocausto. Ahora bien, en regiones donde las realidades étnicas pueden compararse con la boliviana, también, lamentablemente, las sociedades sufren ese riesgo: el testimonio del general Dallaire “Shake Hands with the Devil: The Failure of Humanity in Rwanda” es elocuente e impactante, y creo que su lectura da respuestas al debate al cual usted se abre.
2) Respecto al último párrafo, usted como expresidente se hace responsable de una misión: consolidar la idea de la nación boliviana. Lamentablemente, a mí me parece que muy pocos son los que de manera explicita se pronuncian de manera sincera a favor o contra esa idea. La Asamblea Constituyente fue un experimento que comprometió a toda una generación de intelectuales (no hago distinción expresa de autodefinición identiaria, pero incluyo a todos los que la comunidad intelectual boliviana reconoce como tales) con gran imaginación discursiva, pero que abdicaron ante las dificultades que encontraron a la hora de querer dar forma a sus utopías.
Más allá de la idea de nación boliviana, lo importante es la justicia social, la igualdad de oportunidades, la democracia, el derecho a un trabajo bien remunerado…
Estoy de acuerdo en que los intelectuales han abdicado ante las dificultades que encontraron a la hora de querer dar forma a sus utopías. Pero no estoy de acuerdo en que fueran intelectuales, pues la mayor parte de los masistas no salieron ni bachilleres. No se sabe bien cómo es que salió tan rápido la constitución en limpio, cuando la mayor parte de los constituyentes ni la leyeron. Hay muchas sombras, demasiadas diría yo, para la aceptación de esta constitución como elaborada por intelectuales. ¿O es cierta la versión de que fueron expertos españoles los que la hicieron?. Por otro lado, la idea de que la justicia social, la igualdad de oportunidades, la democracia y un trabajo bien remunerado están más allá de la noción de una nación Boliviana, es nada más que otra muletilla para eliminar cualquier vestigio de Bolivianidad real, en aras del socialismo del siglo xxi, que en realidad no es más que un canto de sirena que nos ha llevado a olvidar hasta los mínimos requerimientos de honor, honorabilidad, pero sobre todo, democracia real y no democracia de masas aplastantes.
Que beneficios obtendremos si obtamos o decidimos ser indigenas?
Las naciones mas pequenas, una vez consolidadas su estructura de gobierno (burocracia) , a quienes gobernaran?
Si decido ser indigena aimara, cual sera mi escritura?
Si me declaro indigena origuinario, podre conservar mi toyota prado, mis casas alquiladas, mis chicherias , mi cafe internet,y mi adiccion al wiski?.
El proyecto de Estado plurinacional apela a la contradicción de las identidades particulares frente al «pasado» Nacional-Popular que, según se argumenta hasta en la Constitución de 2009, jerarquizaba lo mestizo. Se produce entonces una contradicción profunda porque hay una relación histórica, la cotidianidad da cuenta de ello. Esa es su fortaleza y su anacronía.
Nación, nos dice Benedict Anderson, por ejemplo, es una comunidad política imaginada. Es histórica, dinámica y colectiva, incluso intersubjetiva. Las identidades nacionales, lo que discursivamente se hæ impuesto como «plurinacional», son ejercicios jerárquicos [hipótesis].
El quid de la cuestión es saber si somos capaces de «imaginarnos» como bolivianos, sin subordinaciones, garantizando derechos colectivos y eliminando las «especialidades», lo que se relativiza desde la toma y ejercicio del poder hegemónico, en el caso preciso del proyecto masista.
El caso de fondo, entonces, es la re/consideración de la disputa por la autodeterminación y la autogestión de la riqueza y los recursos naturales entre un Estado-nación (algo que sí le interesa al MAS, contradictoriamente) y los pueblos indígenas (véase claramente el problema de fondo en el TIPNIS).