Publicada en Página Siete y Los Tiempos el 8 de abril de 2012
9 de abril. Eran tiempos heroicos, también terribles. La Revolución se enseñoreaba en las calles, en las montañas y en las propias entrañas de la Nación.
Parecía que las señoras y los caballeros no se atrevían a salir y miraban tímidos y rencorosos detrás de los visillos. En el horizonte se adivinaban las siluetas de los nuevos protagonistas descolgándose de las montañas. Un año después de esa fecha inolvidable, los niños de sólo 6 o 7 años se enteraban como todos del aniversario de la gesta. Al caer el sol en las laderas próximas a la Ceja del Alto, se prendían como por arte de magia decenas de luminarias. «Viva el MNR». Ya de noche, alguno se instalaba encima del tablón de una mesa de cocina al lado de su abuela y contemplaba fascinado cómo esas lucecitas se iban consumiendo inexorablemente hasta que la frase desaparecía por completo. Entonces aceptaban irse a dormir.
Eran tiempos distintos escritos en Bolivia con el entusiasmo de las milicias armadas y el poder obrero. La Revolución se consumió como las llamas de esos turriles de kerosen que escribían vivas en las laderas, pero algunos de sus tatuajes sobre la piel de nuestra historia quedaron indelebles sobreviviendo la euforia de las esperanzadas utopías pensadas como tarea transformadora, dolorosa pero también frustrante.
Sin duda alguna, el primer gobierno de la Revolución es de primera importancia en la historia boliviana, porque encarna el momento clave de cambio de la Nación semifeudal y dependiente, en manos de la oligarquía del estaño y los terratenientes, en otra que delinea el país moderno tal como lo conocemos. Esto fue posible al poner en práctica las cuatro medidas centrales del proyecto nacional-revolucionario, la nacionalización de las minas, la reforma agraria, el voto universal y la reforma educativa. El Presidente Paz Estenssoro, apoyado en un poderoso instrumento político, el MNR, y un no menos poderoso instrumento de clase, la Central Obrera Boliviana (COB), llevó adelante el desmantelamiento del viejo Estado boliviano que había supervivido hasta 1952.
Su esfuerzo principal fue consolidar un Estado nacional poderoso sobre la base de un amplio espectro de participación popular (acorde al movimiento policlasista del propio MNR) que tuviera el control y la propiedad de sus recursos naturales (creación de COMIBOL y fortalecimiento de YPFB). Encaró también la idea de la diversificación económica y la integración y vertebración del territorio. Ese proyecto se tradujo –siguiendo el plan Bohan de 1942- en la conclusión de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, la colonización del oriente, la instalación de ingenios azucareros y la ampliación de la Corporación Boliviana de Fomento (creada en el gobierno de Peñaranda). A su vez, la modernización del Estado pasó por la creación y apoyo a una nueva burguesía que fuera (y no lo fue) capaz de encarar la industrialización del país.
En lo social y político las transformaciones se reflejaron en la incorporación de casi dos millones de indígenas (sobre una población de algo más de tres millones de habitantes), a través del control de la tierra y el derecho al voto, el desmantelamiento del viejo Ejército y la estructuración de milicias armadas de obreros y campesinos, el control obrero en la minería nacionalizada (mediante la COB) y la presencia campesina en la comisión de Reforma Agraria.
Pero la Revolución y el proceso político de cambio tuvieron como producto del dislocamiento económico, secuelas que Paz dejó también a su heredero. Así, el proceso inflacionario elevó la moneda en esos cuatro años de Bs. 60 por dólar a 14.000. Los déficits crónicos del presupuesto nacional fueron cubiertos desde 1953 con la ayuda estadounidense (en un alto porcentaje por donaciones que progresivamente se fueron transformando en créditos), lo que definió la penetración de los lineamientos de Estados Unidos en la política de gobierno. En 1954 reabrió el Colegio Militar, al que sujetó a la militancia obligada al partido de gobierno.
El aniquilamiento de la vieja sociedad se apoyó finalmente en la creciente corrupción, la dictadura de partido, la eliminación de la libertad de expresión y de disenso y el ejercicio de una fuerte violencia política que se tradujo en exilio, prisión y campos de concentración contra los opositores, reunidos principalmente en torno a FSB. Los campos de concentración fueron, sin duda, el mayor oprobio de los gobiernos del MNR.
Paradojas, Sí, una suma de ellas. ¿Se podía hacer lo que se hizo sin la acción violenta de la Revolución? No de ese modo ¿Habían modos mejores? La historia se dio como se dio porque la sociedad boliviana en 1952 sólo podía resolver su destino así. A sesenta años de distancia está claro que fue un momento de parto cuyos frutos, los dulces y los amargos, están todavía aquí. Aunque muchos de ellos pretendan ser la semilla de un nuevo árbol, el viejo tronco revolucionario es inconfundible en los rostros de la Bolivia del siglo XXI.
la democracia se consolida con consenso la prepotencia de las mayorias exacerban a las minorias y puede originar violencia solo los partidos politicos y la participacion masiva de los mismos asegura la fortaleza .
¡Ayer les dieron rifles/consignas en vez de tierras, en vez de educación; hoy les dan coca/narcotráfico en vez de dignidad!
¿MNRismo y MASistoideísmo, qué es lo que los une? Ambos regímenes se encaramaron en el poder político por medio del golpe de Estado, depusieron el orden público, persiguieron a sus enemigos políticos, conculcaron derechos fundamentales, y para peor, instauraron un “pongueaje político” del cual supieron muy bien aprovecharse. Sembraron tempestad para que los masistoides cosechen, qué…
Nunca estará de más citar al más preclaro hombre que dio a luz Bolivia, justamente asesinado por aquel nefasto régimen, al respecto de los acontecimientos Oscar Únzaga de la Vega refería:
• “Sin embargo, grandes sectores de la opinión pública están de acuerdo con que Bolivia requiere una fundamental reforma agraria que, elevando el nivel de vida del campesino y otorgándole parte de la producción agraria, lo solidarice con el productor agropecuario para el mayor rendimiento de la agricultura y de la ganadería bolivianas, base esencial de la subsistencia del pueblo y de la verdadera independencia económica de Bolivia.
Pero compartir con este criterio de justicia social no significa adherirse incondicionalmente y con servilismo intelectual a la Reforma Agraria, negativa y contraproducente que ha realizado el régimen de la Revolución Nacional. Ningún patriota ni ningún cristiano puede adherirse al sentido social de dicha reforma, porque ella no ha sido concebida bajo el pensamiento nacionalista ni a la luz de la filosofía cristiana. Son sus propios panegiristas y autores, como el señor Lechín, que confiesan que la reforma agraria en Bolivia ha sido más profunda y audaz que la realizada en Guatemala y la China Comunista. ¿A título de qué podemos aceptar la índole comunista de tales medidas los que no creemos ni queremos el comunismo?
Es el propio beneficiario de la Reforma Agraria, el propio campesino el que ya se ha pronunciado contra la reforma comunista, abandonando los campos, donde es nominalmente propietario, para convertirse en proletario en las ciudades como acaba de denunciar la Dirección de Trabajo Agrario.”
• “En cuanto al voto universal, no combatimos la medida, sino el fraude que su aplicación ha importado, la explotación política del campesinado analfabeto, obligado a votar por la papeleta gobiernista y molido a palos en las vastas circunscripciones donde, cansado de la opresión sindicalista de sus seudos dirigentes, busca en Falange un nuevo camino de redención.”
• “Se incita la lucha de razas, promoviendo, en los campos, el odio del indio contra el blanco. La solidaridad nacional fue quebrada, llegando a lo más extremo y agudo de la lucha de clases.”
• “Bolivia entera celebró el término de la hegemonía política de las grandes empresas, pero ello no significó que el pueblo boliviano se adhiriese a una política descapitalizadora que se orienta a abolir en definitiva el régimen de la libre iniciativa y de la atracción de capitales. La estatización de las minas ha significado un hecho tan bochornoso como culpable para el gobierno movimientista que hoy mismo, con cinismo extraordinario, esas minas han sido entregadas al manejo del más directo e íntimo representante de la casa Patiño, el señor Gutiérrez Granier. ¿Significa que el Movimiento ha celebrado acuerdos con dicha empresa, a espaldas del pueblo, para la devolución indirecta a la Patiño Mines o que el régimen declara la incompetencia de todos sus hombres revolucionarios que han abdicado sus capacidades en un hombre de la oligarquía? Cualquiera cosa que signifique ese nombramiento, la verdad es que el MNR, después de empujar al país al desastre económico y someterlo al hambre y la mendicidad internacional, regresa al punto de partida, sin atreverse a confesar la verdad al pueblo.”
¡60 años de más de lo mismo!
¡60 años de escarmientos históricos, más nunca es tarde para aprender!
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Sin duda alguna el MNR ha marcado un hito muy importante dentro la historia boliviana sobretodo en la segunda mitad del siglo XX, también es cierto que desde el punto de vista político el haber nacido como un partido que «respondía» a las necesidades y reivindicaciones del pueblo, en los hechos terminaron siendo la peor escuela de la corrupción cuyos alumnos actuales han sobrepasado todo límite ético y moral para primero pensar en qué sacar de recursos para sus bolsillos y luego en función de ello hacer obras como siempre con mala calidad, innecesarias o sub-utilizadas.
El MNR me parece que siempre fue muy hábil en negociar cuotas de poder y cómo repartir la cosa pública en lotes económicos de manera que la clase dominante siempre mantenga eso que por muchas décadas le dio resultado.
Personalmente me sorprendió cómo MNR usó una figura pulcra hasta ese momento de Carlos D. Mesa, para sus intereses de gobierno, eso de firmar un documento que él sería el paladín contra la corrupción fue sólo otra sugerencia de sus estrategas de campaña, nunca creyeron ellos mismos su propia mentira. Sólo basta ver ese documental Our brand is Crisis para darse cuenta por dónde va la maquiavélica estrategia. A eso si uno cuenta que parientes, «amigos» muy cercanos a Goni y los otros eran directores de empresas capitalizadas y otros, obviamente lo único que se buscó era un ultimo respiro de toda esa larga trayectoria de corrupción.
No es posible comparar con este gobierno pero resultan ser alumnos de esa clase anterior es decir que en muchos aspectos los superan, por que ese discurso de lo indígena y la redistribución de la riqueza, etc. etc. Sólo es eso un discurso, acá sólo hubo un momento económico internacional favorable y nada más, el resto es peor que las anteriores épocas aunque comenzó con muy buen perfil y haciendo un ajedrez político interesante para destruir lo que hasta ese momento fue la podredumbre de los que querían todavía ostentar el poder.