Entre el 28 y 29 de octubre asistí en El Cairo a una reunión cerrada por invitación del PNUD.
La experiecnia fue interesante y muy rica para comprender el funcionamiento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el mundo. La presencia de miembros de la institución, académicos y expertos de América Latina, África, Asía, Europa y Estados Unidos del más alto nivel, permitió comparar las responsabilidades de políticas para el desarrollo en diferentes contextos. La naturaleza de los desafíos y las diferencias de los procesos regionales. La situación latinoamericana en la comparación, marca avances positivos a pesar de los problemas que confronta.
Dos constataciones. En A.L. hay una mayor capacidad para encarar temas políticos de modo más diretco por parte de la ONU. El nivel de conflictividad es menor, a pesar del propio caso boliviano en años pasados.
La situación en zonas de África y Asia es mucho más compleja. La heterogeneidad cultural, linguistica, religiosa y social en esos continentes es mucho mayor que en América Latina y esa realidad plantea enfoques y acercamientos distintos. La «primavera árabe», marcó ventanas de oportunidad nuevas y estudios políticos impensados antes de ese proceso.
A pesar de ellos, la aproximación a cuestiones de política interna y sobre todo la sensibilidad religiosa, marcan dificultades en el acercamiento de NN.UU. al cumplimiento de un rol que, en ocasiones, ha sido mirado críticamente dentro de nuestro propio país.
La experiencia boliviana en proyectos referidos a la prospectiva de conflictos, propuestas de caminos de diálogo y rol de facilitación, fueron parte de los aportes latinoamericanos del PNUD en la reunión y una de las razones por las que fui invitado al evento.