Publicado en Página Siete el 6 de agosto de 2011
Han pasado ya largos cinco años y medio de gobierno del Presidente Morales, una de las gestiones más prolongadas de la historia del país, lo que nos permite preguntarnos a qué destino nos lleva esta administración.
No vale la pena detenerse demasiado en consideraciones a propósito de lo evidente. Su fuerte carácter simbólico, el gran salto positivo de que un indígena ocupe por primera vez la presidencia, la justa visibilización de derechos de los pueblos indígenas, la búsqueda de acelerar el camino de la inclusión y la igualdad y el cambio de orientación de la concepción del Estado. Son logros que nadie niega y que explican sus éxitos electorales de 2005 y 2009, y la gran esperanza que despertó en buena parte de los bolivianos.
Lo que toca, por el contrario, es plantear a dónde nos conduce el proyecto histórico del MAS. Para intentar dar una respuesta somera hay que hacer algunas caracterizaciones que a mi entender lo traban y terminarán por inviabilizarlo.
1. Se trata, como veremos, de una ruta demasiado ambiciosa, compleja y contradictoria en si misma que tiene un primer error de partida. Está íntegramente apoyada en una persona: Evo Morales. Sin Morales ni hay partido, ni hay gobierno, ni hay nada. ¿Por qué? Porque la fuerza de convocatoria, la identificación de piel, el elemento simbólico referido que encarna, condujeron a los ideólogos masistas a lo más fácil, el endiosamiento del líder, el culto a la personalidad y el reforzamiento de la suma de los poderes en su manos (recordemos una vez más que el poder total, corrompe totalmente). No fue muy complicado porque la personalidad de Morales es autoritaria y mesiánica, y está formada en la lógica del discursos único, del todo o nada y de la mirada binaria de resolver la política por la confrontación amigo-enemigo.
2. El MAS es un conglomerado demasiado heterogéneo e inconsistente ideológicamente. Nació en la raíz de la plantación de la llamada generosamente “coca excedentaria” (hoy está fuera de duda de que las bases cocaleras de Morales producen un alto porcentaje de la hoja que se convierte en cocaína en sus diversas formas con las graves consecuencias que estamos sufriendo ya). Ese poder cocalero se sustentó en una lógica de sindicalismo autoritario basado en el “centralismo democrático” al estilo de la Federación de Mineros pero sin la mínima base principista e ideológica del movimiento minero.
En el camino se subieron al MAS los marxistas radicales y utópicos del comunitarismo andino desgajado del grupo guerrillero (o terrorista, según se vea) Tupac Katari. También lo abordó un grupo de viejos marxistas setenteros de raíz castrista.
Lo integran también indigenistas de vertiente ideológica neoreynaguista y de los llamados “ponchos rojos”. Se sumaron reivindicadores de la izquierda nacional revolucionaria modelo 52 y, por si fuera poco, militantes radicales antiglobalización.
3. Desde el primer día el gobierno no entendió lo más importante, la naturaleza de su responsabilidad. Gobernar gestionando. En cambio, desarrollaron su acción sólo desde la política, en la que demostraron una competencia notable (que se ha ido desdibujando a medida que el escenario nacional se ha complicado). El resultado es que la absoluta falta de eficiencia de gestión está apuntalada casi única y exclusivamente en la más increíble bonanza económica de nuestra historia republicana gracias a los precios siderales de nuestras materias primas.
4. Deificaron la nacionalización y en consecuencia el papel del Estado como fórmula mágica para “recuperar para los bolivianos lo que es de los bolivianos”. A esto se sumó una trampa. El gobierno no nacionalizó nada, dictó decretos de incremento de impuestos y renegociación de contratos en el caso de los hidrocarburos. La política en este campo es penosa, baste mencionar el tema de nuestras reservas de gas y la industrialización cero, y recordar además la suicida subvención al diesel y la gasolina y la extrema lentitud del cambio de nuestra matriz energética. No se puede olvidar, es cierto, el incremento de impuestos de los hidrocarburos que tuvo tres fases. El referendo del gas de 2004 que subió los impuestos al 53% (promedio). La Ley de Hidrocarburos que instituyó el IDH y el decreto de 1º de mayo de 2006 que incrementó los impuestos a 61% (promedio).
En otras áreas recompró a precios arbitrarios y unilaterales varias empresas (algunas de las cuales están en pleitos millonarios contra el Estado). En casi todos los casos el resultado es el mismo, desincentivo a la inversión, mala gestión, pobres resultados de cara a los servicios y de cara a las demandas de generación de industria y de empleos productivos.
5. La correcta mirada a las obligaciones sociales del Estado tiene una pata coja. Los bonos (transferencias condicionadas) heredados del gobierno de Sánchez de Lozada, son un mecanismo adecuado para disminuir la pobreza, pero no se ha labrado la otra pata, políticas sociales estructurales de largo plazo en el área más vulnerable, la rural.
6. Sobre la base de principios incuestionables de inclusión, igualdad, reconocimiento del mundo indígena y criterios garantistas, se ha impuesto un texto constitucional mal concebido y peor redactado. Una Constitución maximalista y reglamentarista que se ha convertido en una camisa de fuerza para las propias políticas del gobierno y que está creando muchos más problemas de los que busca resolver.
7. Morales Llegó al poder de la mano de los “movimientos sociales”. Movimientos sin ideología y sin principios en muchos casos, que en realidad representan grupos de interés, que en gran parte están corrompidos por años de mala práctica, que se mueven por prebendas, tráfico de influencias y chantajes permanentes. A estas alturas, el Presidente y su gobierno son rehenes de esos “movimientos” a los que sacralizaron como la respuesta mágica de la política en las calles y la democracia directa. El gobernante está tomando cucharadas de su propia medicina, y se da cuenta de que es más amarga de lo que creía.
8. El Presidente y su gobierno son intrínsecamente centralistas. Las autonomías fueron una píldora que no les quedó otro remedio que tragar por la fuerza de la legitimidad de la demanda. Al no estar convencidos de lo que puede representar en la modernidad del país, la contienen y están generando una caldera de presión muy peligrosa, con el agravante de un potencial quiebre entre regiones, nefasto para nuestro futuro.
9. El tema del Estado Plurinacional está mal enfocado. Es equivocado construir igualdad sobre la base de profundizar los compartimentos estanco y sobre la idea de categorizar la ciudadanía, lo que por primera vez en nuestro constitucionalismo contemporáneo genera explícitamente ciudadanos de primera, segunda y tercera clase. Cuando se ponga en marcha a plenitud el proceso de autonomías indígenas y de justicia indígena originario campeisna, estaremos sentados sobre un polvorín.
El problema de fondo es, con un contexto de esta naturaleza, a qué puerto nos conduce Morales. La respuesta da más para el pesimismo que para el optimismo.
Una de las razones del fracaso oficialista es que los mismos, por sus afanes histórico-deconstruccionistas, no entienden o no prefieren asimilar al sentido de «Nación» como «unidad de destino». La alegre imposición del concepto «plurinacional», por ello y mucho más, no es inocente ni barata.
Ahora bien en la crítica a la ausencia de un destino nacional necesariamente recurren ser enunciadas otras valoraciones, como la transcendencia de lo patrio o lo nacional. Ya que para el oficialismo estos sentidos de trascendencia son reemplazados, subsumidos o resumidos en su idea de Constitución; como pacto circunstancial, relativo e inoponible. Así -consiente o inconscientemente- los masistoides han positivizado su inalterable «destino» en su C.P.E. Prescindiendo de la necesaria trascendencia de la Nación como unidad de destino.
muy bueno el alctiuro.respecto a lo de nacionalizar me parece lo mas normal y lo mas justo.ademas que yo sepa ahora en estados unidos Bush propuso nacionalizar la banca no? un saludo
Básicamente Señor Mesa de su análisis, algo catastrófico y negativista, sobre la gestión de Morales, debería concluirse que está pronto el fin de su gobierno y que la oposición está más fuerte que nunca por la debilidad administrativa de Morales.
Sin embargo es justo matizar, por ecuanimidad, sus anteriores conclusiones porque:
1.- Es evidente que el gobierno de Morales es personalista, pero eso no es ninguna novedad en el desarrollo politico boliviano anclado por siempre en los ejes personalistas de caudillos o mesias politicos. Sin caudillo, en Bolivia, ciertamente, no existe partido politico. Así como, después de Banzer se pulverizó ADN, o después de Sanchez de Lozada no existe MNR, o después de Palenque no existe CONDEPA, es posible que después de Morales no exista MAS. Sin embargo, en contraposición a los caudillos anteriormente mencionados, la legitimidad de Morales como líder está respaldada por el mayor apoyo electoral que se pueda recordar. Bolivia en su etapa moderna no ha tenido una institucionalidad fuerte en los partidos politicos que permita afirmar que el partido sobreviva al líder. Más allá de la excepción del MNR con Goni que heredó el partido de Paz Estenssoro, no existe un partido politico boliviano en el cual exista, constantemente, un recambio generacional que permita afirmar que el partido pertenece a sus miembros y no al lider. En este caso el MAS es la regla confirmatoria de nuestra historia politica.
2.- Es posible que el MAS no posea un fuerte respaldo ideológico, y si este existe es posible que no sea del todo homogéneo ni previsible, sin embargo esta «des-ideologización» no es ajena al resto de los partidos politicos. No existen partidos principistas ni líderes consecuentes. Más allá de gustos políticos, no existen más la consecuencia de líderes principistas como Quiroga Santa Cruz, Unzaga de la Vega o Guillermo Lora. La mayor parte de nuestros politicos han militado en diversos partidos y han adoptado distintas ideologías al calor de los pactos de poder. La coherencia ideológica nunca ha sido el elemento más apreciado para hacer política. Los líderes, y por ende sus partidos, han optado más por una acción a corto plazo sin una visión más profunda de lo que puede constituir una razón de Estado o sentido de patria.
3.-Respecto a lo «plurinacional», a lo indígena, y otras expresiones terminológicas en boga creo que a veces se le da más importancia de la que verdaderamente tienen. Que sepamos ningun grupo social o racial está usando a la Constitución para sojuzgar a los diferentes a los suyos, ni los que son diferentes (racialmente, socialmente) tienen menos derechos de los que tenían anteriormente. No se encarcela ni se persigue a nadie en Bolivia por su color de piel o grupo racial, ni se han cercenado derechos de unos para darselo a otros. Resulta a veces chocante que en determinados pensamientos se perciba como una ofensa el reconocimiento del derecho de otras personas. A menudo, por ejemplo, en países occidentales ciertos grupos conservadores no están de acuerdo con la concesión y reconocimiento de derechos de la comunidad homosexual, pese a que sus propios derechos individuales se mantengan intactos. Más pesa a veces la suceptibilidad y el subjetivismo para autosugestionarse sobre un agravio comparativo real.
4.- Al cabo de más de cinco años de gobierno Morales, se han cometido muchos errores, algunos infantiles, pero si se analizan los principales esbozos realizados por su administración podemos afirmar, sin caer en fatalismos o en sentimientos catastrofistas de ciertos «analistas», que el gobierno de Morales ha sido mejor de lo que muchos pensaban. Hace más de cinco años, después de ganar Morales su primera elección, se tenía la misma sensación que tiene el borracho después de un noche de festejos: una resaca bastante preocupante. Existían voces que indicaban que Bolivia se iba a partir a pedazos, que la economía sería «udepedizada», que la hiperinflación y el descontrol en nuestra cuenta anual de gastos se dispararía, porque al final de cuentas ¿que sabía un cocalero de economía?.
Nada de eso ha ocurrido. Morales maneja un discurso «fast-food» para consumo del ciudadano medio (es decir del boliviano con deficit educativo y falencias sociales) pero mantiene una politica económica previsible en el manejo macro-económico apoyado por funcionarios de toda la vida del Ministerio de economía y el Banco Central. «Es la economía, estupido», esa frase que indica que se pierden elecciones básicamente por el manejo de la economía. En este sentido los organismos internacionales indican que Bolivia ha cumplido sus metas: incremento constante de las reservas monetarias, una politica cambiaria basicamente heredera de la creada por Paz Estenssoro, una inflación manejable, una tasa de crecimiento, si bien insuficiente, pero apreciable respecto a años con tasas negativas, un deficit fiscal controlable (incluso algun año se logró un poco común superavit), un sistema bancario sólido y capitalizado, un control mayor sobre la politica energetica traducidos en mayores ingresos impositivos por este rubro.
El verdadero análisis histórico y la cuenta de resultados, debe-haber, se llevará a cabo cuando Morales ya no esté en la presidencia y el paso del tiempo no otorgue el necesario sosiego en el espíritu y podamos alejarnos de cualquier calculo político o estrategia personal que nos impidan llegar a una valoración objetiva de su gestión presidencial porque a veces es necesario alejarse del bosque para ver los árboles……….
Si la visión crítica de un gobierno implicara la presunción de su pronta caída, no habría gobierno en el mundo que sobreviva. Por supuesto que de mi análisis no debe inferir que yo supongo que el gobierno caerá. Por el contrario, espero que termine su mandato el 22 de enero de 2015 y que sean las urnas las que definan a su sucesor.
Tampoco debe suponer que mi lectura da por sentado que la oposición está fuerte. La oposición está congelada, sin capacidad de respuesta por sus propis errores, por la fuerza simbólica y los cambios que el gobierno encarna a pesar de todo y, no lo olvidemos, por el mecanismo unívoco, secante y poco democrático con el que funciona el Ejecutivo.
Este no es un análisis histórico, es un legítimo ejercicio democrático de quien cree que Morales echa por la borda la mayor oportunidad que Presidente alguno tuvo en muchas décadas.
No presuma usted ni estrategias personales ni cálculos políticos de mi parte, simplemente una posición clara ante este momento que nos toca vivir.
Coincido, hay que alejarse del bosque para ver los árboles, sin olvidar nunca que vivimos en el bosque….
Por favor alguien me puede decir si no es Evo Morales, quien es o quien seria el «men»?
escribir: nombre……………………..apellidos…………………………..
Para tener una referencia de eleccion, de lo contrario estaria forjando un vacio incongruente con la democracia.
Gracias.
ojo no soy masista.
La pregunta tiene tres posibles respuestas.
1. El «hombre» o la «mujer» es: …(Un nombre de los actuales presidenciables que han expresado que quieren serlo), pero no puede ganarle a Evo y/o no podrá gobernar.
2. No hay nadie que pueda sustituir a Evo.
3. Debemos construir una opción democrática que sustituya a Evo y tenga éxito en la recuperación de instituciones y valores republicanos tan duramente golpeados, reponer el pluralismo político y el derecho de las minarías, aceptando los cambios positivos que este gobierno ha logrado.
¿Es difícil? Muy difícil, pero hay que hacerlo.
Lo contrario sería creer que las divinidades existan y que Morales es una de ellas y que además es inmortal….