La editorial Gisbert y La Fundación Comunidad acabamos de sacar a la venta la quinta edición de mi libro “La Sirena y el Charango, Ensayo sobre el Mestizaje” que publicamos por primera vez en abril de 2013.
El libro ha tenido una extraordinaria recepción de parte de los lectores . De manera poco usual, entre 2013 y 2020 hemos publicado cinco ediciones del texto. El interés del público por su contenido, prueba que el tema de la identidad y del mestizaje tienen una importancia capital en la realidad boliviana de hoy.
Esta nueva edición modifica por primera vez parte de sus páginas. El aporte más significativo es la inclusión de un ensayo de Leonardo García Pabón, uno de los más destacados críticos literarios del país, que hace una importante reflexión y análisis de la obra, trabajo que fue publicado originalmente en 2014 en la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Boston-Lima). García Pabón escribe:
«La sirena y el charango, ensayo sobre el mestizaje, puede inscribirse en la historia de la limtarura boliviana así como en los anales de las discusiones políticas… es un libro valioso, sobre todo por su calidad de ensayo -prueba, tanteo, reconocimiento, estudio- de un tema altamente complejo como es el de una identidad nacional, y por poner en el centro de esta discusión la propia historia de Bolivia. La sirena y el charango es un libro altamente sugerente sobre el mestizaje en Bolivia en su particularidad más notable -la mezcla de lo europeo con lo indígena-, y pone en escena un fenómeno histórico que no se puede negar y debe ser tomado en cuenta con alta prioridad en toda discusión sobre las identidades bolivianas».
Dados los acontecimientos vividos en 2019 y la salida del gobierno de Evo Morales, he ampliado y corregido el texto en su conjunto, y en particular he modificado algunos de los capítulos de la obra, en concreto: «El retorno al origen», parte del capítulo sobre la independencia y la República. Coca ritual y coca opresora, ampliando las consideraciones en torno al fenómeno coca-cocaína. Un capítulo al que le he cambiado el título y ampliado y profundizado sus contenidos, ahora está bajo el denominativo de El perfil indomestizo de Morales Ayma.
En mi consideración personal, este libro es el aporte más significativo de mi bibliografía como ensayo, que no sólo traduce mi visión sobre el mestizaje, sino también mi concepción y visión del ser boliviano.
A continuación transcribo el Preámbulo del libro:
“La piedra no es inerte, está viva, transmite hondos sonidos que hacen una compleja sinfonía.
Las dos figuras femeninas que coronan las columnas salomónicas, cubiertas por enredaderas y extraños rostros que adornan su serpenteante ascenso, tienen los brazos en jarras, desafiantes. Están a punto de comenzar el baile…Uvas, pájaros del paraíso perdido, cabezas de águilas bicéfalas…dos figuras de Hermes, guardianes de las puertas, mensajeros, astutos tejedores de historias, sostienen casi doblegados la base del arco principal. Selva americana y símbolos europeos.
San Miguel Arcángel, siempre atento a los movimientos subterráneos del Maligno (o quizás a los señores del manka pacha, el mundo de abajo de los ancestros indígenas), corona la fachada con la espada y la rodela prestas. Pero encima suyo, casi perdido en el límite de la gran alegoría, está San Lorenzo quien da nombre a esta obra magistral. El santo lleva la parrilla en la mano, aquella sobre la que fue quemado para quedar por siempre como uno de los mártires de la Iglesia.
Dos ángeles músicos portan sendas arpas flanqueando al Arcángel flamígero. Son un testimonio de la armonía esencial del universo.
Es el año de 1744, la plenitud del siglo XVIII. Quienes han esculpido este espléndido tejido de formas como un delicado bordado, son inequívocamente indígenas, artistas consumados, señores de la piedra y sus secretos. Quienes han concebido la compleja trama son criollos o españoles basados en un texto de Platón, recogido por Orozco y Covarrubias, que dice que Platón: “Puso en los cielos ocho sirenas, atribuyendo a cada uno de los que se alcanza a ver una sirena, por el concierto y armonía con que se hace aquella música de los cielos”.
En este caso dos sirenas están en cada cielo de la portada de la Iglesia de San Lorenzo de Potosí. Una a la izquierda debajo de un cielo de sol y estrellas, la otra a la derecha debajo de la luna y el otro cielo estrellado. Cada una tañe un charango, el instrumento andino nacido en el periodo colonial y fabricado con el caparazón del quirquincho. Las sirenas que quisieron seducir a Ulises con su música arrebatadora en el mar Mediterráneo, están en este celeste esculpido retratando el pensamiento del filósofo griego, al pie del cerro más rico de la historia, el Sumaj Orko. Las sirenas no son otras que las mujeres-peces Qesintu y Umantu, deidades del Lago Sagrado con las que yació el dios Tunupa en los remotos tiempos míticos indígenas. Son la afirmación de la belleza, la atracción, la tentación, el pecado, los sonidos armónicos perfectos, los engranajes indispensables para que el cielo se mueva, el sol alumbre y las estrellas tachonen la noche lunar. Ellas hacen posible que avance la bóveda de la historia en cualquier parte del mundo. Y esas figuras femeninas de la mitología clásica y andina tocan la meláncolica y aguda música del charango, el instrumento inspirado en la guitarra, el timple, la vihuela y la mandolina españolas, pero siempre hijo del viento y los hielos de los apus del altiplano.
Esta portada en la que la piedra vive y lo dice todo es, literalmente, el alma intensa ya mestiza de Bolivia, en el lugar exacto, en el tiempo preciso, en la entraña profunda de la tierra que le dio sentido a la nación, germinada de la plata y la sangre del gran Potosí.”
Con ese preambulo, seguramente será muy interesante leer esta nueva edición. Especialmente después de los acontecimientos de octubre y noviembre de 2019, en esa circunstancia todos los mestizos bolivianos, reaccionamos oportunamente y escribimos otra página de nuestra historia.
Y sobre el perfil indomestizo de Morales Ayma, para algunos creo que su perfil cambió radicalmente constituyendosé para muchos en las que me incluyo, como el indomestizo «Yanacona» que traicionó a los pueblos indomestizos de la región y a los mestizos bolivianos que tuvimos la esperanza de mejores días para el desarrollo integral de los bolivianos.
Gracias por su aporte a la educación e historia de nuestro país. Yuspagara, pachi.