Al recordarse 467 años de la fundación de La ciudad de La Paz, Pedro Susz, presidente del Concejo, volvió a poner sobre el tapete la reflexión a propósito de lo que significó el hecho mismo de la creación de la ciudad. Hizo las preguntas básicas sobre la conquista y la colonización europea. ¿Descubrimiento? ¿Encubrimiento? ¿Encuentro? ¿Choque? ¿Destrucción? ¿Construcción?
No son preguntas banales ni tampoco nuevas; por el contrario, en las últimas décadas, particularmente desde 1992, cuando recordamos los 500 años de la llegada de Colón a lo que hoy conocemos como América, son muy pocos quienes defienden que un hecho de tamaña dimensión pueda leerse de forma unívoca.
El 12 de octubre de 1492 se inició un proceso cuya complejidad permite varias lecturas y muchas interpretaciones frecuentemente contradictorias. Pero lo que está claro es que fue uno de los momentos más importantes de la historia de la humanidad, que transformó la realidad, la visión del planeta y la construcción de lo que genéricamente se conoce como mundo moderno.
Si algún salto cualitativo estamos experimentando en Bolivia en la lectura de nuestro pasado -precisamente en el epicentro de un proceso político, que se ha bautizado como del Estado Plurinacional- es que hoy, más que nunca, se asienta el reconocimiento de las dos grandes vertientes que alimentaron con su savia la edificación de esta realidad plurinacional.
El gobernador de La Paz, Félix Patzi, en su breve intervención en la conmemoración paceña, hizo énfasis en que recordamos 467 años de una fundación que tiene que ver con la inserción en nuestra historia de la denominada cultura occidental, cultura que se asentó en este territorio, que es parte de nuestro pasado, de nuestro presente y será parte de nuestro futuro.
Dijo también que -a la vez- debemos recordar una cultura anterior que tiene un largo pasado, que es parte del presente y que será parte de nuestro futuro. Ambas –subrayó- seguirán conviviendo como un testimonio de lo que somos.
El alcalde Luis Revilla adelantó que se está considerando colocar al lado del monumento a nuestro fundador, el capitán Alonso de Mendoza, la imagen de un cacique indígena que simbolice a la población originaria que habitaba el valle de Chuquiago antes de la fundación de la ciudad.
Finalmente, llegamos a una propuesta cargada de sensatez. La idea no es expulsar a uno para entronizar al otro, sino, como debe ser, asumir que somos hijos de esas dos raíces y que debemos ratificar con claridad y sin equívocos que nos asumimos herederos de ambas. Es perfectamente posible, en consecuencia, que ambas estatuas compartan un mismo espacio.
Es un salto cualitativo extraordinario que debiera imponerse como visión en todo el país. Terminar con la negación para afirmar. Ser capaces de integrar conceptos que, con una mirada crítica imprescindible, nos permitan asumir la totalidad sin mutilaciones, sin vergüenza, sin rencor, sin complejos.
Si tuviéramos que escoger los aportes más significativos y relevantes de la acción de gobierno del imperio español en América, uno de los más importantes sería, sin duda, la fundación y edificación de ciudades. Las ciudades fueron en América el rosario a partir del cual se construyó el entramado social, político, cultural y, por supuesto, económico, que permitió la dinámica que hoy vivimos.
La ciudad fue el eje sobre el que se cimentó la visión de mundo de los españoles en estas tierras, eje en torno al que giró el proceso colonial que dejó una marca indeleble sobre nuestra propia concepción de funcionamiento social.
Pero no fue -está es la particularidad- una construcción que estuviera exenta de sus propias características. Las ciudades andinas reflejaron la estamentación marcada de la sociedad colonial, la de la «República de españoles” y la de la «República de indios”. En La Paz una muralla separaba los dos mundos, el río Choqueyapu era la frontera entre la trama ajedrezada del centro hispano y el desperdigado escenario urbano indígena, de Churubamba, San Francisco o San Pedro.
Vida cotidiana, tránsito por las calles, comercio, actividades de servicio, tambos, «cada cosa en su lugar”. La ciudad definía los rangos y los sitios de peninsulares, criollos, mestizos, indígenas y esclavos. Era un retrato, era un espacio de compartimentos estanco que la propia República heredó y tardó mucho en modificar para integrar.
Estamos en pleno proceso, en un camino en el que rompemos las últimas compuertas, en el que, además, de modo artificioso y absurdo hemos quebrado la ciudad y la hemos hecho dos con el nacimiento de El Alto, aunque ambas urbes sean una sola a despecho de sus formas administrativas.
La ciudad, tal como hoy la conocemos, fue un «invento” español, distinto de los centros urbanos prehispánicos, pero evidentemente permeado por la profunda impronta indígena.
El debate se está decantando para bien. Debe acabar la historia de héroes y villanos, y recuperarse aquello que se quedó por siempre como una evidencia, que no es parte sino totalidad dentro de nosotros mismos.
Sería por eso absurdo «desterrar” monumentos. Colón -para poner un ejemplo obvio- no desaparecerá ni será menos o más porque su efigie fuera destruida o degradada de lugar. Por eso, esta mirada renovada e integradora de las autoridades del departamento y de la ciudad de La Paz reconforta, porque comenzamos a romper estereotipos, lugares comunes y maniqueísmos estériles.
Carlos D. Mesa Gisbert fue presidente de Bolivia.
CPE de Bolivia:
– Preámbulo: «Poblamos esta sagrada Madre Tierra…» frase discriminadora, por que no contempla a todos los bolivianos, la mayor parte de los bolivianos se declara cristiano, y esta fe dice que la creación fue divina. Por lo cual la laicidad esta en entredicho.
– Artículo 30: Es nación y pueblo indígena originario campesino toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la invasión colonial española.
Es decir los aymaras, quechuas,…son naciones, pero los demás bolivianos no lo son.
Un cochalo(a), paceño(a), camba(a) solo por poner unos ejemplos, no son naciones bajo el concepto de este artículo discriminador.
Los cochalos(as), paceños(as) y cambas, cumplen las características que señala este artículo:
Comparten una identidad cultural
– tienen un idioma el español
– comparten una tradición histórica a partir de la creación de sus ciudades
– tienen sus propias instituciones como ser fiestas religiosas
– conviven bajo un determinado territorio
– tienen una cosmovisión, la mayoría cree en el Dios judeo-cristiano, y también la mayoria busca desarrollarse bajo una visión denominada occidental.
– El gran pecado de este colectivo humano es haber nacido después de la llamada colonización de américa. Por haber nacido después de la colonización no tienen derecho a una identidad, por lo cual no pueden adquirir una nacionalidad, el gobierno los llama interculturales.
En su mayoría este colectivo humano de millones de personas son mestizos. El Censo del 2012 señala que el 69% de los bolivianos dice no pertenecer a ninguno de los 36 pueblos indígenas reconocidos por la Constitución. Es decir la mayoría están vetados de pertenecer a una nación.
El cochalo(a), paceño(a), camba(a), tiene su identidad y un articulo de una CPE no puede ningunearlo. Si la idea es crear un país plurinacional, que sea para todos no solo para algunos.
Al final no se puede tapar el sol con un dedo, la realidad termina por imponerse, este es un país mestizo aunque no les guste y no les deje dormir a la gente radical del gobierno boliviano.
Exacto, my friend
Deberiamos volver a la Republica que reconocia la diversidad etnica y multicultural. Todo el » Estado Plurinacional » es una maniobra con oscuras intenciones.