Publicado en Nueva Crónica nº 100
La construcción de una “nueva” historia es tarea obligada de todos quienes creen encarnar un gran proceso de transformación y lo quieren consolidar en el largo plazo. La historia es, en muchos sentidos, la construcción de imaginarios colectivos fundamentales como columna del poder.
Los dueños del presente definen así, de modo arbitrario, cómo quieren leer el pasado, qué quieren recoger de él, cuáles creen que son los pilares que lo sustentan y cuáles las fuentes de las que quiere beber. Esos dueños ilusorios del tiempo creen que podrán transformar el futuro a su antojo. Para hacerlo les es indispensable reinventar el pasado, moldearlo a su imagen y semejanza.
Pero la historia es también, como decía Octavio Paz, una superstición: “Es preciso desconfiar de la historia y aprender a pensar con sobriedad”.
Cada tiempo edifica sus héroes, los inventa o los reinventa. Periódicamente levanta monumentos nuevos sobre los escombros de las viejas estatuas que ha dinamitado. Manuel José Cortés escribió a mediados del siglo XIX que “la esclavitud no tiene historia”, pretendía con esa frase lapidaria borrar de la memoria trescientos años de pasado colonial. Allí están esos trescientos años, imborrables. En 2006 los émulos de Cortés, por razones bien distintas a las del historiador, escribieron en el nuevo texto constitucional “Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”. Lo que realmente quisieron decir es “Dejamos enterrados…”.
Está claro que un Presidente que lleva ya más de seis años conduciendo el país (el octavo mandatario de nuestra historia con más tiempo en el mando), apuesta por dejar un legado que haga perenne su paso por el poder. Si a esto sumamos su obsesión por el cambio, por lo nuevo y por la mitificación de la palabra Revolución como sinónimo virtuoso de transformación de una sociedad, podremos entender fácilmente la necesidad que tiene de reescribir la historia, de “moldear” el pasado, de construir una nueva superstición histórica.
Recordemos además que esta ilusión no es nueva, la ensayaron ya quienes forjaron la independencia del país, quienes construyeron el Estado liberal oligárquico (en el que están inmersos conservadores, liberales y republicanos), quienes hicieron la Revolución de 1952 y, de un modo más integral, quienes administraron la democracia desde 1982.
La ruptura con el pasado colonial español vino acompañada de la erección de un panteón de héroes. Las figuras estelares de ese olimpo fueron dos próceres extranjeros, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Ambos llegaron a la nueva Nación con “mesa puesta”. El imperio hispano ya se había desmoronado en Ayacucho en diciembre de 1824. La página se volteó cuando el último realista atrincherado en los Andes, el Gral. Pedro Antonio de Olañeta, perdió la vida en un absurdo motín en Tumusla el 1º de abril de 1825. Sucre y Bolívar hicieron algo fundamental, permitir que Bolivia escogiera ser Bolivia sin más sangre (ni con Lima ni con Buenos Aires como definió José Luis Roca). Por eso los dos venezolanos se apropiaron del panteón patrio de modo casi exclusivo. Sus imágenes omnipresentes nos acompañan en todas partes, como deidades protectoras. Ni siquiera el MAS se atrevió a sacarlos completamente de escena. Durante los años posteriores cada región del país edificó su altar. A Murillo en La Paz, a Warnes en Santa Cruz, a Pagador en Oruro, a Zudañez en Chuquisaca…Consecuentemente, la guerra de la independencia se transformó en el corazón de nuestra historia.
Al despuntar el siglo XX, el Estado Liberal buscó afirmarse, igual que en 1825, a partir de la visión maniquea de los buenos y los malos. Arguedas tomó la posta y estigmatizó, demoledor, todo un periodo. Le perdonó la vida a medias a los grandes organizadores Santa Cruz y Ballivián y hundió en el lodo de la execración a Belzu, Melgarejo y Daza, símbolos entonces del populismo irresponsable, de la dictadura brutal y de la negligencia militar. En los primeros años del siglo XX además, surgieron poco a poco como prohombres Linares como el dictador moralizante, Frías como el patricio intachable, Arce y Montes como los vigorosos creadores de industria y progreso.
Llegaron después los vientos del marxismo y el nacionalismo que arremetieron para derribar el edificio oligárquico. Pocos años antes de la Revolución Carlos Montenegro se colocó al frente de Arguedas y acuñó la idea (de nuevo maniquea) de que la batalla se daba entre “la Nación y la Antinación”. Lo primero que hizo fue descalificar a la democracia censitaria. Belzu renació de sus cenizas, aún Daza volvió a cabalgar; en cambio, las grandes figuras conservadoras y liberales fueron baleadas sin miramientos. Había que destruir a la rosca feudal, al superpoder minero, a quienes negaban la patria-nación. Era el germen de un Estado que lo encarnaría todo. Busch y Villarroel, glorificados por Céspedes, fueron aupados en su tragedia junto a los libertadores y lograron sobrevivir al propio proceso revolucionario.
La historia liberal trocó en historia nacionalista. Pero en el 52 ocurrió algo mucho más significativo, la eclosión de una generación de intelectuales que redescubrió el pasado. Lora nos recordó la importancia de las masas constructoras de la sociedad, se escudriño con seriedad en la historia colonial y la historia prehispánica (Mesa, Gisbert y Ponce), se puso en evidencia a quienes hicieron un Estado sobre la espalda de los indígenas y sobre la riqueza de sus tierras arrebatadas. Era la germinación del pensamiento indigenista de la mano de Reynaga que se transformó en una corriente que tuvo en Condarco a su máximo exponente, elevando la figura de Zárate Wilka con los ecos todavía lejanos de Tupaj Katari. La Nación mestiza inspirada por Vasconcelos desde México, pensada por Montenegro e impuesta por el MNR, troqueló la nueva moneda de un pretérito indo mestizo.
El nacionalismo militar no tocó esa historia, la reforzó con la repatriación de los restos de Andrés de Santa Cruz, aunque la decisión oficial de que el Mariscal de Zepita se entronizara entre Sucre y Bolívar no acabó de cuajar.

Andrés de Santa Cruz, el gran organizador de la nación. Nunca se consolidó en el "panteón" de los héroes del país
Con la democracia llegó por fin el gran debate abierto y plural sobre el pasado, se enriqueció la investigación, nació una nueva generación de historiadores y se desplegó el amplio abanico en el que todo cabía, desde el paradigma de los “plurimulti”, hasta la idea de las historias regionales. Llegó con vigor el reconocimiento de los cruceños que se miraron en un pasado mestizo anclado en las misiones jesuíticas y en la idea autonómica igualitaria de Andrés Ibañez. Se comenzó a integrar movimientos sociales, indígenas (Rivera, Albó, Choque), urbanos, corrientes políticas y sociales, modelos económicos sin desdibujar las grandes figuras individuales. Se miró con admiración la gesta minera, la creación del sindicalismo agrario, la ciudadanía insurgente de los indígenas del Oriente. Tuvimos mitos vivientes como Lechín y Paz Estenssoro, este último que pasó de “liberador económico” a gestor del neoliberalismo, y cuando parecía consolidarse como el gran referente del político por antonomasia fue condenado por los nuevos “fundadores de la patria”(como su busto en bronce) al zaguán de la historia.
El Estado Plurinacional, cómo no, empezó muy rápido a escribir su versión del pasado. Afirmó, como sus antecesores, negando. Desde el desolado altiplano llegó Tupaj Katari lado a lado con Bartolina Sisa para descabalgar a los viejos héroes y para decir que 1825 sólo había representado un cambio de amo. Katari está de vuelta y quiere ser millones. Los nuevos gobernantes, eso sí, hicieron una concesión “generosa” al valeroso Muiba para contentar a los indígenas orientales, y de paso descolgaron a Santa Cruz del altar patrio y arrinconaron discretamente a Bolívar y Sucre, a pesar de todo, intocables.

Tupaj Katari llega con el nuevo modelo político con la intención de destronar a los héroes de antes. La historia se repite
Todos quieren retratarse en el pretérito. Por si las dudas, volvamos a Octavio Paz: “Ejercicio de desnudez: desechar los disfraces, arrancar las máscaras ¿Qué ocultan? ¿El rostro del presente? No, el presente no tiene cara. Nuestra tarea es, justamente, darle cara”.
[La nostalgia es negación. Negación del doloroso presente. Una noción de que un periodo de tiempo diferente, es mejor que el que estamos viviendo. Es una falla en la imaginación romántica de esas personas, que encuentran difícil lidiar con el presente.] Medianoche en París
Franz,
Estás correctísimo! Yo, en el caso de Dn Carlos acrecentaria también el término EUFEMISMO!.
Señore Mesa,
Se suele decir que la historia no se repite, no es cíclica. Sin embargo, revisando la historia de Bolivia es inevitable creer que en nuestro país ciertas situaciones se repiten o por lo menos son muy parecidas.
He revisado Historia de Bolivia de Arguedas y entiendo que para tener una mejor comprensión de nuestra historia es necesario complementar la lectura de Tamayo y otros autores. No obstante, siento que es inevitable hallar paralelismos o similitudes entro muchas cosas que narra Arguedas como por ejemplo la constante aparición de caudillos «Salvadores de la Patria» que son encumbrados por el pueblo y que luego de unos años son derrocados por el mismo pueblo y reemplazados por nuevos «salvadores».
Entre 1825 y 1880 son comunes las historias de revoluciones y revueltas cuyo propósito era encumbrar al «nuevo cuadillo salvador» e iniciar la persecución y venganza contra el viejo cuadillo salvador. Es así que Santa Cruz y Ballivián fueron en su momento héroes y luego declarados traidores.
Hoy vemos que un Sánchez de Lozada que es reconocido por la Participación Popular, ser el padre de la era moderna de los bonos con el Bono Sol o apoyar la institucionalización del BCB, la exSBEF y otros, al igual que en el pasado se volvió en «traidor y enemigo de la Patria». Morales que fue encumbrado como el Gran Achchila y Emancipador hoy sufre una bjada de su popularidad y en una de esas no sería extraño que termine siendo declarado traidor y sea perseguido por el mandatario que lo reemplace.
¿Cree Ud, que este patrón de caudillo y «salvadores de la patria» es un patrón particular de nuestra sociedad? ¿Esto ocurre en otras sociedades? ¿La historia de Bolivia si se repite, primero en tragedia y luego en comedia? Sería interesante conocer su punto de vista.
Entre todos estos personajes y corrientes historicas, me quedo con la epoca de Andres de Santa Cruz, hoy vilificada por representar la epoca republicana. Sin ser nostalgico. Es que no creo que se debe negar el pasado. Se debe aprender del mismo. Andres de Santa Cruz tuvo una dimension superior y una historia llena de dinamismo. Para empezar, su madre era de ascendencia aymara. Y visto a la distancia, pese a que el no estuvo contento con su destino final, si fue una vida bastante productiva. Pero no faltaron los de mente obtusa que no le dejaron cumplir sus suenos. Y fue exilado a lo Napoleon, pero mas lejos. Y una vez mas fueron chilenos quienes frustaron a un boliviano, no entrare en detalles pues la historia ya es conocida.
La historia es un precedente del futuro.Lo personajes lideres de turno hicieron su trabajo según lo que ellos pensaban y creían necesario en su momento,podemos ser buenos historiar eres teóricos conocedores de muchas teóricas pero la verdadera revolución o practica de una necesidad practica reinvinticativa de la sociedad mayoritaria es otra. Es cuanto algunos marcan su paso en intereses de concentrar en minorías de poder eco-nomino y político . Yo creo se esta marcado un precepto Histórico con lideres auténticos en detrimento del interés común y el mundo, no en intereses del capitalismo y neo-liberalismo monopolizador.
A mi entender eso es lo que realmente hay que evaluar,el pueblo también juega una papel importante y peligroso por que nos falta mucha conciencia social caemos en la trampa de una unidad falsa. Como dice Arguedas sobre el caudillismo.Yo creo espero la sociedad y la comunidad de los pueblos entiendan el cambio nos es para el momento es crear un mundo de futuro y para nuevas generaciones.
Los heroes que vos matais, que vos revivis y los que inventais le pondria de titulo a este articulo ya que en Bolivia somos campeones para seguir dandole la razon a Alcides Arguedas…
En lo de inventais quisiera aclarar lo siguiente, Tupaj Catari o Julian Apaza cuando se sublevo y cerco La Paz en 1781 no lo hizo acaso con el fin de proclamarse virrey del Peru y a Bartolina Sisa la Virreyna? por el motivo de un reparto agrario injusto en el que los caciques hacian y desahacian a su antojo de las tierras agrarias comunales; la misma historia de Chayanta con los hermanos Damaso y Tomas Catari. Los indigenistas ya no exponen esa parte o la tergiversan con que pedia libertad e independencia y otras sandeces para acomodar a un dizque procer olvidado. A criterio personal en Bolivia no hay mas heroes de la independencia que los guerrilleros de las republiquetas considero que son los padres de la Patria, representados en el momento de la firma y declaracion por Lanza y Ballivian que despues debe sumarse Santa Cruz el gran organizador de Bolivia; al final considerar a Sucre por ser el eslabon entre nuestro anhelo y la voluntad de Bolivar jefe del poderoso ejercito grancolombiano y en agradecimiento a la publicacion del 9 de febrero.