Entrevista publicada en La Razón el 6 de agosto de 2011
Bolivia en Siete Tiempos es un recorrido de enorme interés por los principales períodos históricos de Bolivia en un diálogo con el historiador y ex Presidente de la República Carlos Mesa Gisbert. Comienza en el legado de Bolívar sigue con el esplendor del periodo Crucista, pasa por las guerras y avanza hasta la Revolución Nacional y la conquista de la democracia sin las que sería inconcebible imaginar a Evo Morales. Fragmentos:
La Razón -¿Quién es el hombre más importante de 1825?
Carlos Mesa -Casimiro Olañeta sin duda
-No tenía buena prensa ¿no?
-No. Representaba los intereses políticos, económicos y sociales de la élite chuquisaqueña pero además era un hombre sinuoso; se alió a Sucre y luego lo combatió, estuvo con Santa Cruz y también lo combatió, con Velasco de quién fue ministro, y fue importante para Ballivián en Ingavi. Fue desterrado por Belzu y presidente de la Corte Suprema con Linares.
-¿Cómo logra un hombre de esas características ser tan importante para la fundación de Bolivia sobre todo en el concepto de la ética de Carlos Mesa?
-Porque lo valoro en tanto transmitió una visión ideológica en la creación de la República e influyó en la redacción del Decreto del 9 de Febrero. Su trabajo como político es otro tema.
-¿Cómo logra Olañeta todo eso?
-Pensaba que por su naturaleza la Audiencia de Charcas se había constituido en un ente jurídico, económico y político con identidad, capacidad económica y potencialidades propias, que justificaba ser la base para la creación de Bolivia con una élite intelectual y con importantes recursos económicos. Defendía, está claro, a esa élite y su derecho de autogobernarse en función de sus propios intereses.
-¿Habían otros intereses?
-Por supuesto. Lima quería recuperar el “Perú perdido” y Buenos Aires reivindicaba a una parte geográfica que había pertenecido al virreinato que dio lugar a las Provincias Unidas del Sur. Ambos buscaban por eso la anexión del territorio que luego sería Bolivia.
-¿Estábamos en posibilidad militar de decidir nuestro futuro?
-No. Por eso Bolívar envía a Sucre y al ejército colombiano como garante de nuestra decisión. Luego ese ejército se quedó tres años en nuestro territorio a costa de los dineros del propio país. Demasiado. Sucre acabó pagando una alta factura política por ello.
-¿Cómo se explica que primero Bolivia elija ser una nación independiente y luego quiera una Confederación con Perú?
-El Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana tenía una visión distinta a la de Olañeta: la de la integración con Perú que determinaba un equilibrio con los otros ejes continentales: Argentina, Brasil y Colombia. Fue la única mirada boliviana de amplio horizonte y de largo futuro, se basaba además en un conjunto incuestionable de elementos comunes entre Bolivia y Perú desde tiempos inmemoriales. Por eso Santa Cruz envía a Olañeta a Francia como ministro plenipotenciario aunque después fue el enviado de Santa Cruz a Chile para lograr un acuerdo.
-¿Qué visión tenía Chile?
-Absolutamente anti Confederación y el error de Santa Cruz fue buscar un acuerdo diplomático con los chilenos en Paucarpata, porque Chile luego inviabiliza y derrota a la Confederación. Chile, si la Confederación prosperaba, simplemente no tenía destino.
-Pero no solo los chilenos se oponían. Estaban los “caballeros de fina estampa” en el Perú y en Bolivia algo parecido.
-Sí. La élite en Lima nunca aceptó al hijo de una indígena como Santa Cruz. En Bolivia también había opositores al proyecto, Velasco por ejemplo que a pesar de haber sido su vicepresidente luego lo calificó de monstruo. La lógica de los doctores de Charcas acabó por imponerse en los líderes del momento como Ballivián, por ejemplo.
-! Pero a quién se le ocurre: una confederación con Bolivia unida y Perú dividido en dos… ¡
-Se le ocurre a Santa Cruz y el razonamiento vale para ambas partes. En Bolivia decían que Santa Cruz favorecía al Perú donde fue presidente. Hubo una lógica mezquina que impuso su propio interés al interés colectivo. En Perú pensaban parecido. Esa es la realidad cuando de la retórica integracionista bolivariana se pasa a la práctica…
-¿No habían demasiados extranjeros metidos en el proyecto como Morán, Braun, O’Connor, Anglada y otros?
-Pero también estaban bolivianos como el propio Ballivián, todos pelearon por la independencia de nuestros países. Santa Cruz fue jefe de estado mayor en Pichincha, la batalla que liberó a Ecuador.
-¿Es posible hoy repetir la experiencia como lo mencionó Humala?
-No como si estuvieramos en el siglo XIX. Santa Cruz realizó un proyecto de su tiempo. Ni como si pudieramos volver a principios del siglo XV con la idea de unificar lo que fue el Imperio Incaico. Pero sí en la integración incluso cediendo algunos elementos de soberanía como lo hace la Unión Europea. Un acuerdo de esa magnitud sería en pequeña escala un acuerdo modelo para el MERCOSUR o la Comunidad Andina.
-Por la Guerra del Pacífico, está oculto en el espíritu peruano la idea de chileno ladrón y boliviano desleal. ¿Es justo?
-La Campaña del Pacífico estuvo muy mal manejada. Bolivia se retiró de la Guerra tras la batalla del Alto de la Alianza y dejó solo al Perú, pero no había otra salida. No hay que olvidar que un año antes de la invasión chilena hubo un terremoto-tsunami en el área de Cobija y una sequía brutal en el país. Nuestra economía estaba por los suelos. Chile, entre otras cosas, se aprovechó de esa circunstancia.
-Perdimos la Guerra. ¿Perdió más Bolivia o el Perú?
-Perú enfrentó la guerra sola por tres años incluso con la ocupación de Lima. Pero el costo para Bolivia es mucho más grande por la pérdida total del acceso al mar.
-Se han escrito leyendas negras sobre el tema. ¿Es verdad que Daza ocultó la noticia por carnaval?
-No. Esa es una mentira flagrante. Daza se puso en acción en cuanto se enteró de la noticia (Camarones es otra historia…).
-¿Es la Guerra del Pacífico el peor momento de nuestra historia?
-Por el efecto tan dramático en el espíritu y en las serias limitaciones para el desarrollo económico posterior, sí.
-¿Quién provocó la Guerra del Chaco?
-Bolivia. Salamanca tuvo una visión de determinismo histórico y fatalismo a lo que sumó la creencia de que Bolivia era superior a Paraguay. Trató de encontrar en la guerra una redención histórica de un pasado amargo.
-Una locura…
-Y un mal cálculo. Salamanca pensó que una acción militar de inicio determinaría una acción diplomática que permitiría a Bolivia posicionarse definitivamente en el Chaco.
-Pero Paraguay venía de la Guerra de la Triple Alianza. No debió haber sido obstáculo.
-En condiciones normales, no. Pero Salamanca no respetaba a los militares bolivianos. Él decidía todo y objetaba las acciones de su Estado Mayor hasta que llegó Hans Kundt, pero igual las cosas salieron mal.
-Hasta que los militares derrocaron al Presidente.
-Sí. Fue una vergüenza, tanto como cuando los militares derrocaron a Daza en la Guerra del Pacífico, independientemente de los juicios de valor que nos merezca la persona y la acción de los dos presidentes
– ¿Cuánto costó el error histórico de Salamanca?
-Demasiado. Lo más terrible, miles de vidas, sangre y sacrificio de jovenes bolivianos. También un gigantesco costo económico.
-¿La guerra nos dejó algo?
-Paradójicamente la Guerra del Pacífico genera el periodo oligárquico con liberales y conservadores y un avance significativo en modernidad y comunicaciones, y la Guerra del Chaco que abre programas ideológicos nuevos como el marxismo, el fascismo, pero sobre todo el nacionalismo en la antesala de la Revolución Nacional. Es decir que ambas guerras generan periodos de 50 años de corrientes que se instalan en Bolivia por causa y efecto directo de la conflagración. La diferencia es que una se hace sobre las espaldas de los indígenas, la otra reconoce su indispensable incorporación a la ciudadanía y a la economía nacionales.
-¿La Revolución Nacional no se explica sin la Guerra del Chaco?
-La Bolivia pre 52 era una Bolivia con varias taras del colonialismo y que en esencia estaba quebrada en castas basadas en la discriminación y en la exclusión. Desde 1880 hasta 1930 están los partidos políticos del conservadurismo. A partir de 1932 hay nuevas ideas y es la revolución la que marca la culminación de un proceso que había desencadenado la Guerra del Chaco.
-Y si es tan romántica ¿por qué es tan violenta?
-No es romántica, pero es violenta porque hay una ruptura en los moldes de una sociedad estratificada, con graves contradicciones políticas, sociales y económicas y con un desplazamiento de clases a nivel de las decisiones del gobierno y la sociedad, que afectó los intereses de la élite con la Reforma Agraria, la Nacionalización de las Minas y el Voto Universal.
-Ergo la violencia se justifica.
-Para nada. Una cosa es la revolución y otra los crímenes que se cometieron en su nombre donde la violación a los derechos humanos no se explican ni se justifican y fueron el pan de cada día a lo largo de varios gobiernos. Violencia que las dictaduras militares posteriores volcaron contra los sectores sociales emergentes y contestarios sobre todo obreros y mineros
-Cuando se habla del 10 de octubre de 1982 la gente suele encogerse de hombros con indiferencia ¿no?
-Sí. Y no se explica la Bolivia del siglo 21 sin esta fecha. El 82 es uno de los momentos estelares de nuestra historia republicana. Ahí comenzó el período más largo de democracia que tenemos los bolivianos con respeto a las libertades ciudadanas y la vigencia de la Constitución.
-Pero eso teníamos desde 1952, salvo gobierno militares…
-No. En ese periodo lo democrático fue la incorporación de todos a derechos que –contradicciones de la historia- incluso gobiernos democráticamente elegidos coartaron. A partir de 1982 vivimos transiciones democráticas del oficialismo a la oposición sin traumas, buscamos la institucionalización, se buscó la transparencia en las elecciones y se modificó la constitución dos veces con importantes avances. El sistema de partidos hundido en 2003 lamentablemente pervirtió muchos de esos logros, pero desconocerlos es parte de los intereses de la coyuntura de hoy.
-Y ¿se puede explicar a Evo Morales al margen del 52 y el 82?
-Para nada. Este es un proceso muy importante de incorporación explícita del mundo indígena, de avance (a pesar del gobierno) del proceso autonómico y de una movilidad social que se acelera, pero con muchos conceptos equivocados.
-¿Por ejemplo?
-La Constitución es maximalista, se contradice y plantea una nación de compartimentos estanco. Algo así como la llamada “República de españoles” y “la “República de indios” de las Leyes de Indias de la corona española en el siglo XVI. El otro elemento es la búsqueda del poder total, la personalización y la negación de los valores republicanos.
–Pero este es ahora un Estado Plurinacional…
-Sí, pero no hay contradicción con los valores republicanos.
-¿Entonces cuál es la diferencia?
-No la hay. Existe un sistema político que protege la libertad y especialmente se fundamenta en la ley como expresión de la voluntad del pueblo y a la que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. La República está presente en los cuatro poderes que coordinan pero que teóricamente son independientes. Es La República a la que puedes llamarla Estado Plurinacional.